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Habana, la ciudad que mata mientras muere

En la vieja Habana la gente sabe que su casa puede caer. Entienden la magnitud del problema y crecen aprendiendo a vivir en él.


Este artículo es de hace 4 años

La primera vez que entré en una casa de San Isidro temí por mi vida mientras ascendía por la escalera. Me lo notaron en la cara. “No pasa na´ muchacha. Esto aguanta.”

Mientras apretaba el pasamanos de madera desgastada e intentaba pisar firme en los escalones sin mármol, mi cabeza enloquecía con los cables eléctricos empatados que colgaban como cortinas. Sabía que una vez hubo lujos donde hoy la gente sobrevive.

Habana Vieja / CiberCuba

Era una casa centenaria, de estrechos pasillos, donde otrora vivía una familia y ahora había ocho. Cada pisada retumbaba. Al pasar por el balcón lateral la indicación era no detenerte y pisar con ligereza.

Dentro del cuarto-casa todo espacio estaba ocupado. Cientos de objetos se amontonaban por doquier. Las paredes de cartón pretendían dar privacidad, mientras el balcón estaba abierto al infinito para que corriera el aire fresco.

Habana Vieja / CiberCuba

Yo dije “ese es mi lugar” y de inmediato una mano me retuvo. Los balcones son sitios prohibidos en la mayoría de estas casas. El tiempo los ha hecho tan frágiles que parece que penden del cielo, por eso en La Habana la gente aprendió a caminar por la calle.

Nunca sabes qué te puede caer de arriba. A veces, no pocas, ha caído gente. La acera, ese espacio de la calle que los urbanistas del mundo idearon para que anduviéramos sin miedos, es en la vieja ciudad un peligro.

Habana Vieja / CiberCuba

No hay una estadística oficial de balcones caídos y si la hay es tan compleja de encontrar como la cantidad de derrumbes anuales en Cuba.

En la Habana Vieja la gente sabe que su casa puede caer. Entienden la magnitud del problema y crecen aprendiendo a vivir en él, superándolo cada día como se puede; jugándose la vida en cada mañana soleada tras el aguacero.

Habana Vieja / CiberCuba

La nueva noticia del derrumbe en que han muerto tres niñas no sorprendió a nadie. Sin embargo, este no es uno más, no puede serlo.

No puede la prensa cubana intentar escapar de puntillas saltando sobre los caminos de la noticia con miedo de que caiga el falso balcón de la comunicación socialista. La muerte de tres personas no es un tema que pueda dejarse en manos de la suerte.

Derrumbe en Habana Vieja, 2018 / CiberCuba

No hay tragedias casuales, es todo parte de una compleja realidad a la que los responsables no han destinado suficientes recursos, ni tiempo, ni voluntades. Siempre hay un nuevo hotel que necesita una inversión, un proyecto “que mejorará” los ingresos del país o cualquier otro pretexto.

La crítica a la situación de la vivienda en Cuba debería ser un objetivo central de la prensa cubana. Denunciar hasta el cansancio la realidad del pueblo que vive con un salario que no llega a fin de mes y que no podrá pagar un saco de cemento.

Terreno del antiguo hospital ¨Pedro Borrás¨. Grafiti de Yulier P. / CiberCuba

Hasta hoy la gente y sus pesares, solo son prioridad en el discurso. Quizás por eso no hace falta la estadística. Nadie en La Habana necesita que le cuenten lo que pasa. Todos lo saben, la ciudad se desploma de a poco y cuando cae es irreversible.

Habitar una ciudad moribunda tiene esas cosas. Va matando mientras muere.

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Gretchen Sánchez

Branded Content Writer en CiberCuba. Doctora en Ciencias por la Universidad de Alicante y Licenciada en Estudios Socioculturales.


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