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Los inventos de los profesores universitarios cubanos para llegar a fin de mes

Buscan alternativas de incrementar sus ingresos mensuales, pues la realidad indica que padecen como tantos el mal más común en la isla: los precarios salarios.

El Alma Mater, Universidad de La Habana © CiberCuba
El Alma Mater, Universidad de La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

Hacerles la tesis de graduación a los futuros profesionales de Cuba, vender horas de sus cuentas institucionales de internet, aprovechar el horario libre para dedicarse al cuentapropismo y buscar becas y contratos en el extranjero con el mismo rigor que practicar deporte de alto nivel, son algunos de los caminos que han encontrado los profesores universitarios en la isla para sortear el asfixiante artículo 30 del actual “Código de Trabajo”, que les impide incursionar en el pluriempleo, muy necesario en la isla para todo aquel que intente sobrevivir sin tanto estrés económico.

“Los profesores universitarios son de los pocos profesionales en Cuba que hoy tienen acceso a internet sin pagar un medio, ya sea desde sus hogares o desde las escuelas, por cable de red o wifi. Sé de algunos que venden sus horas de acceso a internet a precios más bajos que los que da ETECSA en sus zonas Wifi, y con eso se buscan su dinerito. Claro, buscan personas de confianza que les compre o les ayude a vender, pues las consecuencias de tratar de vivir decentemente pueden ser graves para ellos. Yo he comprado la hora a 50 centavos, o sea, dos horas por 1 CUC”, explica Héctor, estudiante universitario.

Asegura este educando que aun cuando la mayoría de sus profesores tiene internet y el salario, igual que a la mayoría de los profesionales en la isla, no les alcanza para vivir, han preferido no vender sus horas de conexión por las consecuencias en caso de que fueran atrapados.

“A los profesores hay que cogerle lástima. Tienen en la mano el futuro del país, de los profesionales del mañana como dicen en la prensa, y sin embargo no tienen un salario decoroso, entonces la única posibilidad que tiene de buscarse algo extra es a expensas de ser botados o buscarse problemas. Quienes lo hacen es porque tiene necesidad, no hay otra alternativa y están desesperados, y solo así superan el miedo a las consecuencias. Yo usaba la cuenta de una profe de otra facultad, socia mía, que tenía a su mamá postrada, y era la manera de ganarse un buen dinerito y comprarle la comida que su estado demandaba”.

Una medida asfixiante y la necesidad, madre de todas las invenciones, han arrojado a estos profesionales a la aventura de lograr sobrevivir. Vender las horas de internet no es, entonces, la única alternativa de subsistencia que han podido encontrar.

En un reciente trabajo publicado en CiberCuba, se abordó precisamente el tema de hacer las tesis de graduación de los futuros profesionales cubanos y el por qué de este fenómeno emergente en varias ciudades y centros de enseñanza superior de la isla.

“No es una verdad conocida por todos, ni son muchos los que conozco, y tampoco algo que se divulga, no existe tarifas ni algo estándar por decirlo de alguna manera, pero sí sé de algunos profesores que ofrecen sus servicios y van desde una ayuda bastante cercana hasta literalmente hacer una tesis completa, desde el título hasta la última fuente bibliográfica”, asegura Héctor.

“Sé de una profesora de inglés que ha llegado a cobrar 150 CUC por hacer una tesis de licenciatura y 250 por una tesis de maestría, y muy pocas personas, para no decirte que casi nadie, sabe de esto”, acota.

La actividad cuentapropista, unido con el horario flexible de los profesores universitarios, son una mezcla perfecta para el que no supera el miedo, casi tan común Cuba como el catarro, y que aun así necesita opciones para poder sobrevivir.

Mónica es recién graduada y profesora de la especialidad de informática. Ella encuentra en la flexibilidad del horario la cobertura perfecta. “Trabajo en dos lugares en mi tiempo libre. En un bar del Estado donde me contratan por detrás los fines de semana cuando necesitan ayuda y los mismos dependientes y barman del lugar comparten conmigo las propinas, y también en una paladar. Ambos trabajos los hago por las noches y fines de semana fundamentalmente, aunque a veces, por tener un horario abierto, trabajo de día, cuando puedo”.

Perfectamente en una semana, incluso entre sábado y domingo, ella puede ganarse el equivalente de su salario como profesora universitaria. Sin embargo, ella, igual que muchos aún, tiene hasta el tuétano el sentido de que el camino “correcto”, el que le enseñaron, es llegar hasta la universidad, tener su título y ejercer en algún puesto laboral del Estado.

“Me da seguridad. Esa es la verdad. Aunque la misma cobertura del tiempo libre, puedo hacer otras cosas, si no no puedo ni comprar la ropa para ir al aula, porque como profesor, tengo que dar el ejemplo y nada de blusas de tirantes o ropa corta. Pero el salario de profesor no alcanza ni para eso. Entonces estoy entre la dicotomía de lo que me enseñaron y lo que necesito. No es fácil, no sé cuánto duraré, pero supongo que al final me quedaré trabajando en paladares, es lo que realmente me da para vivir, no ser profesora universitaria”.

Ana Mercedes sigue lo que se ha convertido en casi una tradición en su departamento: hacer cakes para vender. “Casi como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, varias de las profesoras que trabajamos juntas nos dedicamos a lo mismo, porque la realidad indica que un salario no es suficiente, y eso que no tengo hijos, no sé ni cómo hacen quienes sí son madres”.

Una de las vías que han encontrado de incrementar sus ingresos aquellos que dedica sus esfuerzos a preparar a los profesionales del mañana es ofrecer sus servicios en otra parte del mundo.

Pero asegura Ana Mercedes que no es fácil. “Eso de conseguir becas, matricularse en programas de maestrías y doctorados, o dar clases en otras universidades, todo autorizado por la institución a la que pertenezco, no es fácil. Para los dos primeros te ponen trabas, y si eres recién graduado como yo, peor aún. Para el tercero, eso de impartir clases, debes ser máster o doctor, y ese camino es duro, mientras hay que sobrevivir, por eso hago cakes, y también vendo ropas y zapatos, en la universidad hay un enorme mercado para hacerlo, pero sin que se sepa, pues es bastante mal visto por los directivos y te pueden llamar la atención, dicen que los alumnos no te respetan si vendes ropa, y yo lo que creo es que uno debe sentir respeto por uno mismo y tratar de vivir con dignidad, y el salario, no da eso”.

En diferentes espacios los profesores universitarios han manifestado que tal medida que impide incursionar en el pluriempleo es asfixiante. Así lo han hecho saber pero ninguna respuesta satisfactoria han encontrado, solo que quien educa a los profesionales del futuro necesitan tiempo para superarse. Solo esa.

“Pero quienes han decidido eso parece que olvidaron que para hacer ciencia, o dar la mejor educación posible, lo primero es cubrir, al menos, las necesidades básicas, y un salario de un profesor universitario ni se acerca remotamente”, sentencia Mónica.

Y mientras “el palo va y viene”, como dice el refrán, los profesores universitarios buscan alternativas de incrementar sus ingresos mensuales, pues la realidad, que es al final el criterio donde la verdad languidece o se fortalece, indica que estos profesionales, como otros, padecen del mal más común en la isla: los salarios que a duras penas cubren la adquisición de algunos de los productos de la canasta básica.

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