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Reconocen en prensa oficialista el negocio de las “tesis por encargo” en Cuba

“No hay mecanismos para detectarlo" afirma el director de Posgrado de la Universidad de Sancti Spíritus.

Universidad de La Habana (imagen de referencia) © CiberCuba
Universidad de La Habana (imagen de referencia) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

“Una enfermedad ha ido contagiando a muchos: las tesis se encargan y se pagan. Da lo mismo si son de alguna especialidad de la Medicina, Derecho, Arquitectura, Estudios Socioculturales… Hay escribas multifacéticos y distinguidos por carreras”.

Con tal aseveración publicada en las páginas del periódico Escambray, el órgano oficial del partido en Sancti Spíritus reconoció la existencia de un fenómeno que ni es nuevo ni tampoco es privativo de las universidades espirituanas: las tesis de licenciatura, ejercicio con el que suelen graduar la mayoría de los universitarios cubanos, se pueden comprar como un pantalón o cinco libras de malanga en el mercado de al lado.

El rotativo, incluso, se refiere a algunos de los precios que hoy tiene graduarse en Cuba: “Es un canje underground: algunas investigaciones valen 40 CUC hasta con el PowerPoint incluido o se cotizan también por páginas; sin más fisco que la tajada en el bolsillo del alumno. Porque por más reacomodos y perfeccionamientos que ha tenido el trabajo por cuenta propia jamás nadie sensato ha aprobado el “hacedor de tesis” como figura en el sector no estatal”, ironizó el semanario espirituano.

Escambray recordó que existen otras actividades vinculadas a la confección de una tesis y que sí son autorizadas por el gobierno cubano, como es el hecho de las patentes de mecanografía, impresiones y escáneres de documentos, pero de ahí a entregar la responsabilidad de una investigación a alguien totalmente ajeno al objeto investigativo, existe un gran trecho.

Se trata en primera instancia de un gravísimo hecho de fraude académico que no solo pone en entredicho a las universidades cubanas sino que, además, nos hace dudar de las competencias de esos profesionales que no fueron capaces ni siquiera de confeccionar el trabajo más importante de su vida estudiantil.

Curiosamente, según puede leerse en las páginas del rotativo, ninguna de las autoridades universitarias entrevistadas por Escambray condenó de manera categórica esos hechos. Por el contrario, se limitaron a aceptar tácitamente el fenómeno y admitir que era muy difícil de detectar cuando un estudiante comete un fraude de este tipo. Con una postura así las autoridades de la educación superior de la provincia muestran tal indefensión que en el peor de los casos sus declaraciones convidan a que incurran más personas en esta modalidad de fraude académico.

“Es difícil de detectar. Como regla, los trabajos de diploma responden a proyectos de investigación o a problemas de la producción o los servicios donde han hecho sus prácticas laborales y siempre tienen un tutor por la universidad. (…) No obstante, cada facultad en su plan de prevención tiene establecido un grupo de medidas para detectar cualquier tipo de fraude en los ejercicios de terminación de estudios”, indicó el doctor en Ciencias Agrícolas Pedro Fuentes Chaviano, vicerrector de la Universidad de Sancti Spíritus.

Por otra parte, el doctor Luis Manuel Piñero Pérez, director de Posgrado de la Universidad de Ciencias Médicas admite que no hay mecanismos para ir más allá de la duda y detectar tales fraudes: “No hay nada institucionalizado para tener certeza de que el producto presentado desde el proyecto hasta el final no lo haya hecho el estudiante. De darse esos casos, cada cual desde la moral puede combatir el fenómeno”, argumentó.

Quizás se deba a esa indefensión manifiesta el hecho de que solo se haya detectado un caso de fraude hace ya cinco años, según reconocieron las fuentes consultadas. Ante tan preocupante realidad se pregunta Escambray: “¿Y los tribunales no advierten el calco reiterativo?” y a continuación se responde: “Hay silencios que revelan complicidades”.

El semanario espirituano sostiene igualmente que esa “complicidad” pudiera deberse a la poca importancia que se le brindan a las tesis de grado, las cuales son entendidas más como un ejercicio académico que científico: “Y es que un resultado ha ido generalizándose por años: las soluciones propuestas en muy pocas ocasiones se tienen en cuenta para transformar la realidad que se estudia”.

Con anterioridad CiberCuba se ha hecho eco del lucrativo negocio de las tesis en Cuba, un fenómeno que al parecer llegó para quedarse en las universidades cubanas, sin que el ministerio de Educación Superior reconozca el problema y decida enfrentarlo.

“Ya es cuestión de moldes, dicen muchos. Pararse encima de otro proyecto, cambiar títulos y problemas investigativos, cotejar estadísticas y reescribir resultados. ¿Ganancias? El estudiante solo acopia algunos datos y se gradúa, no pocas veces, con 5 puntos y el escriba gana pesos de más con esfuerzo de menos. (…) Lo más pernicioso es que hayamos llegado a ese punto en que las tesis son otra de las tantas cosas que se compran así, por encargo, concluyó Escambray.

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