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La historia del piloto estadounidense que estuvo 18 años congelado en Cuba

En 1961, Thomas "Pete" Ray había partido rumbo a la fracasada invasión por la Bahía de Cochinos, pero no fue hasta 1979 que su cadáver regresó a Alabama, EE.UU.

Janet Ray Weininger con una imagen de su padre, el piloto Thomas "Pete" Ray. © BBC Mundo
Janet Ray Weininger con una imagen de su padre, el piloto Thomas "Pete" Ray. Foto © BBC Mundo

Este artículo es de hace 4 años

Casi dos décadas pasó congelado el cuerpo del piloto estadounidense Thomas "Pete" Ray en una morgue de La Habana. En 1961, había partido rumbo a la fracasada invasión por la Bahía de Cochinos, pero no fue hasta el 5 de diciembre de 1979 que su cadáver regresó a EE.UU., transportado en un avión de la Fuerza Aérea.

Con todo, su historia podía ser considerada dichosa, pues, del centenar de personas que murieron en aquel intento por liquidar el incipiente régimen de Fidel Castro, los restos de "Pete" Ray fueron los únicos que devolvieron a Estados Unidos para que se les concediera un entierro.

Tampoco se sabe la razón específica de por qué el gobierno de la Isla decidió conservar el cadáver del piloto, a diferencia de los otros que fueron desperdigados por diversas zonas pantanosas al sur del archipiélago.

De cualquier modo, el de "Pete" Ray fue recibido en el Aeropuerto Municipal de Birmingham, Alabama, y su familia se pudo ocupar de despedirlo más apropiadamente.

Janet Ray Weininger, su hija, relató en una reciente entrevista con BBC, que el cuerpo del padre era una suerte de premio para Fidel Castro, ya que era una prueba contundente de que la invasión se había organizado desde Estados Unidos, lo cual negaba Washington por aquellas fechas.

Thomas Ray, además, era un reconocido piloto de la Guardia Nacional Aérea de Alabama. Janet Ray tenía apenas 6 años cuando su padre murió. En la actualidad, recuerda cómo fueron a darle la noticia a su madre en la casa mientras ella jugaba afuera. Luego, explica que su padre fue acusado de mercenario por el gobierno de su país, una afirmación que la familia se negó a creer por la hoja de servicios honorable del fallecido.

La hija de Thomas Ray, años más tarde, se dedicaría a librar una batalla por rescatar la honra de su padre, empezando por lograr la devolución de los restos a su patria. Fueron así 18 años en los que también buscó indicios entre documentos y papeles de la basura que desmintieran de alguna forma la acusación en contra del piloto.

Desde los 15 años, comenzó a enviar cartas mensualmente al dictador Fidel Castro para pedirle información sobre su padre, porque ya conocía que estaba entre las tropas de Bahía de Cochinos. Sin embargo, nunca obtuvo respuesta de Castro después de más de 200 misivas enviadas durante 9 años.

En Miami, escuchó rumores de un cuerpo en una morgue de La Habana al que habían fotografiado. La prueba definitiva se la ofreció Peter Wyden, un periodista con el que se había entrevistado meses antes y que le hizo llegar imágenes del cadáver de Thomas Ray en el Instituto de Medicina Legal de La Habana.

Con análisis independientes de Cuba y del FBI basados en huellas dactilares y dentales, corroboraron la identidad del piloto que, por gestiones de la administración de Carter, llegó a Alabama hace ya cuatro décadas.

Junto al cadáver, el gobierno de Cuba envió una factura por más de 30 mil dólares, que representaban los “gastos por la conservación del cuerpo” durante las casi dos décadas que estuvo a -10º Celsius.

La hija asegura que a su padre lo capturaron, fue torturado y le dispararon en la frente a quemarropa, mientras que una autopsia reveló que la causa de muerte fue un tiro en la sien derecha que expulsó un ojo de su cavidad.

Por su lado, la prensa oficialista, según BBC, sostuvo que el piloto no había sufrido agresión alguna, y que la familia debía agradecer que el régimen se hubiera ocupado de conservar el cadáver como lo hizo.

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Maykel González

Periodista de Cibercuba. Graduado de Periodismo por la Universidad de La Habana (2012). Cofundador de la revista independiente El Estornudo.


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