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Política ficción: Dialogar no significa hacer concesiones

Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que la secesión territorial unilateral no es posible en el actual marco legal español y que -en caso de llevarse a cabo- debía votar toda España y no la parte interesada en irse sin pagar la abultada cuenta que debe al resto de los ciudadanos.

Referéndum Cataluña © Twitter/ Catalan Government
Referéndum Cataluña Foto © Twitter/ Catalan Government

Este artículo es de hace 6 años

Lo de Cataluña viene de lejos, desde el abandono del Estado de su obligación en materias como Educación, Sanidad, Defensa e Interior.

Descentralizar competencias es positivo porque acercas la toma de decisión al ciudadano; pero es negativo si las decisiones las toma una tribu delirante convencida de que España nos roba y otros alucinógenos y usa el dinero público que es de todos para premiar o castigar caciquilmente.

Las aritméticas parlamentarias del Congreso de los Diputados también han influido e influyen en el auge de los nacionalismos. El PNV ya había dado su apoyo a los Presupuestos 2018 y ahora ha reabierto la negociación para sacar más ventajas.

Desde 1993 hasta ahora mismo hemos asistido a la conversión de la cámara en una asamblea de regiones -papel designado al Senado- y hemos visto cómo cada Estatuto autonómico nuevo se erigía en una especie de mini Constitución.

Claro que el marco constitucional de 1978 necesita reajustes, cambios, pero nunca por urgencia oportunista de uno o varios partidos políticos.

Y lo que casi nunca se dice, la crisis estructural del capitalismo financiero y la decisión del entonces gobierno socialista (Zapatero) de modificar el artículo 135 de la Constitución para descargar la crisis sobre las espaldas de los ciudadanos, llenó las urnas de votos de gente esquilmada y estafada. En esta tropelía contó con el apoyo parlamentario del PP.

Todo se arregló en una noche, tras las llamadas de Merkel y Obama a Moncloa. Así que si eso se pudo hacer en una noche, fijaros los años que han pasado desde 1993 para haber encontrado un encaje a las demandas que fueran razonables de un grupo de catalanes o vascos, sin agredir al conjunto de España.

En estos años, no han faltado frivolidades como la de Aznar que pasó de hablar catalán en la intimidad a convertir a ERC en una referencia política con su acoso y persecución; el pacto del Tinell, aquella frase entusiasta de ZP a Maragall, lo que aprobéis aquí, lo aprobamos en Madrid, un nefasto tripartito catalán y hasta llegó hablarse del hecho diferencial andaluz.

La izquierda tradicional española que cada vez obtiene peores resultados electorales en el conjunto de la nación, no tuvo peor ocurrencia que jugar a ser más nacionalista que los nacionalistas y rescatar sus viejos fantasmas de las relaciones con la Iglesia, el aborto y todo aquello que pudiera restarle votos a Podemos.

La derecha se ha escindido en tres posturas: el NO a todo lo que venga de Barcelona; el pasteleo dubitativo de Rajoy y Soraya, que parecen enfermarse cada vez que deben tomar una decisión de calado; y los que creemos que la firmeza en defensa de la legalidad y el cumplimiento de la ley no está reñido con dialogar con todo el arco político que alumbren las urnas, incluidos nuestros antípodas políticos.

Dialogar no significa hacer concesiones, sino tomar en cuenta al adversario, dejarle claro que la ley es el único camino, y explorar vías de posible cooperación en el marco constitucional y avanzar a una modificación consensuada de la Carta Magna en la que cabemos todos los españoles.

En 2014 ya hubo un precedente claro de rebelión y no se hizo nada sustancial desde Madrid porque estaban inmersos en la crisis y en los tacticismos electorales. El posibilismo tiene un inconveniente: no se puede contentar a todos los electores al mismo tiempo y tiene un coste político altísimo.

¿Qué sentido tiene votar a una fotocopia, teniendo originales partidos basados en la supremacía y la ruptura de España, que es lo que mola a esa parte del electorado educada en los lavados de cerebros de la Educación made in CIU y las víctimas de la crisis económica?

En uno de mis viajes a Barcelona, me contó un empresario que el nacionalismo había montado la plataforma Los nuevos catalanes para favorecer la inmigración de personas no hispanohablantes y asimilarlos mediante la enseñanza del catalán y sus fantasías. El Estado no dijo ni hizo ni mu ante esta afrenta calculada e inconstitucional.

Por si fuera poco, se nos dice desde las terminales mediáticas conectadas con Moncloa que este gobierno es uno de los mejores porque cuenta con primeros expedientes de Abogados del Estado, economistas, etcétera. Un gobierno apolítico, cuando más política se demanda, y que cayó en la trampa de Puigdemont y sus socios de aparentar que su consulta ha sido reprimida por España. Increíble.

Por cierto que el gobierno de primeros espadas en los mejores colegios de pago y similares ha sido incapaz de parar no solo a los sediciosos, sino de neutralizar la grosera intromisión de hacker rusos durante todo el proceso.

Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que la secesión territorial unilateral no es posible en el actual marco legal español y que -en caso de llevarse a cabo- debía votar toda España y no la parte interesada en irse sin pagar la abultada cuenta que debe al resto de los ciudadanos.

Y mis amigos de izquierda, algunos hoy atribulados por esas imágenes de sediciosos reprimidos por el Estado (la sangre y la pobreza son muy fotogénicas) debían recordar que el nacionalismo es el germen del fascismo, como ocurrió en el siglo XX en Europa, con un coste humano impagable.

Por tanto, os ruego, que eviten las frivolidades con tal de meterle un dedo en el ojo al PP y a Rajoy porque la lista de socialistas, comunistas y anarquistas asesinados por el fascismo es enorme.

La frustración de la República de Weimar alumbró al monstruo de Adolf Hitler, que ganó las elecciones, que fue aupado al poder por las urnas repletas de votos esperanzados en el renacimiento de la nación y la supremacía aria.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.