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EDITORIAL: Una difamación artera contra CiberCuba

Ni un solo centavo del que depende la existencia de nuestro proyecto ha sido entregado por ningún programa o agencia de Estados Unidos, España u otro país; ni un solo centavo de nuestros gastos contribuye a catapultar plataformas políticas o grupos de poder.

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Imagen de referencia Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

En sus afanes por desacreditar y silenciar todo esfuerzo informativo que no se someta a los dogmas monocordes de la propaganda oficial, el gobierno cubano ha enfilado nuevamente su batería difamatoria contra CiberCuba.

En una andanada contra los proyectos de promoción de derechos humanos y los medios de comunicación que han sido beneficiados con millonarias sumas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y de la National Endowment for Democracy (NED) durante la administración de Donald Trump, la funcionaria Johana Tablada, subdirectora general de la Dirección de EE.UU. en el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), incluye a CiberCuba en el grupo de publicaciones que, según ella, reciben dinero como parte de una operación del gobierno norteamericano para distorsionar la realidad de Cuba.

La entrega de esos fondos no es un fenómeno reciente y constituye un asunto no exento de controversias, sobre todo por los canales de asignación y la eficiencia de su uso en virtud de la democratización y la información del pueblo cubano. Solo que en el caso de CiberCuba, la señora Tablada, el organismo que la emplea y el gobierno al que sirve mienten descaradamente y no pueden ofrecer una sola prueba para avalar su burda difamación.

Aunque con anterioridad CiberCuba ha hecho público su modelo de financiamiento y ha detallado el uso de sus ingresos, vale repetirlo claro y alto ante la desfachatez de estos mentirosos profesionales.

En los seis años transcurridos desde su fundación, CiberCuba ha estado ajena a recibir presupuesto alguno que responda a intereses políticos y/o partidistas. Aplaudimos la existencia de fondos gubernamentales y privados que permitan el desarrollo de programas independientes para los cubanos en sus afanes de democracia y libertad, pero creemos en la necesidad de un periodismo sin compromisos ni agendas dependientes a una agenda política, ideológica o de cualquier tipo por vía del financiamiento.

Ni un solo centavo del que depende la existencia de nuestro proyecto ha sido entregado por ningún programa o agencia de Estados Unidos, España u otro país; ni un solo centavo de nuestros gastos contribuye a catapultar plataformas políticas o grupos de poder.

Nuestros ingresos están originados única y exclusivamente en anuncios de Internet o en publicidad contratada por proveedores independientes, sin vínculos con organizaciones políticas, grupos de influencia o gobierno alguno. El balance de transparencia que hemos publicado el pasado marzo indica que en 2019 CiberCuba generó ingresos por 859.297 euros y 51 centavos. El origen de esa suma procede de agencias publicitarias, publicidad de Google y Facebook (donde contamos con más de un millón de seguidores) y anunciantes directos, y el dinero ingresado se destina a gastos de personal (65% en salarios de empleados y colaboradores), servicios profesionales y contratación de tecnología y otros costos de oficina, Internet y agencias noticiosas.

No hay ningún "ataque enmascarado" como quiere presentar la ventrílocua gubernamental Tablada en su diatriba desde el sitio estatal Cubadebate. Nuestra única meta es producir información verídica sobre zonas de la realidad que el régimen oculta, edulcora o acalla bajo el manto de una prensa oficial que parece diseñada para el descreimiento. Queremos dinamizar el flujo informativo sobre Cuba y diseminarlo entre una audiencia integrada por lectores en todo el mundo. Buscamos una eficiencia informativa que sintonice con los avances tecnológicos y las necesidades del futuro de nuestros seguidores, dejando atrás al pasado de censura y descrédito que encarnan el obsoleto sistema de prensa cubano y su totalitaria política de comunicación.

Aunque la funcionaria se aventura a decir en su diatriba que los esfuerzos de proyectos externos "tienen muy poco o ningún apoyo real en Cuba" es importante recordarle que CiberCuba superó recientemente la cifra de 20 millones de páginas vistas (pageviews) mensuales, y también los 5.6 millones de usuarios únicos. A pesar de la censura impuesta por el gobierno cubano, los lectores radicados en la isla ocupan el segundo lugar en visitantes a nuestro sitio digital, después de Estados Unidos, con más de 650 mil visitantes únicos por mes y 1.6 millones de personas desde Cuba en Facebook.

Toda esta información es pública y accesible, y los esmerados analistas del MINREX, el MININT y el Departamento Ideológico del Partido Comunista la conocen. Acaso por conocerla es por lo que CiberCuba es blanco de constantes ataques y calumnias por parte de voceros oficiales y agentes de influencia sembrados en Miami y en medio mundo, algunos con interacción permanente en nuestros foros.

Tablada también desliza críticas a la USAID por no apoyar a los países a enfrentar la COVID-19 y no dedicar su ayuda financiera a cooperar con Cuba y sus brigadas médicas en el Tercer Mundo. No es ocioso recordarle lo que el MINREX tiene en sus récords: desde la propagación de la pandemia a comienzos de año, Washington ha distribuido $1.600 millones de dólares en asistencia de emergencia sanitaria, humanitaria, económica a través de la USAID en más de 120 países de América Latina, Asia y África, varios de ellos donde el gobierno cubano tiene desplegadas sus misiones y brigadas.

Tablada y el régimen caduco que ella ayuda a sustentar deberían preocuparse mejor por gestionar y propiciar al pueblo cubano la información que históricamente le han escamoteado por seis décadas de manipulación y autoritarismo en el espacio público de la comunicación.

Si ciertamente se quiere potenciar un sistema mediático en Cuba que responda a los reclamos informativos de la población, es hora también de que el régimen permita a los profesionales cubanos legalizar publicaciones y sitios alternativos con todas las garantías ciudadanas que hoy les impide la Constitución socialista, y funcionar fuera del control de los dinosaurios ideológicos que no se resignan a admitir el futuro.

Las mentiras tienen cada vez mecha más corta en tiempos de internet, democratización tecnológica y despertar de los ciudadanos.

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