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Díaz Canel no importa: para Cuba solo importa la libertad

Antes de andar opinando tanto sobre esa ficción fidelista que se llama Miguel Díaz Canel, tú deberías de estar actuando ahora, esta misma tarde y no mañana por la mañana, para desmontar al Cambio Fraude en Cuba y, entre todos, presionar a nivel local e internacional por una democratización radical de Cuba

 © Ismael Francisco/Courtesy of Cubadebate/Handout via Reuters
Foto © Ismael Francisco/Courtesy of Cubadebate/Handout via Reuters

Este artículo es de hace 6 años

Sin darnos cuenta, de pronto todos los cubanos ya hemos votado por el nuevo Presidente de una Cuba castrista, pero aparentemente sin Castros.

En efecto, desde hace por lo menos una década, tanto la prensa disidente local como los corresponsales extranjeros acreditados en la Isla, se la pasan repitiendo una y otra vez, como un mantra marxista, el nombre de este funcionario de la dictadura cubana en su fase terminal: Miguel Díaz Canel.

Ahora, gracias al milagroso hallazgo de un video que supuestamente se filtró desde la cúpula del Partido Comunista hacia la cúpula de la sociedad civil, millones de cubanos y cubanólogos aparentemente estamos aceptando la autoridad vitalicia del tal Miguel Díaz Canel.

En dicho video, Díaz Canel aparece jugando al policía malo. En dicho video, Díaz Canel interpreta el papel de un “delfín” dentro del despotismo castrista. En dicho video, Díaz Canel parece ser de verdad el Número 2 del régimen, guayabera blanca incluida: el primer no-Castro en la punta de la pirámide de un totalitarismo que hace más de medio siglo secuestró a la soberanía de nuestra nación.

Gracias a dicho video, conveniente y casi cómplicemente distribuido por la disidencia digital cubana, ahora todos estamos hablando y hablando sobre el tal Díaz Canel, un funcionario sin carisma ni agenda política alguna, más allá de la obediencia ciega a la junta militar verde-oliva.

Y así, al hablar y hablar sobre el tal Díaz Canel, sin darnos cuenta entre todos lo vamos legitimando. De hecho, lo vamos empoderando para una posición de poder que este gris administrador del Estado jamás ha tenido ni nunca tendrá. Es casi como si, entre todos los cubanos sin voz ni voto, estuviéramos paradójicamente votando por este títere para el 2018, detrás del cual la dinastía de los Castros (y sus hijos y nietos) seguirán gobernando a Cuba a golpes de mentiras, muerte y maldad.

De un tirón, Díaz Canel ha sido electo sin elecciones como Nuestro Hombre en el 2018. Por eso ahora se nos aparece en cámara, confiadamente convertido en un censor de la libertad de expresión, en un crítico del acercamiento con los Estados Unidos, y en el sepulturero del cuentapropismo cubano. ¡Ay, qué malo, pero qué malo nos ha salido nuestro Díaz Canel!

A partir de este momento ya no estamos más en Dictadura, sino en una especie de Díazcanelato. A partir de este momento, nadie más debe pedir un plebiscito pro-democracia en Cuba, pues la nueva guerra pacifista será solo para criticar y recriticar a Díaz Canel.

A partir de este momento, pues, habrá que reforzar al embargo norteamericano contra Cuba, porque los Castros, ay, se cagaron en Obama y en su pobretona política de apaciguamiento con los asesinos de La Habana.

A partir de este momento, una vez más, los ideólogos de la Plaza de la Revolución nos han distraído de la verdadera cuestión: los cubanos de dentro y fuera de Cuba seguimos teniendo cero participación en la vida de nuestro propio país. Y lo más patético: los cubanos de dentro y fuera de Cuba seguimos sin hacer nada para recuperar nuestro derecho a ser los protagonistas del tiempo histórico en que nos ha tocado existir.

No hemos hecho nada, mientras continuemos con el personalismo de repetir: Miguel Díaz Canel, Miguel Díaz Canel, Miguel Díaz Canel. No hemos hecho nada, mientras nos aterre la alternativa de un Alejandro Castro. No hemos hecho nada, mientras sigamos siendo una masa de pueblo reactiva a lo que hagan o dejen de hacer las cúpulas del castrismo y de la sociedad civil (tan parecidas en su personalismo y su patrioterismo). Tal como nadie ha elegido nunca ni a uno sólo de los Castros, tampoco nadie ha elegido nunca ni a uno sólo de los líderes de la sociedad civil.

Por eso en Cuba no habrá transición de ningún tipo sin un momento pre-político plebiscitario, donde por primera vez en más de medio siglo sea la ciudadanía la que decida y no las élites de poder. Por eso en Cuba es imprescindible la participación ciudadana efectiva, más allá de cualquier liderazgo auténtico o inventado. Por eso en Cuba la democratización no comienza mientras no se convoque a un plebiscito nacional, con el exilio incluido como parte orgánica de nuestra nación, donde el país en pleno pueda decidir si desea seguir oprimido por el único partido político que nos impone la Constitución comunista, o si el país prefiere simplemente comenzar una vida en la verdad en el seno de una sociedad abierta. Sin plebiscito no habrá ni “normalización” ni mucho menos una sociedad normal.

Por eso, antes de andar opinando tanto sobre esa ficción fidelista que se llama Miguel Díaz Canel, tú deberías de estar actuando ahora, esta misma tarde y no mañana por la mañana, para desmontar al Cambio Fraude en Cuba y, entre todos, presionar a nivel local e internacional por una democratización radical de Cuba. Porque si tú decides, por supuesto que entonces Cuba Decide. Ojalá te atrevieras, pues, a dejar a un lado esa retórica ridícula en la que nos enreda el clan de los Castros, y te sumaras ahora y aquí, con tu voz y tu acción en CubaDecide.

Porque, sin un plebiscito democratizante en Cuba, puedes estar convencido de que los cubanos no hemos hecho nada. Y, lo que es mucho más triste para ti (y tus hijos y nietos): sin un plebiscito democratizante en Cuba, puedes estar convencido de que los cubanos no somos nada.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Orlando Luis Pardo Lazo

Escritor y bloguero de La Habana. Actualmente realiza un doctorado en Literatura en Saint Louis, Missouri, EUA.


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