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San Valentín en Cuba: peor que atravesar el Niágara en bicicleta

Los cubanos que llevan a la Isla productos de México y Panamá y los merolicos ‘hacen el pan’ el 14 de febrero. Las tiendas del Estado están vacías. "Hoy hasta las flores se acaban temprano y la red de telefonía móvil colapsa rápidamente”, afirma un economista.

Una pareja de enamorados, en el Malecón de La Habana. © CiberCuba.
Una pareja de enamorados, en el Malecón de La Habana. Foto © CiberCuba.

Este artículo es de hace 5 años

En Cuba, como en medio mundo, el día de San Valentín es rojo, tiene forma de corazón y sirve para dar, más que para recibir. Algunos lo viven solo esperando amor. Otros, añorando obsequios costosos o paseos que rompan la rutina.

Inevitablemente, a pesar de lo mucho que cuesta en la Isla mantener con vida la tradición de los enamorados, la gente (ya sean amantes, amigos o familiares) gira desde hace semanas en torno a qué comprará para el 14 de febrero.

De acuerdo con Yosbel, de 29 años, lo más importante no es el regalo, sino la intención, el mensaje con que se entregue. “El problema está en que una cena romántica o una serenata, que son de las cosas que más disfrutan las mujeres, equivale a un ojo de la cara y la mitad del otro. El 14 de febrero significa estrés y frustración para el cubano porque son los menos los que pueden obtener lo que quieren regalar".

“Yo mismo le compré un vestido a mi novia, pero para pagarlo a plazos porque me costó 30CUC, es decir, más de lo que me pagan en un mes. Solo una jarra de cerámica con una foto impresa sale en 6 CUC. En esta época la gente que trae productos de México, Panamá y otros países, y los llamados merolicos ‘hacen el pan’. Hoy hasta las flores se acaban temprano y la red de telefonía móvil colapsa rápidamente”, afirma el económico.

La revendedora Dorita, de 39 años, lleva más de una década dedicándose a esto y sabe que lo que más se vende son las flores de cristal, los peluches y las postales. "Le sacamos una buena tajada a todo eso. ¿Qué vamos a hacer si todo se pierde de los mercados y por eso es un negocio acaparar los productos de más demanda?”

A tenor con la psicóloga Katya, a ella le basta con un beso, una tarjeta o la compañía de su pareja, pero muchos quieren algo más utilitario o rimbombante, como un par de zapatos o la estancia en un hotel “todo incluido”. De todos modos, agrega, “creo que mi novio me regalará un perfume porque me conoce bien y sabe que esa es mi debilidad".

“San Valentín es para impresionar a los seres queridos. Lo más triste es que todo el mundo no puede darse el lujo de comprar un presente y muchos pasan 'El Niágara en bicicleta' para encontrar algo que sirva. De hecho, las tiendas recaudadoras de divisas están vacías desde hace rato y la gente se nota desesperada porque hasta para los enamorados las ofertas son pobres. Como casi todas las instalaciones estatales están igual de desabastecidas, las mejores opciones para festividades las tienen los particulares”, señala.

Por otro lado, están los que, como Oscar, de 31 años, enfrentan la fecha con tristeza porque no tienen con quién compartirla. “Tal vez salga con unos amigos o me quede en la casa a comer con mi mamá porque ahora no tengo novia”.

La joven arquitecta Vivian confiesa que le gustaría que le regalaran una caja de bombones o que la llevaran a comer a algún restaurante para luego pasear tomada de la mano de su novio. “Adoro el chocolate, pero más la espiritualidad que vive en nuestra relación, la misma que me hace despertar siempre alegre. San Valentín ha trascendido en todo el planeta como un momento propicio para recordar lo bueno que tenemos”, agrega feliz.

Cuentan que el 14 de febrero se celebraba en la antigua Roma como parte del festejo -dedicado a Lupercus, protector de los pastores y sus rebaños- que daba la bienvenida a la primavera y exaltaba la fertilidad.

En el año 494 el papa Gelasio I decidió convertir esa fiesta pagana en una celebración católica. Todavía no queda claro quién fue San Valentín. Sin embargo, se dice que debió ser uno de tres mártires ejecutados en tiempos del Imperio Romano.

Si bien se le atribuyen varias identidades, la mayoría de los expertos coinciden en que este santo fue un médico romano que se hizo sacerdote y al que el emperador Claudio ordenó decapitar en el año 270 por oponerse a la prohibición del casamiento entre las parejas jóvenes.

Las historias narran que el monarca pensaba que los hombres solteros en la flor de la vida eran mejores soldados y Valentín lo desafió uniendo en secreto a los amantes. Murió un 14 de febrero, por lo que se le considera el patrón de los enamorados.

Tras ser conmemorado por la Iglesia católica durante 15 siglos, el día de San Valentín pasó a ser en 1969 una fecha con santo, pero sin celebración. No obstante, nada ha podido marchitar su espíritu festivo original, sino que perdura como una tradición universal, compartida incluso por países de minoría católica.

Con el desarrollo tecnológico, la fecha fue creciendo como negocio. Por solo poner un ejemplo, datos de la Federación Nacional de Comercio de Estados Unidos refieren que en este país se gastan anualmente más de 18.900 millones de dólares en tarjetas y otros detalles para la ocasión.

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