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Víctor Mesa: El único que le puso un freno a la xenofobia en el Latino

"Eso es lo sabroso de la pelota", dijo Rodolfo. Y el silencio, tras la frase, confirma que somos una sociedad repleta de mudos sin derechos. Y sin ganas de exigirlos.

Victor Mesa pide calma © Ricardo López Hevia/ Granma
Victor Mesa pide calma Foto © Ricardo López Hevia/ Granma

Este artículo es de hace 6 años

Si algo le faltaba a Rodolfo García para ser considerado un perfecto idiota con potestad y derechos para hacer uso de un micrófono y cámaras, era justificar a la afición del Latinoamericano cuando ayer, tras el jonrón de Yordanis Samón Matamoros con dos en base, gritara a los peloteros tuneros "Palestinos", minutos después de haber despedido a Carlos Tabares,

"Esto es lo sabroso de la pelota" dijo Rodolfo y con ello zanjó el asunto. Lo sabroso de la pelota es que la bancada de fanáticos capitalinos, reunidos en su inmensa mayoría sobre el dugout de la tercera base, emprendiera a gritos xenófobos contra los peloteros tuneros que viajaron casi 600 kilómetros, la mayoría de ellos por la peligrosa Carretera Central, para ofrecer un espectáculo deportivo en sus capitalinas y elitistas narices.

"Lo sabroso" de esto es que nadie, ni Evian Guerra, ni desde la cabina de post producción, ni desde el Icrt, ni desde el Inder, ni desde ningún lado del país, organismo o ministerio involucrado en el asunto, nadie, llamó la atención a Rodolfo, y le dijo que - ¡una vez más! - que había metido la pata; esta vez, "hasta home".

"Lo sabroso de la pelota" - con perdón de los buenos periodistas deportivos que conozco - es que ninguno de los que están a la espectativa de que Víctor Mesa guiñe un ojo mal guiñado para saltarle encima con epítetos y despropósitos, haya estado atento a la mágnifica actitud del otrora centerfield villareño y de los equipos Cuba, para elogiarle.

"Lo sabroso" es que Samón, sea oriundo del Oriente del país.

No alcanzan los dedos de una mano para nombrar los colegas del gremio que estarían dispuestos a sacarse un ojo, o cortarse una mano, con tal de ver a Víctor fuera de la pelota cubana; pero ninguno, ni ayer ni hoy, saltó en defensa de VM32 por haber protagonizado un hecho que - al menos para mi, y para muchos - pasará a los anales de la historia de la pelota en Cuba, y no solo por la despedida del 56 capitalino.

Porque - sigamos siendo sinceros - desde que el mundo es mundo - quiero decir, desde que tengo conocimiento de la pelota, y desde que vi juegos en el Latino entre Orientales y Capitalinos - nadie, ningún presidente del Inder, ningún árbitro, ningún dirigente deportivo,y muchísimo menos ningún manager local había salido del dugout a pedirle respeto a los adversarios.

Lo curioso - y aplaudible - es que haya sido VM32, el manager más indisciplinado de la pelota, el más irrespetuoso, el que le ha tirado hasta tierra a los árbitros en la cara, quien saliera a pedir cordura en la tropa de fanáticos caseros.

¿Pero qué vamos a pedir? El periódico Granma podrá desgastar sus "tipos" y quedarse sin tinta imprimiendo panfletos noticiosos asegurando que en Cuba no hay racismo ni xenofobia, pero ninguno de sus periodistas empleará tres renglones en reconocer que Víctor Mesa tuvo los huevos bien puestos para poner por fin por primera vez un stop en una "manifestación de la cultura deportiva capitalina".

A nadie le asombra que la sociedad haya sonreido durante años a esta deleznable práctica. Los dirigentes y funcionarios cubanos están tan desubicados en cuanto al racismo, xenofobia y machismo que, hasta la propia hija del presidente cubano Raúl Castro, Mariela Castro, directora del Cenesex, tuvo la desfachatez de decir viva voce, y para el mundo entero, que en Cuba no había feminicidios.

"Eso es lo sabroso de la pelota", dijo Rodolfo.

Y el mutis hecho, tras la frase, me confirma que somos una sociedad repleta de mudos sin derechos. Y sin ganas de exigirlos.

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