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Iramis Torres, influencer que ama a Cuba hasta el infinito

Desde pequeña supo que estaría ligada a la música, Van Van y Estados Unidos hicieron el resto.


Este artículo es de hace 3 años

Iramis Torres (La Habana, 1971) posee la noble cualidad de estar en el momento justo, en el sitio adecuado, pero sin que se note. Sabe que una clave de felicidad es ayudar a otros a brillar, escuchar a todos y callar lo que ha visto tras bambalinas, que es mucho, bueno y malo, como en toda acción humana.

Ha sufrido lo suyo, pero nunca se queja. Se mueve por el mundo y en las redes sociales con dos armas invencibles: Su sonrisa y generosidad, que la llevan a dormir menos de lo recomendable porque ha muerto Rosita Fornés y los cubanos deben saber que se han quedado un poco huérfanos.

Vive en Tampa, junto a su hijo Nick, un hombrecito valiente y brillante, pero igual de sensato que su mamá. Valiente porque le salvó la vida, brillante porque la ciudad donde vive reconoció sus méritos académicos en dos carreras universitarias y su trayectoria estudiantil.

Quizá muchos lectores la asocien -principalmente- con Van Van. Pero Iramis sabe escuchar, tiene oído de música y para esa otra melodía que arranca del agotamiento de la estrella, cuando se han apagado las luces y los aplausos, y caminan hacia el camerino para desmaquillarse y beber agua, mientras la influencer permanece atenta y callada, mirándolo todo con esos ojos de hembra armoniosa e iluminando la escena con una sonrisa que le sale del alma, como sale la alegría de quienes han llorado.

Con Pancho Céspedes / Foto: Cortesía de la entrevistada

¿Qué opinión le merece el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos, y entre artistas de ambas orillas?

La cultura es un conjunto de tradiciones y expresiones artísticas, la identidad de un pueblo que refleja sus raíces. El intercambio cultural ha existido siempre entre los pueblos, en su esencia conceptual intercambiar es yo te ofrezco y tú me das.

Si nos referimos a intercambio entre Cuba y Estados, hablamos de la cultura de ambos países. Los artistas cubanos no vienen siempre por un concierto o un show en Miami o Tampa.

Ellos vienen porque ponen el nombre de la música cubana en la cima de Estados Unidos y exponen su arte en festivales, conciertos de jazz o eventos culturales americanos, como los de New York, Washington o Los Ángeles.

Hay artistas y agrupaciones musicales que no vienen a través del intercambio y el público desconoce esto, sino que solicitan la visa P-2 para trabajar en Estados Unidos o actuar en festivales. El primer trámite es obtener un permiso como cualquier otro artista de un país foráneo y un funcionario del consulado les concede o no la visa.

A veces son traídos por compañías privadas u organizaciones de USA, que incluye el itinerario de fechas y locaciones de los eventos, y el pago que reciben es únicamente para la dieta (gastos diarios de desayuno, almuerzo y cena). En enero, al Jazz Plaza fueron cinco grupos de Estados Unidos a Cuba.

Conozco de artistas como Frank Fernández que no ha podido venir porque le han negado la visa.

¿Y no le gustaría ver a Gloria Estefan o a Willy Chirino actuando en La Habana?

¡Claro que sí!, el caso de Gloria Estefan no lo conozco, pero a Willy Chirino sé que lo han invitado varias veces a Cuba y el no ha ido por su postura política.

A mí me encantaría ver aquí a la gran Litz Alfonso con su compañía de danza o a la agrupación folklórica Yoruba Andabo, y así igualmente puedan ir grupos de rock o hip hop a presentarse en Cuba.

Ahora se está organizando un festival online entre varios artistas de la isla y de aquí, algo grande para todos y Danny Glover es uno de los principales responsables de esta fiesta musical.

Me gustaría ver a los cubanos apoyando en Estados Unidos a sus artistas, no digo a los que vienen de Cuba, sino a artistas que viven aquí desde hace muchos o pocos años y no siempre consiguen llenar sus conciertos y teatros.

En fin, en todo esto del intercambio cultural padecemos la putería de ambas orillas, que es ruido y no música.

Iramis con Samuel Formell, director de Van Van

¿Cómo ha sido tu trabajo con Los Van Van?

El trabajo promocional con Los Van Van ha sido un gran regalo en mi vida. Es un orgullo para mí defender el legado del maestro Juan Formell, soy vanvanera desde la cuna hasta la luna.

Desnudando mi humildad, lo que más he amado hacer en las redes sociales. Es lindo tener esa complicidad y la confianza de artistas que admiro desde niña, gracias a sus hijos por la amistad.

A mis queridos amigos Robertón Van Van y el Lele Asere por su respeto y cariño. Agradezco a su música que nos une y a Ernesto Lago, su manager en Estados Unidos. por confiar en mí.

¿Qué diferencia hay entre lo que el público ve en un espectáculo y la vida real de los artistas?

La diferencia entre el espectáculo y la vida real es muy grande.

El público a veces no percibe la espiritualidad del artista, las personas sensibles sí. Sus fans no llegan a conocerlos, solo se quedan con su música e imagen y para algunos es fácil juzgar a una persona que tiene virtudes o defectos, como usted y yo.

He conocido artistas muy amables y otros insoportables, con su ego desmedido o una sencillez hipócrita, solo por lucir bien ante sus seguidores.

Igualmente, conozco artistas de prestigio que no pierden su ternura en el escenario o detrás de bambalinas. He visto a un amigo artista, de Los Van Van, llorar por recibir una noticia triste, mientras compartíamos unas copas de vino en el hotel, antes de un concierto en New Jersey.

Todos nos quedamos callados mucho rato, eso es sensibilidad.

Iramis haciéndose un selfie con Leoni Torres / Foto: Cortesía de la entrevistada

Tiene una página en Facebook, Doña Solar, que suele dar el campanazo en temas de artistas cubanos. ¿Cómo la concibió y cómo consigue todas esas notas de tanta repercusión?

¡Oh!, Doña Solar es un espacio virtual dedicado a la cultura cubana, arte, música y farándula. Un lindo grupo de amigos artistas, sus admiradores y amigos personales que me han regalado grandes satisfacciones y momentos memorables. Es el único grupo de Facebook que promueve todas las manifestaciones del arte, me organizo bien y es un placer, mi amor por Cuba es infinito.

Mi página de Facebook es azúcar, como diría la gran Celia Cruz, y la sal que no puede faltar, las redes sociales te enredan para bien o para mal. Saca lo bello y lo feo de las personas, cada cual da lo que tiene y lleva dentro. Agradezco mucho conocer a personas lindas y de corazón inmenso. Mi rinconcito es de paz, risas y música buena.

¿Cuál sería su hit parade de la música cubana?

Benny Moré, La Lupe, Celia Cruz, Bola de Nieve, Ernesto Lecuona, Juan Formell, Chucho Valdés, Celina González, Pancho Céspedes, Gonzalo Roig, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Arsenio Rodríguez, Sindo Garay, Miguel Matamoros, María Teresa Vera, Oswaldo Farrés, Meme Solís, Barbarito Diez, Rosita Fornés, Alexander Abreu, José María Vitier, Alain Pérez, Pablo Milanés, Leoni Torres, Elena Burque, Isaac Delgado, Edesio Alejandro, Amaury Gutiérrez y Waldo Mendoza.

¿Cuándo supiste que te gustaban el mundo artístico y de la farándula?

Lo supe desde niña, gracias a mi padre que era artista graduado de Diseño y dibujante, pintaba muy bien y con sus pinceles tocó con muchos colores mi vida. Trabajaba en la revista Mujeres y yo admiraba su talento desde pequeña. El me introdujo al mundo artístico y a su farándula.

No podía dormir sin música y pipo me arrullaba en sus brazos, acompañados con las canciones del programa Nocturno. Aún no he podido escapar del idilio...

Se qué has sido víctima de la violencia machista. ¿Cómo fueron esos episodios?

He nacido tantas veces que no quiero seguir muriendo... fui víctima de violencia doméstica, de maltrato físico y mental por los celos e inseguridad de un imbécil. A las mujeres que sufrimos ese infierno nos toca tener mucha fuerza espiritual y valor para romper con todo. Es una batalla de amor propio, hay que quererse mucho para superar los malos recuerdos.

Fui víctima de violencia machista a manos de un vecino del barrio, en Buenavista, que padecía un amor enfermizo e intentó abusar de mí. Me persiguió en las escaleras de mi edificio y, cuando me viró, tenía una pistola y la puso dentro de mi pantalón mientras discutíamos apuntando a mi pelvis.

El pánico que sentí fue horrible, la valentía me hizo persuadirlo con palabras para evitar que un gesto brusco acabara con mi vida. Hasta que se separó de mí, y logré correr escaleras arriba.

Ha sido muy duro imponerme ante la vida, en una sociedad machista y ser respetada por todos mis amigos.

Yendo a un concierto de música cubana / Foto: Cortesía de la entrevistada

Pese a sufrir maltratos, tu alegría y amor son contagiosos. ¿Cómo lo consigues?

Cuando se tiene luz propia no importa quedar en lo oscuro. Existe dentro de nosotras una linda vibra que nos provoca renacer, sentirnos bellas, a reinventarse, a olvidar y recomenzar. Mi alegría y amor a la vida me han salvado.

Iramis con su hijo Nick / Foto: Cortesía de la entrevistada

¿Cuál es tu mejor obra?

Amar a mi hijo Nick, que es la música en mis venas. Mi persona favorita, quien le da sentido a mis días, un joven excepcional que me ha dado el honor de disfrutar sus logros con dos títulos universitarios, Licenciado en Física y Máster en Ingeniería Mecánica, reconocido como Orgullo Hispano de la ciudad de Tampa.

Mi hijo es muy caballero, tiene una humildad y bondad inmensas. Él me salvó la vida llevándome al hospital, si no fuese por Nick, hoy no estaría dándote esta entrevista.

¿Cómo fue tu niñez?

Mi niñez fue encantadora e inolvidable. Soy fruto de un amor incondicional entre dos amigos eternos, fui concebida en una luna de miel, en la Isla de Pinos, frente al mar. De ahí proviene mi devoción por las olas, las noches y sus lunas.

Fui una niña muy feliz, hija de dos seres adorables y diferentes. Cada uno me aportó conocimientos y sus perspectivas sobre la vida y yo decidí tomar lo mejor de ambos. Soy una mezcla de lo culto y lo popular que heredé y llevo con mucho orgullo.

¿Qué recuerdas de la primera vez que te enamoraste? Creo que hubo música.

La primera vez que me enamoré fue impactante para los dos. Yo tenía 19 años. El unos más que yo. Fue en agosto de 1990, en el balneario de 1ra y 42, Miramar. Yo estaba acostada en la arena y conversando con una amiga, al rato ella me dijo: "tienes unos ojos puestos en ti, allá enfrente".

Era un puente sobre el mar y cuando lo miré, él nos sonrió, vino a presentarse y nuestras miradas coincidieron en perfecta armonía. En ese tiempo, yo estudiaba danza folklórica en la escuela de baile de Laura Alonso, en Calzada e/ D y E, Vedado.
Él era cantante en una agrupación muy popular y querida en los años 90. Estábamos destinados a ese día.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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