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Patriotas de pacotilla

Hasta que todos los cubanos no seamos patriotas de verdad e inundemos de cartas y emails los buzones de Díaz-Canel, hasta que no exijamos a Meliá y otras empresas extranjeras que dejen de hacer negocios con la dictadura que oprime a la mayoría, precarizando sus derechos laborales, incluido sus salarios y ejerciendo la prohibición de huelgas; seguiremos instalados en el patriotismo oportunista y barato.


Este artículo es de hace 3 años

A los patriotas de pacotilla los puedes ver en redes sociales gritando al mundo su cubanía; usan guayaberas, fuman Cohíbas Lanceros y beben rones caros.

En su muros de Facebook, los pacotilleros de la dignidad salen ondeando banderas cubanas, elogian la belleza de las playas y ciudades de la patria y de su "magnífico" sistema de salud pública; manifestando su orgullo por esa Cuba idílica que vive en sus mentes, y deciden ignorar la realidad que vive la mayoría de sus hermanos empobrecidos.

Rara vez critican al régimen que los expatrió o hablan de las carencias que padecen sus propios familiares, antiguos profesores y amigos en Cuba. A los patriotas de pacotilla se les saltan las lágrimas de profundo "orgullo patrio" cuando ven a una brigada médica arribando, envuelta en la bandera, a cualquier país del mundo, para cobrar una mínima parte del sueldo que paga el gobierno anfitrión al MINSAP.

Saltan a comentar : "¡Esos son los médicos cubanos, humanos, internacionalistas!". Ninguno se atreve a mencionar el trasfondo real de esas misiones no-tan-humanitarias, que no son más que un sucio negocio del régimen que utiliza a los pobres médicos de mano de obra semi-esclava y punta de lanza en una campaña de propaganda que los patriotas de pacotilla no dudan en multiplicar.

Ninguno de estos patriotas alza la voz para denunciar que a los médicos que deciden quedarse a vivir fuera de Cuba les prohíben la entrada a su país por 8 años. Los patriotas de pacotilla viajan a Cuba cada vez que pueden, y se dejan ver disfrutando de esos privilegios que tienen quienes ganan dólares y euros y van a gastarlos en su patria.

Parece que a los hojalateros del patriotismo no les molesta mucho que sus coterráneos no puedan hacerlo. Sus justificaciones son variadas: Vanidad, cobardía, privilegios empresariales, interés por alardear de su riqueza ante un ejército de pobres y vergüenza porque en sus países de acogida son ciudadanos normales, al margen de su nivel de ingresos; pero en Cubita la bella, ¡ah!, son los reyes del mambo chambo.

Un trance complicado para el emigrado cubano consiste en decir -a quienes te preguntan- que vienes de un país hecho mierda y que te fuiste porque ganaba el equivalente a 20 míseros dólares norteamericanos al mes y comías picadillo de soya. La leyenda de la Cuba alegre, solidaria, vaciladora y bloqueada por el imperio luce mejor. ¡A qué sí!

El problema con estos patriotas de pacotilla surge, cuando un cubano, dentro o fuera de la isla, pide ayuda para promover cambios democráticos y la economía de mercado en Cuba, donde muchos echan de menos una solidaridad más activa de condena a la dictadura por quienes vivimos fuera.

Muchos de esos emigrados que usan la patria de pedestal carecen del valor suficiente para reclamar siquiera una rebaja de las abusivas tarifas consulares, la restitución de derechos políticos, electorales y civiles en Cuba; como tienen el resto de emigrados latinoamericanos en Estados Unidos y Europa, pero siempre están prestos a repetir como papagayo las condenas al "brutal bloqueo imperialista" y reclamar el Premio Nobel de la Paz para las "misiones" médicas"; como ya hicieron la con la devolución de Elián González y los cinco fracasados espías.

No dudan en enviar cartas abiertas a Trump o a quien sea para que el "bloqueo genocida" sea eliminado, pero no veremos nunca a un patriota de pacotilla enviarle una carta a Raúl Castro o Díaz-Canel pidiendo libertad y derechos para los cubanos. Tal parece que el bloqueo interno no les interesa.

Hasta que todos los cubanos no seamos patriotas de verdad e inundemos de cartas y emails los buzones de Díaz-Canel, hasta que no exijamos a Meliá y otras empresas extranjeras que dejen de hacer negocios con la dictadura que oprime a la mayoría, precarizando sus derechos laborales, incluido sus salarios y ejerciendo la prohibición de huelgas; seguiremos instalados en el patriotismo oportunista y barato.

Quizá arrancar sea duro porque muchos cubanos, incluidos los patriotas de pacotilla, temen perder las migajas que les concede la dictadura castrista, pero podríamos decir a los gobiernos de los países que nos acogen que está mal contratar a médicos cubanos esclavos, con la ventaja de que ningún represor llamará a nuestra puerta para "atendernos".

Hasta que todos los cubanos valientes y leales a la nación, no gritemos a viva voz la desgracia que sufre nuestra patria, nadie en el mundo tomara en serio la tragedia de Cuba y los cubanos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Luis Flores

CEO y cofundador de CiberCuba.com. Cuando tengo tiempo escribo articulos de opinión sobre la realidad cubana vista desde la perspectiva de un emigrante.


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