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En julio como en enero, para el turista extranjero que me da su dólar franco

El régimen comunista cubano ha anunciado que el próximo 1 de julio abrirá sus fronteras al turismo internacional. El conglomerado empresarial dependiente del ejercito y la seguridad del estado vinculado al negocio turístico ha decido que no puede esperar más.

Turistas en La Habana (Imagen de referencia previa a la cuarentena por coronavirus) © CiberCuba
Turistas en La Habana (Imagen de referencia previa a la cuarentena por coronavirus) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

De acuerdo con una reciente publicación de la Oficina Nacional de Estadística de Cuba, ONEI, en el mes de abril se recibieron 1035 visitantes, que representan un 77,4% menos que en igual mes de 2019, nada más y nada menos que 457 069 menos que en el mismo periodo del año anterior. De igual modo, en los cuatro primeros meses del año, la llegada de turistas se redujo un 49% con respecto al mismo período del año anterior (1). Datos realmente preocupantes, si se piensa que en estos meses suele coincidir la temporada alta en Cuba.

Ante la alarma provocada por los datos, el régimen comunista cubano ha anunciado que el próximo 1 de julio abrirá sus fronteras al turismo internacional. El conglomerado empresarial dependiente del ejercito y la seguridad del estado vinculado al negocio turístico ha decido que no puede esperar más.

De manera sorprendente, cuando los casos de coronavirus continúan aumentando en Cuba, las autoridades, en lo que denominan segunda fase de la desescalada tras la crisis sanitaria del COVID-19, abren la actividad del turismo internacional, fundamental por las divisas que suministra.

Pero con las divisas el riesgo es que pueden llegar casos importados del virus, de modo que para limitar los efectos y la propagación a la población, al menos de momento, se ha decidido que entrará en funcionamiento solamente la cayería de la Isla, donde se encuentran los hoteles de Cayo Largo, Cayo Coco, Cayo Guillermo, Cayo Cruz y Cayo Santa María.

Conviene destacar que en este momento y dadas las condiciones de evolución de la pandemia, con brotes en China o Alemania, que han alarmado a la opinión pública mundial, la actividad del turismo puede verse afectada por dichos episodios y tener consecuencias que acaben siendo negativas.

Ya la industria de los cruceros ha acordado, en una decisión muy importante, mantener paralizada la actividad hasta noviembre. Esta apertura temprana del turismo en Cuba tiene unos efectos y consecuencias que las autoridades, con el primer ministro Marrero al frente, deben conocer.

Un buen ejemplo. Cierto es que este mismo jueves han comenzado las ventas de las ofertas a turistas extranjeros, pero ¿han pensado las autoridades en el impacto que sobre la demanda pueden tener estos episodios de brotes en la pandemia? La cuestión es importante porque el esfuerzo realizado por volver a poner la maquinaria hotelera en funcionamiento y las inversiones que se tienen que realizar en materia de protección de la salud de los viajeros, son elevadas y si se produce una caída inesperada de la demanda, las pérdidas pueden ser cuantiosas. Este es un sector en que habrá que ir con mucho cuidado y las prisas acaban siendo malas consejeras.

Además, hay que tener otras cuestiones no menos importantes. La decisión de las autoridades de limitar la llegada de turistas a la zona de los cayos, y proceder a su reclusión, vigilancia y control en esas zonas, impidiendo su contacto con la realidad del país, priva a estos turistas de uno de los puntos fuertes de la experiencia de viajar a Cuba, que es el contacto con la población. Por muchas excursiones que oferten y que pretendan concentrar el ocio de los turistas en actividades náuticas, al cabo de unos días de sol y playa el aburrimiento puede con todo.

Los turistas se van a llevar la misma decepción que aquellos primeros viajeros que llegaban a Cuba en los comienzos del turismo y que no podían circular libremente por la isla. Con decisiones de este calibre, la imagen comunista y de control de la isla vuelve a aflorar con especial contundencia, provocando el rechazo en muchos viajeros. Sin querer, las autoridades pueden estar incidiendo de forma negativa en la repetición de estos viajeros a la isla que es la clave del crecimiento del sector. Muchos, simplemente, no volverán.

Además, al confinar a los viajeros en la cayería norte, la mayor parte de la oferta turística privada, localizada en La Habana y en las ciudades coloniales, no se van a beneficiar de la llegada de viajeros. De ese modo, el régimen se queda con todos los gastos realizados por los turistas fuera de los hoteles, y los emprendedores privados no consiguen obtener los ingresos que necesitan para mantener sus proyectos. Un duro golpe para muchos emprendedores privados, que no podrán beneficiarse del desarrollo del turismo. El conglomerado estatal de la seguridad del estado y ejército, se queda con todo, y se sale con la suya.

Buen ejemplo de ello, el alquiler de autos, se circunscribe a la cayería, y así, todas las demás actividades. Paladares, alquileres de viviendas y habitaciones, bares y cafeterías, espectáculos musicales, salas de fiestas, artesanías, tendrán que esperar a que se modifiquen las zonas de recepción o conformarse con el turismo interior de cubanos y residentes extranjeros en el país, cuya capacidad de gastar es limitada. Este turismo ha sido autorizado desde el 18 de junio, en todas las provincias, excepto La Habana y Matanzas.

Para este mercado interno, dirigido a captar las remesas que envían las familias, el régimen pone a disposición las instalaciones hoteleras y de campismo popular. En ningún momento se establece que el turismo cubano pueda dirigirse a los confines del internacional en la cayería norte. Casi treinta años después, vuelven a correr los aires del apartheid turístico que tanto agradaban a Fidel Castro. El campismo será la oferta predominante para los cubanos como en años anteriores, limitando los desplazamientos a la misma provincia en que se reside y se encuentran las instalaciones, lo cual plantea no pocos problemas.

De modo que, la principal novedad del “retorno a la normalidad comunista” en el turismo internacional de Cuba es, junto a la reclusión en la cayería norte, que el viajero que llegue a Cuba en esta fase inicial de apertura, tendrá que someterse a las siguientes actuaciones decretadas por el régimen:

Primero, se les realizará la prueba PCR a la llegada al país, avalada por el Ministerio de Salud Pública. Nada se dice respecto a un resultado positivo de la misma, pero es importante saber qué pasará con la necesaria cuarentena.

Segundo, se les informará igualmente de la restricción de movimiento, pudiendo circular solo dentro de los límites del polo turístico en el cual se encuentren alojados. Sugiero que esta información se facilite en Madrid o Londres. Muchos optarán por otros destinos.

Tercero, se establecerá vigilancia clínico-epidemiológica en las instalaciones hoteleras, con la presencia de médico, enfermera y técnico en higiene y epidemiología, las 24 horas. Los hoteles como si fueran hospitales. ¿Quién pagará este dispendio? ¿Estará incluido en el precio? Hay que vigilar bien los precios de los paquetes turísticos en Cuba, pueden dar sorpresa.

Cuarto, se crearán condiciones en hoteles para el aislamiento de turistas extranjeros con síntomas respiratorios. ¿Qué garantías ofrecen estos aislamientos?

Quinto, los trabajadores que prestan servicios en los hoteles de turismo internacional tendrán un régimen de alojamiento dentro del polo turístico, y se establece para disfrutar de su descanso la obligatoriedad de una cuarentena por 7 días y realizar test rápido al concluir la vigilancia.

Sexto, por último, los trabajadores de los cayos que no puedan cumplir con las condiciones del régimen de trabajo que se aplicará, se les mantendrá el mismo tratamiento laboral que se ha llevado hasta el momento.

¿De verdad creen los dirigentes del régimen que los turistas viajarán a Cuba en estas condiciones? ¿Y que podrán competir con otros destinos internacionales con este tipo de intervenciones? ¿De verdad cree que volverán después de pasar esta experiencia?

La situación del sector es preocupante, porque este tipo de decisiones, que obedecen a una problemática concreta en el momento actual, pueden estar ejerciendo una influencia nefasta sobre el turismo cubano en el futuro. No por mucho madrugar, amanece más temprano. Los errores en la precipitación, se acaban pagando con un alto precio.

(1) La reducción absoluta del número de viajeros ha sido de 945.376 personas, casi un millón, con respecto al mismo cuatrimestre de 2019. Ver http://www.onei.gob.cu/sites/default/files/04_llegadas_de_visitantes_abril_2020.pdf

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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