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Maldita emigración

¿Ha calculado el gobierno cubano la descapitalización humana que ha infligido a la nación con su empobrecimiento y represión?

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Este artículo es de hace 6 años

El gobierno cubano y sus altavoces extranjeros insisten en una de sus letanías predilectas y erróneas: la emigración cubana desde los años 90 hasta ahora es económica. Aún dando por buena la falacia, pues habría que ver cuántos de esos emigrados comparten los objetivos del Partido Comunista, la mentira confirma el fracaso del gobierno y el desprecio a sus emigrados.

La emigración cubana desde 1959 hasta la fecha ha sido política porque el castrismo significó un tajo en la tradición plural de la nación y sustituyó la pluralidad con un monólogo totalitario, apoyado en la aquiescencia mayoritaria de los cubanos, que se fueron retirando gradualmente del proyecto, con estampidas puntuales como Camarioca (1963), Mariel (1980) y la Crisis de los Balseros (1994).

Curiosamente, en 1963 aún Cuba conservaba el confort heredado de una economía vigorosa e injusta; en 1980 contaba con todo el apoyo del malicioso bloque soviético y la admiración de buena parte del Tercer Mundo, mientras que en 1994 ya había sido abandonada a su suerte por Moscú y –tímidamente- comenzaba a llamar patriotas a la mayoría de exiliados no violentos.

La primera mentira que ha calado en el imaginario colectivo generado por la dictadura y sus acólitos foráneos, incluso repetida por algunos emigrados, es que Estados Unidos abrió las puertas a los batistianos, cuando la verdad histórica es que Fulgencio Batista no pudo volver a pisar jamás los Estados Unidos, incluso el caudillo fascista Francisco Franco Bahamonde, lo mantuvo alejado de la madrastra patria y tuvo que instalarse en Madeira, aunque murió en Marbella (1974).

En la papelería de Batista hay abundantes cartas que muestran su frustración porque no recibe visado de turista para ir a Daytona Beach, donde tenía una casa en propiedad, y es conocido su estupor a la una y minutos de la madrugada del 1 de enero de 1959, cuando llega a Columbia y se entera, a pie de avión, que no tiene permiso para volar hacia territorio estadounidense y debe poner proa a Santo Domingo.

Pero vayamos al tema, si la emigración cubana de los últimos 25 años es económica, como ocurre con los braceros mexicanos, nicaragüenses, salvadoreños, haitianos, dominicanos, colombianos, etcétera, la revolución cubana es un fracaso económico y una fábrica de emigrantes instruidos y pobres.

Si el gobierno y sus altavoces foráneos, que son sujetos despreciables, creen que el exilio cubano está despolitizado porque muchos no se atreven a pronunciarse en público sobre los atropellos y marginaciones que sufren, incluso violando la propia Constitución, se equivocan de cabo a rabo, pues su condición de exiliado tiene una causa política: te vas cuando yo te deje, cómo yo te diga, al costo que yo fije o te la juegas y te arriesgas a ahogarte en la mar o a quedarte en un viaje oficial, dejando atrás a la familia como rehén.

La flexibilidad migratoria impulsada por el tardocastrismo sí tiene una raíz económica. El emigrante deja de usar la Libreta de ¿abastecimiento? y –tras un período de acomodación en tierra extraña- se convierte en sostén de su familia, agradecida porque gracias a las medidas del general-presidente, la niña les mandó un dinerito y pudieron arreglar la cocina.

Pero es también una maniobra política para ganar cierta legitimidad ante la comunidad internacional, asombrada porque los cubanos no pudieran entrar y salir libremente de su país, como ocurre en la mayoría de los países del mundo desde casi siempre, aunque el gobierno sigue manteniendo prerrogativas legales y administrativas para impedir que determinadas personas entren o salgan de Cuba.

Ya sabemos que los pobres de este mundo, incluidos los norteamericanos, siquiera pueden permitirse soñar con viajar, pero ninguno de ellos han tenido la suerte de protagonizar una revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes; que paga sus sueldos en una moneda que vale 25 veces menos que la moneda artificial con que deben comprar sus alimentos y medicinas, cuando los hay.

¿Cómo es posible que la emigración cubana sea apolítica si se ha criado en un país donde la consigna suplantó al razonamiento, el voluntarismo unipersonal segó a la inteligencia colectiva y la simulación y el miedo desplazaron a la honradez?

Una mayoría de cubanos y algunos exiliados se comportan como las cucarachas de una casa habanera que –mientras las luces están apagadas- corretean y roban terrones de azúcar, pero si alguien enciende la luz, salen todas a esconderse.

¿Ha calculado el gobierno cubano la descapitalización humana que ha infligido a la nación con su empobrecimiento y represión?

En los últimos años, se han jubilando en España los emigrados de las décadas del 60 y 70; casi ninguno batistiano, bien formados y conocedores de idiomas; ninguno pretendió ser como el Che, solo se ocuparon de estudiar en aquellas míticas escuelas de Maestros Normalistas, Artes y Oficios o la de Contadores Públicos, además de los que tuvieron la fortuna de graduarse en aquella Universidad de La Habana con matrículas a 8 pesos de 1959.

¿Qué daño hicieron a Cuba estas personas? ¿Por qué Cuba los ha maltratado e insultado hasta el desprecio? ¿A qué viene tanta pasión ahora por el llamado “exilio heterodoxo” si el problema está en la isla y no fuera?

Como si no bastara, en vez de reconocer públicamente sus errores en materia migratoria, el gobierno cubano y sus propagandistas extranjeros han descubierto un nuevo nicho de algarabía panfletaria: los repatriados, que cifran en 14 mil en el último año.

¡Que alegría! Las causas de la repatriación son diversas: fracaso personal ante la dureza del capitalismo y desconocimiento del emigrado de una sociedad reglada, vagancia, nostalgia, acumulación de riqueza para invertir en su país de origen, etcétera.

Sin embargo, el verdadero drama, lo terrible, está en el apenas visible inxilio cubano, esa legión de gente con parecidos valores que los exiliados y revolucionarios, pero que se han refugiado en el alcohol, las drogas, la abulia, la simulación y el desencanto porque es muy difícil trabajar y no saber si vas a ser capaz de dar de comer a tus hijos.

A los exiliados nos puede ir bien, regular o mal, es nuestra responsabilidad y problema.

Pero sería deseable que el gobierno cubano y sus adláteres extranjeros se preocuparan menos de nosotros, y comenzaran a ocuparse de:

  1. Las familias monoparentales femeninas, quiero decir con hombres ausentes y conviviendo bajo un techo pobre abuela, hijas y nietas.
  2. De los negros y mestizos, que son más pobres que los blancos.
  3. De los consumidores de alcoholes destilados clandestinamente y de Parkisonil y otras pastillas, además de cocainómanos y marihuaneros.
  4. De averiguar por qué Cuba envejece, se producen pocos nacimientos y se ha alterado el índice de sustitución demográfica, es decir, nacen más niños que niñas.
  5. De por qué el dengue y la conjuntivitis hemorrágica se han hecho casi endémicos en los barrios más pobres de la isla.
  6. De por qué no se permite a la oposición política postular diputados a la Asamblea Nacional. Ya conocemos la letanía oficial de que la mayoría son mercenarios pagados por los yanquis, pero alguno habrá que no lo sea o que aún siéndolo tenga ideas valiosas para el país y su gente.
  7. De por qué la Contrainteligencia interior y la Policía Nacional Revolucionaria tienen orden de apagar inmediatamente cualquier conato de barrio que pueda propagarse e incendiar una ciudad.
  8. De por qué escasea el agua potable, incluso en la capital.
  9. De por qué el país sigue sin producir la mayor parte de los alimentos que consume.
  10. De por qué los salarios producen “apatía”.
  11. De por qué si la salud y la educación son gratuitas, hay que tocar con limón a médicos, dentistas, enfermeras, laboratoristas, maestros y auxiliares pedagógicos para que los pacientes sean mejor atendidos y los alumnos mejoren sus notas.
  12. De por qué casi 60 años después de protagonizar una revolución socialista a 90 milímetros del imperialismo yanqui (Guantánamo), Cuba siga soportando tropas extranjeras en su territorio y se ponga a fantasear con la vuelta de los rusos a Lourdes.
  13. De por qué se castigue a un pelotero porque haya gestionado un contrato privado con una liga extranjera.
  14. De por qué el incipiente trabajo privado sea perseguido y contrarrestada su expansión con limitaciones absurdas y se tolere que inspectores cobren sobornos a cambio de no sancionar las posibles irregularidades.
  15. De por qué el hombre nuevo, incluido numerosos dirigentes -desde el Buró Político hasta la base- sean corruptos y vivan mucho mejor que los trabajadores, solo teniendo que ocuparse de mostrar real o fingida lealtad y producir algarabía.
  16. De por qué se ha demonizado la riqueza, cuando es la base de una sociedad justa y redistributiva.
  17. De por qué las colas son crónicas.
  18. De por qué el capital humano que hizo la revolución sigue inxiliado o exiliado, mientras el gobierno actúa a favor de los bolivarianos y de otros extranjeros pícaros que fingen simpatía para enriquecerse con las carencias de los cubanos.
  19. De por qué se sigue careciendo de una infraestructura turística competitiva en el ámbito del Caribe, pese a contar con las supuestas ventajas de que no hay huelgas ni sindicatos que defiendan a los trabajadores y que trabajar en el sector sea atractivo porque “hay búsqueda”.
  20. De por qué se sigue discriminando a los cubanos a favor de los extranjeros y exiliados en determinadas áreas y actividades, como las excursiones por mar.
  21. De por qué buena parte de la generación que hizo la revolución –junto a Fidel y Raúl- sean hoy ancianos empobrecidos y –en los casos más extremos- desamparados.
  22. De por qué la república carece de leyes que protejan a los más vulnerables socioeconómicamente, a los homosexuales y a los consumidores.
  23. De por qué el gobierno ha promovido que la isla sea un vertedero de chatarra tecnológica china a precio de mercado y de donaciones supuestamente solidarias que recuerdan a la caridad católica.
  24. De por qué el gobierno es capaz de arreglar su diferendo con USA y no de negociar con sus opositores, a los que mantiene aislados o encarcelados e incluso expulse de las universidades a los que no entran por el aro del agónico circo.
  25. De por qué la economía ha sido incapaz de generar riqueza y bienestar y el país haya pasado de monocultivo a cerocultivo y siga dependiendo de suministradores externos para casi todo.
  26. De por qué el gobierno y sus foráneos amancebados siguen propalando la mentira de un pueblo feliz, bailador y orgulloso, pero que no consigue abrir una llave de agua o dar al interruptor de la luz, sin sobresalto.

No obstante, si el gobierno y sus papagayos amaestrados insisten en preocuparse del apolítico exilio cubano lo tienen fácil, basta con bajar las abusivas tarifas de cualquier trámite ante los consulados cubanos a todos aquellos emigrados económicos que se porten bien y estén calladitos y pendientes únicamente de la pacotilla y de la liberación de Ana Belén Montes.

Rara dictadura del proletariado que tanto maltrata a sus proletarios, aunque siga empeñada en el desventurado debate de los nominalismos que data del siglo XIII: cuando se nombran mal las cosas, la civilización decae y hasta desaparece.

Si alguien duda, que revise en las hemerotecas un video filmado por Oliver Stone en una cárcel habanera donde Fidel conversa con unos jóvenes negros, que luego fueron fusilados, sobre sus motivaciones para emigrar y el Comandante en Jefe pregunta y responde algo así: a qué ustedes secuestraron la lancha para irse porque quieren tener un buen carro, una buena casa…

Cuando alguien se marcha de su país es porque no se siente a gusto, excepto los cubanos que suscriben el ideario político de pobreza y resignación del tardocastrismo, pero que quieren tener una casa, un carro y una buena mujer o un buen hombre.

¡Que esquizofrenia! ¡Cuánto dolor por ser quizá el exilio más vilipendiado de la historia del siglo XX y lo que llevamos del XXI! Gente a la que presumimos cartesianos y educados en sociedades democráticas y prósperas se encandilan con la guara totalitaria y proclaman a los cuatro vientos que somos unos apolíticos buscando guayabas que tengan sabor a euros y dólares.

La ventaja que tenemos es que los papagayos encandilados no son capaces de valorar cuánto hemos contribuido calladamente los exiliados cubanos a que nuestro país no estallara, enviando remesas de dinero a nuestras familias, medicinas y echándoles un cable a amigos en tránsito por Madrid, Miami o Ulan Bator.

Gran paradoja, los expulsados del paraíso contribuyendo a sostener la perversión del delirio que es Cuba, pero cuánto gozo hay en la virtud de la generosidad, de la solidaridad real y efectiva, aunque duela.

No es fácil…

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.