Frank Fernández Castañeda es un vecino de Ciego de Ávila, harto de que el nuevo delegado del Poder Popular en su zona organizara fiestas populares de viernes a domingo a 50 metros de su casa. Casi 16 horas seguidas cada día de música ininterrumpida para "combatir el estrés divirtiendo al pueblo".
Para poner remedio a la situación, Frank organizó a un grupo de afectados por el ruido y arropados por su delegado de su circunscripción interpusieron denuncias personales y colectivas ante el Gobierno y el Partido Comunista en Ciego de Ávila.
Inmediatamante, asegura, llegaron a su barrio varias comisiones a investigar lo que estaba ocurriendo. Poco después se suspendieron las fiestas. Él ha decidido contar su experiencia al diario oficialista Juventud Rebelde para que otros damnificados por el ruido en el país tomen nota de cómo su problema.
Es el mismo que sufre Néstor Madruga, en Yaguajay, en Sancti Spíritus. Él vive junto al centro recreativo Pista Tres Palmas, que hasta hace poco estaba arrendado por un cuentapropista, pero el Estado decidió recuperar este establecimiento. En la etapa anterior, con el cuentapropista, "las actividades estaban mejor organizadas y los horarios más controlados", asegura este vecino.
El Gobierno municipal de Yaguajay dio el pistoletazo de salida al verano el 29 de junio con su iniciativa estrella: discotecas itinerantes que, en su opinión, sólo "riegan decibelios a diestra y siniestra y sin control alguno".
Lo peor, según Néstor Madruga, son los domingos, cuando desde las 7:30 a.m. encienden la música a la hora de abrir las ferias agropecuarias con su respectiva pipa de cerveza y luego toma el relevo la discoteca itinerante. Así que el ruido no para hasta las 12:34 de la madrugada.
Este vecino se pregunta por qué ponen la música todo el día si los jóvenes sólo acuden a bailar a partir de las diez y media de la noche. "La fiesta es para los vecinos más cercanos", afirma.
El pasado 9 de julio, Néstor decidió que no aguantaba más y se personó en la Dirección Municipal de Cultura a plantear la disconformidad de los vecinos de Tres Palmas con el ruido, la música y las pipas de cerveza. Allí nadie entendió que se quejara "de una orientación del Gobierno y de la Comisión de Recreación". En otras palabras le aconsejaron que se acostumbrara al ruido.
Pero él no quiere acostumbrarse a escuchar una y otra vez en su casa las mismas canciones de reguetón ni tener cerca las aglomeraciones de la pipa de cerveza. "Búsquense alternativas sanas de recreación", aconseja a los dirigentes de su provincia.
El Gobierno cubano sigue impulsando el consumo de alcohol, pese a que los médicos alertan de la adicción que sufre una parte importante de la población, especialmente los jóvenes.
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