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Muerte de tres niñas en La Habana confirma parálisis y miedo del tardocastrismo

A Miguel Díaz-Canel le ha faltado sensibilidad, mientras la prensa anticubana intenta culpar a los vecinos de la tragedia.

Díaz-Canel encumbrado por Raúl Castro © ACN
Díaz-Canel encumbrado por Raúl Castro Foto © ACN

Este artículo es de hace 4 años

El derrumbe de Jesús María, donde murieron tres niñas aplastadas por un balcón, confirma que el tardocastrismo padece miedo y parálisis política, mientras que la prensa anticubana pagada por el Partido Comunista de Cuba juega con fuego al insinuar que la culpa de la tragedia sería de vecinos inescrupulosos que habrían robado las cintas de señalización de peligro.

Una vez acabada la Marcha de las Antorchas, otro esfuerzo baldío y melancólico, el presidente Miguel Díaz-Canel debió acudir de inmediato a solidarizarse con las familias de las víctimas por tres razones: Obligación institucional, sensibilidad y como padre y abuelo.

¿A qué viene tanta premura del canciller Bruno Rodríguez en twittear condolencias por el trágico fallecimiento de la leyenda norteamericana del baloncesto mundial, Kobe Bryant -para seguir jugando al antiyanquismo selectivo- si le faltan reflejos para abrazar a compatriotas suyos rotos por el dolor?

Por muy duro que fuera el parte operativo de la Contrainteligencia Interna (CII) del 27 de enero, avisando de que el barrio estaba caliente, un presidente no debe estar secuestrado por el tacticismo de los servicios de seguridad e, incluso, estar dispuesto a aguantar sin una mueca, la ira justa de parte de los empobrecidos por el castrismo, del que se proclama continuidad.

Díaz-Canel debió ordenar a la prensa que paga, aunque no controla porque lo sabotea cada dos por tres, que tratara la muerte de esas tres niñas con la máxima sensibilidad y respeto por el dolor ajeno provocado por la irresponsabilidad gubernamental en la conservación y mantenimiento de La Habana.

No es el embargo norteamericano ni la cabeza de un guanajo quien ha destruido a La Habana, han sido los sesenta años de castrismo negligente y pernicioso.

Si los vecinos y las propias niñas muertas no reaccionaron con respeto a las supuestas indicaciones de señalización de Peligro no es porque sean ciegos o tontos es porque sus pupilas están habituadas, desde su nacimiento, a contemplar pobreza, desigualdad y falta de oportunidades.

Un burócrata ocurrente y servil llegó a calificar un número de inmuebles habaneros en concepto de "Estática milagrosa". Y así se duele La Habana que hace las delicias de taimados fotógrafos encandilados por otro eufemismo: Su belleza decadente.

Como si los habaneros fueran tontos y no supieran que su ciudad se cae a pedazos, excepto en barrios de la guara verde oliva y los hoteles de lujo semivacíos, que son bofetadas en medio de tanta ruina fotogénica.

Resulta repugnante que un medio de comunicación trate de culpabilizar a las víctimas de una tragedia cuyos culpables están muertos con honores, semiretirados en mansiones confortables, y gobernando con la perniciosa idea de suplantar realidades con entusiasmo y consignas huecas.

Las crónicas de La Habana cuentan que al derrumbe acudieron Luis A. Tórres Iríbar (PCC) y el gobernador Reinaldo García Zapata, dos burócratas pagados por la casta verde oliva y procedentes de la región oriental, sin relación anterior con la capital cubana y sus problemas.

Cuando hay muertos, sobre todo cuando fallecen por negligencia gubernamental y son niños, el presidente tiene que dar la cara, asumir el coste político y no esconderse en un entramado de antorchas y en el cinismo de una prensa amordazada cuya línea editorial consiste en ser anticubana y procastrista.

Don Miguel, jugar a la ruleta rusa solo tiene un problema, que hay una bala dentro del revólver. Abandone usted toda tentación de vaselina porque La Habana no aguanta más y ordene a la prensa que paga que: Cuando no se tiene el valor de decir la verdad, al menos debe tener el pudor de callarse.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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