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Exclusión voces de Navarro y Agüero genera polémica en Cuba

La reposición, en la televisión cubana, del partido final de voleibol femenino en las Olimpiadas Barcelona 1992, genera polémica en Cuba por exclusión de René Navarro y Modesto Agüero.

Modesto Agüero (izda) y René Navarro, dos leyendas de la narración deportiva cubana © Facebook de Modesto Agüero y 5 de septiembre
Modesto Agüero (izda) y René Navarro, dos leyendas de la narración deportiva cubana Foto © Facebook de Modesto Agüero y 5 de septiembre

Este artículo es de hace 3 años

Las televisiones del mundo han tenido que echar mano, en tiempos de coronavirus, al archivo patrimonial de imágenes que poseen y la cubana no es la excepción, para alegría de espectadores por aquello de recordar es volver a vivir y de los más jóvenes, que han podido ver lo que llevaban tiempo escuchando a sus mayores.

Pero, algunas retransmisiones han traído controversias porque no cuentan con su audio original; como es el caso de los eventos de voleibol -narrados originalmente por Modesto Agüero y René Navarro- y cuyas voces deben haber desaparecido de los archivos de la televisión cubana.

Cuando Tele Rebelde (TR) informó que iba a retransmitir el último partido del torneo femenino de voly, correspondiente a los Juegos de Sydney, que constituía el tercer oro olímpico consecutivo de las espectaculares morenas del Caribe, todos nos sentamos frente a la pantalla chica a disfrutar de aquel memorable encuentro.

Extrañada, me preguntaba: ¿De dónde habrán sacado esas imágenes? Pues bien sabía, tras casi cuatro décadas en la Redacción Deportiva de la tele cubana, que no existían, como tampoco se hallan las finales de voleibol de Barcelona 92 y Atlanta 96.

Y así, sin un aviso previo ni una mención a Agüero y Navarro, narraron aquel memorable partido, mis también queridos colegas Rodolfo García y Sergio Ortega.

Por supuesto, la reacción no se hizo esperar, las redes se hicieron eco con muchísimos comentarios y opiniones, en su gran mayoría refiriéndose a porqué las voces de René Navarro y Modesto Agüero, quienes narraron aquel memorable juego, no se escuchaban.

Muchos, entre los que me incluyo, apagamos el televisor o cambiamos de canal. Yo me desencanté, me imagino que otros también.

Aclaro que esto no tiene que ver con la innegable calidad de Rodolfo y Sergio, pero es que si ves el oro de Alberto Juantorena en Montreal quieres escuchar a Héctor Rodríguez con “el corazón” y si reproduces el jonrón de Agustín Marquetti frente a Rogelio García en el Latino, automáticamente escuchas...”¡Y se acabó el Campeonato!” de Eddy Martin.

A raíz de esto, ese maestro de narradores que es René Navarro hizo una declaración aludiendo, entre otras cosas, a que algún problema parece haber con él porque han exhibido combates de judo del propio Sydney con sus audios originales, narrados por Modesto: los títulos dorados de Legna Verdecia y Sibelis Veranes así como la plata de Driulis González.

Sé que el profesor Navarro está dolido…¡y con mucha razón! No puedo entender que a estas alturas, el destacadísimo profesional, tras 43 años de trabajo, gane menos de 500 pesos cubanos mensuales.

Pero sé que contra su voz y sus memorables narraciones tampoco hay nada pues, incluso, minutos antes del juego de marras, TR había trasmitido la final del cetro olímpico en Sydney de Anier García con aquella célebre frase de Navarro: “Anier, Anier, Anier…el título en los 110 con vallas es de Cuba”.

¡Ah! ¿Qué hubiese sido lo correcto, lo elegante, lo ético? Primero que llamaran a Navarro, le explicaran y lo invitaran como testigo viviente de aquella narración; y de no poder él estar presente, dar una breve explicación que fue ofrecida en el siguiente partido trasmitido, de que la Televisión Cubana no tiene, en su patrimonio, esos juegos.

Conversé con Navarro y me aclaró que -en ningún momento- lo invitaron a la retransmisión del partido ni le explicaron que el juego era bajado de internet con la narración en portugués y que, tras su declaración en la redes, sí recibió una llamada de la Redacción Deportiva, poniéndolo al tanto de la situación y preguntándole su disposición a compartir micrófonos con sus colegas de tantos años.

René Navarro rechazó la invitación porque su salud no está bien, a sus 75 años y con la pandemia de coronavirus no sale de casa y que su presencia en esas retransmisiones carece de sentido.

¿Volver a narrar lo de hace 20 años? No, asegura el Cuco, como cariñosamente lo bautizara Antolín León, carismático narrador ya fallecido.

Modesto Agüero, jubilado en España, comentó que había expresado su solidaridad a su compañero René Navarro y que supo del tema por la redactora de esta nota, aunque rehusó entrar en valoraciones.

La postura de la televisión cubana es entendible porque tiene que buscar variantes para entretener a los millones de seres que están recluidos forzosamente en casa por la amenaza del COVID-19, pero pecó de indelicadeza al no avisar previamente a Navarro y Agüero de sus intenciones.

Pero quiero aprovechar esta polémica para lanzar una pregunta en voz alta: ¿Alguien se atreve a pensar qué cantidad de dinero le cuesta al gobierno cubano las transmisiones de Juegos Olímpicos, Panamericanos, Mundiales de Atletismo, de Fútbol?

Sin contar el traslado y estadía del personal y el equipamiento que requiere ese personal que incluye directores, ingenieros, editores, narradores, periodistas y camarógrafos.

Dinero muy bien gastado porque es la mayor distracción de un cubano en el período vacacional y es un respaldo para los atletas pero, por esa misma razón, me pregunto yo ahora, antes y siempre: ¿Cómo no se ha guardado con celo lo que tanto ha costado económicamente? ¿Cómo se han extraviado voces del valioso patrimonio humano de la televisión cubana.

En esta caso, no se trata únicamente de un valor económico invertido en un evento deportivo de talla mundial, sino de preservar los brillantes recursos humanos de la televisión y la radio cubanas, que podrían servir de guía e inspiración a las actuales y futuras generaciones de narradores deportivos.

Modesto y Navarro están en la memoria afectiva de la mayoría de los cubanos, pero sus narraciones son parte del patrimonio cultural de la nación.

No voy a pecar de ingenua porque lo viví. En ninguno de los casos nos podemos comparar con las grandes televisoras del mundo pero…¡si gastamos en las trasmisiones!, el gasto supremo está hecho, había que prever para comprar los soportes necesarios para su conservación.

¿Cuántas veces yo ponía en la tapa de un casete: NO BORRAR, material exclusivo y, al otro día tenía grabado un juego de pelota entre la Isla de la Juventud y Metropolitanos?

Durante casi 40 años, trabajé calladamente por preservar los archivos. Incluso, tras jubilarme y poder visitar a dos de mis hijos que viven en el extranjero, he rastreado las redes sociales y con cubanos locos al deporte, que poseen grandes archivos y -al regresar- he entregado esos materiales al Archivo del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

¿Por qué lo hago? Porque amo a esos deportistas que tanta gloria nos han dado y que en muchos casos, no son debidamente atendidos, y al ver sus triunfos, rejuvenecen y alegran.

Porque amo a mis compañeros de profesión que, venciendo carencias técnicas y materiales, narraron los éxitos y fracasos del deporte cubano, con profesionalidad, rigor y emoción.

Desconozco cómo será en la actualidad pedir materiales al archivo del ICRT, tampoco es objeto de esta nota, pero todo lo que yo pude salvar en casetes Umatic y luego Betacam, ayudada por los amigos, Adonay Villaverde y Carlos Abiague, los entregué al Departamento de Patrimonio.

Voy a revelar algo; asumiendo que me critiquen, una vez jubilada, me ofrecí -gratuitamente- a organizar el Patrimonio deportivo, editar, enumerar los hechos, los atletas. ¡El silencio fue la respuesta!

No creo que haya nada en particular contra esos monstruos de la narración cubana que son René Navarro y Modesto Agüero; que ahora son víctimas de una total despreocupación por conservar los éxitos deportivos de Cuba.

Los cubanos, al margen de la latitud geográfica donde vivan, se sienten orgullosos de los éxitos deportivos de su país y reconocen -con afecto- el trabajo de narradores y comentaristas deportivos.

Y también faltó sensibilidad para una llamada de teléfono, un email en el caso de Modesto, explicando el motivo de sus aparentes exclusiones en tan memorable retransmisiones.

Quizás esto con la digitalización no ocurra, aunque antes de mi retiro, encontrar un disco de almacenaje se hacía difícil. Como decía el profesor Eduardo Dimas: “Saque usted sus propias conclusiones”.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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