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Cubana cuenta la violencia de género que sufrió en Alemania: "Viví diez años en un infierno"

Las cifras oficiales no reflejan la realidad del drama que viven muchas mujeres latinoamericanas en países europeos producto de la violencia de género, pues no denuncian por miedo a ser deportadas, o a perder la custodia de sus hijos en un proceso judicial.

Violencia de género / "Eres mía" © Verónica R. (Teirod) en Flickr
Violencia de género / "Eres mía" Foto © Verónica R. (Teirod) en Flickr

Este artículo es de hace 3 años

Una cubana relató a EFE, la violencia de género que sufrió durante 10 años de matrimonio en Alemania. El miedo a que el divorcio supusiese perder a su hijo y tener que volver a Cuba la mantenía atada a su maltratador.

Tras su boda en Cuba, viajaron y se establecieron en Alemania. Luego llegó su embarazo y su deseado hijo. Sin embargo, la felicidad de la maternidad se convirtió en el detonante de continuas escenas de violencia doméstica.

Esta mujer relata que, tras el nacimiento de su hijo, su relación matrimonial se convirtió en un infierno. El cambio se dio de la noche a la mañana y empezó el maltrato psicológico.

"Vivía con pánico, un estrés tan grande. Tenía miedo a todo. Quería volar. Tener alas y salir volando", recuerda esta mujer en su entrevista.

No revela su identidad para protegerse así misma y a su hijo, pero comparte sus anécdotas porque sabe que es un problema que afecta a miles de mujeres en el mundo y su historia puede ayudar a latinoamericanas y extranjeras que se encuentran en su situación similar y necesitan dar el primer paso.

En 2018 se registraron en Alemania 140.755 denuncias por violencia en la pareja y el 82 % de las agredidas fueron mujeres, según datos del Ministerio de Familia, Tercera Edad, Mujer y Juventud. Alrededor del 30 % de las víctimas son mujeres extranjeras, un colectivo especialmente afectado.

En Alemania varias organizaciones no gubernamentales y asociaciones de mujeres extranjeras ofrecen ayuda a víctimas de violencia. Sin embargo, pocas extranjeras se acercan a solicitar apoyos. La cubana de esta historia sí lo hizo y consiguió salir adelante.

Las cifras oficiales no reflejan la realidad del drama que viven las mujeres extranjeras, pues no denuncian por miedo a ser deportadas, o a perder la custodia de sus hijos en un proceso judicial.

Se convierten así, en uno de los grupos más vulnerables frente a la violencia de género pues están fuera de su entorno sociocultural, lejos de sus familiares y con reducidos círculos de amistades.

Además, con frecuencia tienen poco dominio del idioma y fuerte dependencia económica de sus maltratadores. De esta manera no encuentran apoyo y sufren su drama en absoluto silencio.

En Alemania el Ministerio de la Mujer es consciente de este dilema y puso en marcha en 2013 el "Hilfetelefon" (08000 116 016), la línea gratuita de atención a las mujeres víctimas de violencia, con traductores simultáneos a varios idiomas. Pero las extranjeras apenas recurren a esta opción.

El chantaje emocional es la principal arma de los maltratadores para quedar impunes tras cada discusión, o cada acto de violencia. “Si vas a informarte, te quito a los niños, no te doy más dinero, te quito el visado o no puedes salir de este país”.

La inseguridad, la falta de vínculos sociales y las carencias económicas las atan irremediablemente a sus agresores.

Una cuestión muy común es encontrar casos de mujeres que en sus países de origen eran independientes y tenían trabajos con alta formación académica, pero ahora están ejerciendo tareas por debajo de su nivel profesional y con contratos precarios.

Como mujeres inmigrantes no consiguen recuperar ese estatus social que tenían en sus países de origen, aun cuando fueran más bajos sus ingresos económicos.

Tal es el caso de la cubana que contó su experiencia, asegura que pasó de las carencias de todo tipo que se viven en la isla, a un modo de vida desarrollado en Alemania, pero sin autonomía económica.

Los patrones machistas de las sociedades latinoamericanas implican la permanencia en entornos de violencia, pues los consejos de familia y amigas suelen ser “sé paciente, es una mala etapa, eso pasará”, pero no pasa y va a peor.

La mayoría de los países europeos no tiene una sólida ley de violencia de género, sino una ley de violencia doméstica que se centra en la violencia física, en los daños demostrables.

Esto provoca que tratos vejatorios, violencia psicológica y económica, sean difíciles de probar y por tanto las mujeres, de todas las nacionalidades, están desprotegidas.

El sistema social alemán tiene una red de apoyo que cubre estas ayudas y la protección de la mujeres. Sin embargo, pocas se arriesgan a dar el paso, porque implica la aceptación de que hay un problema y que se necesita ayuda para salir adelante.

La cubana de esta historia consiguió su divorcio, está recibiendo apoyo psicológico por parte de una ONG y recibió ayudas del Estado alemán. Recientemente consiguió un apartamento de alquiler, donde vive con su hijo.

La antigua licenciada en Pedagogía es hoy una mujer divorciada, cuidadora de ancianos y empleada doméstica. También es independiente económicamente, mantiene a su hijo y asegura: "Me gusta más ésta que soy”.

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