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“En Cuba hay gente que pasa la Navidad sin poder comerse ni un pedacito de pollo”

"¿Cuánto hay que trabajar para convertir en divisa los pesos que uno gana y poder comprar dos o tres cositas que uno necesita?"

Carnicería © CiberCuba
Carnicería Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

A pesar de que durante décadas los religiosos cubanos fueron discriminados por el sistema político y la sociedad misma, hoy las fiestas navideñas se festejan en la isla como en un buen pedazo del planeta.

La gente, creyente o no, monta un árbol lleno de luces y decora la fachada de su casa, pero muchas veces desconoce que lo que celebra la Navidad.

No obstante, algunos, como Maritza, han tenido siempre claro qué se recuerda el 25 de diciembre. Según la estomatóloga de 57 años, “en Cuba siempre las iglesias celebraron la natividad del Señor, lo que mucha gente lo hacía a puertas cerradas e iba a misa a escondidas. Si bien no se podía celebrar la Navidad con rimbombancia mi familia nunca se ocultó para hacerlo.

“A mis hermanos y a mí nos quitaron antes de tiempo la pensión que recibíamos por el fallecimiento de mi papá y a mi mamá la amenazaron con quitarle la patria potestad y dejarla sin trabajo por ser católica, pero ella nunca dejó de llevarnos a la iglesia.

“Todos los 24 de diciembre que pasaron antes de que el Papa Juan Pablo Segundo lograra que se celebrara la Navidad en Cuba, nosotros fuimos a la misa de Gallo, a las 12 de la noche. Volvíamos como a las dos de la madrugada a casa y luego amanecíamos en la escuela o el trabajo porque no era feriado.

“Amén de los muchos obstáculos que nos pusieron solo por el hecho de ser religiosos, mis cuatro hermanos y yo nos graduamos en la universidad”, resalta orgullosa.

De acuerdo con la madre de Maritza, de 82 años, “la realidad ha cambiado un poco en los últimos 20 años, aunque todavía se intentan limar las asperezas que dejaron los errores pasados.

Los militares y no militares, los comunistas y no comunistas, tuvieron que empezar a ver la religión con mayor naturalidad a partir de la visita de Juan Pablo en 1998. No obstante, el Gobierno sigue encontrando la forma de tronchar la celebración organizando actividades políticas y de masas el día 25, pero los verdaderos creyentes nunca hemos dejado de festejar la navidad como Dios manda.

“Se trata de una fecha que conmemora el nacimiento de Jesús, la llegada de Dios (anunciada siete siglos antes), que se presenta como un humano pobre y escoge a María, una mujer de pueblo, una desconocida, para que sea su madre. Lo que recordamos es el inicio de una nueva era porque la figura de Jesús marcó un antes y un después en la historia del hombre.

“Es un momento mucho más importante incluso que el 31 de diciembre; se trata de una ocasión para pasarla en familia, para atraer las buenas nuevas, los pensamientos felices y las reconciliaciones, para respetar y comprender a los otros sin menospreciarlos”, explica la anciana.

A tenor con la ama de casa Teresa, de 51 años, “antes lo que se comía generalmente era carne de cerdo o pescado con arroz y frijoles. Se asaba un puerco en púa o un guanajo relleno y se preparaba hasta casabe. De ahí comía todo el mundo: fuera de la casa o no. La tradición de asar el pavo ha sido asumida de las costumbres estadounidenses. En la práctica, uno cocina lo que aparezca, pero no deja de celebrar.

“Recuerdo que mi papá antes iba a la bodega con 25 de pesos y traía un saco lleno de dulces y frutas: guayaba y queso, membrillos, uvas, manzanas, higos. ¡Esas sí eran fiestas! Ahora ya no hay Navidad porque no hay ilusión. Hoy no aparece qué comer y cuando lo hace, cuesta un ojo y la mitad del otro.

“Mientras exista tanta escasez de alimentos, no habrá el desenvolvimiento que tanto pedimos desde hace rato los cubanos. ¿Cuánto hay que trabajar para convertir en divisa los pesos que uno gana y poder comprar dos o tres cositas que uno necesita? Por ejemplo, un turrón o una botella de sidra cuestan sobre los 3CUC cada uno, pero para nosotros eso significa que valen 75 pesos cubanos. ¿Y para qué hablar de la carne? Más de una persona no puede comer en Noche Buena ni un pedacito de pollo”, afirma con tristeza.

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