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Obreros chinos, la tabla salvavidas de algunas casas de alquiler en Santiago de Cuba

Este año las casas de alquiler tienen una tabla de salvamento: los obreros chinos que trabajan en el proyecto de modernización del puerto de la ciudad de Santiago de Cuba, devenidos, por sus propias características de idiosincrasia y culturales, excelentes clientes.

Calle Heredia en Santiago de Cuba © CiberCuba
Calle Heredia en Santiago de Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

Terminados los carnavales en la ciudad de Santiago de Cuba y el Festival del Caribe, eventos que atraen personas de todo el país y también de otras naciones, el ritmo cotidiano regresa a la urbe y con él, vuelve la ausencia de turistas en las casas particulares, característica propia del mes de agosto cuando los foráneos huyen de las altas temperaturas.

Sin embargo, este año las casas de alquiler tienen una tabla de salvamento: los obreros chinos que trabajan en el proyecto de modernización del puerto de la ciudad de Santiago de Cuba, devenidos, por sus propias características de idiosincrasia y culturales, excelentes clientes.

“Son personas muy serias, tranquilas, no andan con jineteras ni te meten muchachitas ni muchachitos ni nada de eso, tampoco son de formar relajo, fiestas o reuniones, son personas bastantes tranquilas, reservadas y no exigen mucho tampoco. Eso sí, no pagan mucho, el precio estándar es 25 CUC la noche y ellos pagan entre 10 y 15, pero es mejor tenerlos a ellos que estar cerrados o entregar la patente. Eso sí, ellos no comen absolutamente nada, o sea, que con la parte de la comida no se puede ganar nada de nada con ellos, pero aun así es un soplo de aire tenerlos”, asegura un arrendador privado.

Ante la ausencia de turistas en la ciudad, los arrendadores han tenido que buscar alternativas menos lucrativas como alquilar sus cuartos a estudiantes de medicina autofinanciados, que se costean ellos mismos sus estudios y que lo más que pagan son 200 CUC al mes, y ahora a los chinos que pagan entre 10 y15 CUC al día, pero por períodos largos de tiempo, lo que proporciona una tranquilidad.

“Una de las mejores cosas que tienen los chinos es que no son turistas derrochadores. Justo antes de salir a trabajar apagan las luces, el aire acondicionado, porque normalmente otras personas de otros países dejan todo encendido y no les gusta que tú se lo apagues, salvo porque no pagan 25 CUC al día, es bueno tenerlos y más cuando escasean los turistas de otros mercados”, comenta.

Esta arrendadora vive en el reparto de Sueño, antigua zona residencial de la mediana burguesía de Santiago de Cuba, y aunque su casa tiene excelentes condiciones dice que encontrar clientes a veces es difícil.

“Yo tengo dos cuartos de alquiler y lo que he tenido que hacer es lo siguiente. El primero trato de buscarme uno de esos estudiantes o un trabajador chino, que pagan poco pero es algo seguro, y el otro sí trato de ocuparlo con clientes que paguen 25 CUC al día, porque uno solo cuarto y con clientes que pagan 10 o 15 CUC al día, no da la cuenta. Hay quien no acepta clientes cubanos, eso lo veo mal y hasta discriminatorio, pero yo acepto a cualquiera, lo que no tolero son las indisciplinas y otras actitudes que puedan ser moralmente cuestionables, pero no pongo reparos. Clientes es cliente”, detalla.

En el caso de los estudiantes autofinanciados, la ventaja es que estos se pueden tener como clientes sin necesidad de tener patente ni pagarla, solo se requiere una declaración ante un notario, aunque hay rumores que dicho permiso se dejará de otorgar, y entonces la cosa se puede poner más tensa para los arrendadores de Santiago de Cuba.

“Estas opciones que van y vienen hay que cogerlas en el aire y no pensarlo mucho por dos razones. Primero en Cuba todo va y viene y nunca tienes seguridad de nada. Segundo, porque el turismo fluctúa mucho, a veces está bueno y otras muy malo, y necesitas una tabla de salvamento para poder mantenerte en este negocio. Tengo amistades que han pasado de alquilar en CUC a alquilar en CUP, tienen clientes seguros y posiblemente ganen más que yo, pero no me gusta eso de convertir mi casa en un lugar de citas donde las personas lo único que hacen es tener sexo. Eso sí que no lo haré”, sentencia.

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