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Matrimonio canadiense lleva 10 años donando bicicletas a los más necesitados en Cuba

"Cuando un hombre de 75 años comienza a llorar porque al fin tiene una bicicleta, nos da una lección de humildad".

Kelly y Robert Richards © The Free Press
Kelly y Robert Richards Foto © The Free Press

Este artículo es de hace 5 años

Un matrimonio canadiense que visita Cuba cada año ha logrado donar cerca de 30 bicicletas a cubanos que viven en zonas de difícil acceso o con acentuados problemas de transporte, recogió este lunes un reportaje del portal The Free Press.

Radicados en Fernie, un poblado al sureste de Columbia Británica, Kelly y Robert Richards colectan bicicletas de uso, piezas y asientos para llevarlos en sus viajes a la mayor de las Antillas, donde un amigo les pone en contacto con personas necesitadas.

Desde hace más de una década, la pareja se propuso ayudar a aquellos más afectados con la generalizada crisis del transporte en la Isla. "Las bicicletas para los cubanos son una forma de moverse, el sistema de transporte no es bueno", dijo Kelly al referido medio.

El agricultor cubano Manuel Otano con su bicicleta donada. "Tiene una pequeña parcela de tierra que cultiva cerca de Torriente", dijo Kelly Richards. "Muchas de las bicicletas que colectamos están ahora en Torriente. Cuando le dimos la bicicleta, se sintió conmovido y lloró"

"La gente necesita las bicicletas, ese es su transporte", recalcó el matrimonio, que ya se alista para regresar a la nación caribeña el próximo noviembre y, entretanto, continúa promoviendo su proyecto de colaboración.

La pareja explica que una bicicleta nueva en Cuba puede costar alrededor de 300 CUC (aproximadamente 390 dólares canadienses), mientras que el cubano promedio solo gana entre 20 y 30 CUC al mes.

"Necesitamos bicicletas de montaña de estilo antiguo, nada lujoso. No necesitan suspensión, solo necesitan componentes básicos. Las bicicletas Walmart y Canadian Tire, por ejemplo, no funcionan porque no puede cambiar los componentes", señaló Kelly Richards.

Kelly y Robert, dos amantes del ciclismo, sintonizan y prueban montar cada bicicleta para asegurarse de que dure en el entorno costero, donde el óxido es el mayor problema. También recolectan llantas de repuesto, tubos, cables y asientos.

Junto a un contacto en la Isla, ambos entregan las bicicletas o piezas bajo la condición de que sean para uso propio y no para revender a un mayor precio. Una vez realizada la entrega, ambos se toman fotos con los beneficiados para garantizar a los donantes que sus vehículos están en buenas manos.

"Cuando un hombre adulto, un hombre de 75 años, comienza a llorar porque al fin tiene una bicicleta, nos da una lección de humildad y creo que es por eso que lo hacemos. Sabemos lo afortunados que somos de viajar, por eso queremos ayudar a las personas", enfatizaron.

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