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Entrevista: Cubano de 56 años, en silla de ruedas y en la miseria: Cuatro años a la espera de un albergue

Su vivienda fue declarada inhabitable e irreparable en 2016. Cuando llueve, él se cubre con una sombrilla dentro de su casa para no mojarse. Nadie del Poder Popular le hace caso. "No tiene nada. Como es un infeliz, no les importa", dice una vecina.


Este artículo es de hace 3 años

A sus 56 años, el cubano Orlando Martínez vive en la miseria. Cuando llueve, caen chorros de agua dentro su casa y él tiene que resguardarse en un rincón con una sombrilla a esperar que escampe. Su vivienda fue declarada irreparable e inhabitable en 2016, luego de que derribaran el piso de arriba. Desde entonces está a la espera de que las autoridades cubanas lo envíen a un albergue adaptado a su discapacidad física. Él lleva 36 años en una silla de ruedas.

Cuando tenía 20 y estaba en el Servicio Militar, en el cuarto de armamentos se le fue un tiro que le atravesó el esternón y le salió por la zona sacra de la columna. La bala se llevó por delante parte del hígado y lastimó varios órganos. Pasó un año ingresado en el Centro Nacional de Rehabilitación, Hospital Julio Díaz.

Su papá movió cielo y tierra y consiguió llevarlo a Hungría, donde lo operaron y le pusieron estabilizadores en la columna. A partir de esa intervención recuperó la sensibilidad en algunas partes y logró sentarse y sentir el apremio de sus necesidades fisiológicas.

Estar en una silla de ruedas no le impidió buscarse la vida. Estuvo empleado por el Gobierno en talleres de trabajo manual, ganando una miseria hasta que llegó la legalización de los pequeños comercios privados y él se dedicó al trabajo por cuenta propia. Hizo dinero, se casó dos veces y vivió esa etapa de su vida con cierta normalidad.

En el municipio 10 de Octubre (La Habana), donde reside, es muy conocido y querido por lo mucho que ayudó a quienes necesitaban que les echara una mano cuando a él las cosas le iban bien. "Eran otros tiempos", dice a CiberCuba.

Orlando Martínez trabajaba en una tienda grande de su municipio y un día desalojaron de allí a todos los pequeños comerciantes. "A algunos los pusieron en una tienda sin condiciones. Los dejaron en la calle, sin nada. Él pudo coger un espacio de un taller de celulares y apenas tiene la opción de vender algo porque (el Gobierno) no le permite comprar artículos en el mercado mayorista y tampoco le deja comprar en las tiendas para revender. Entonces, ¿qué vende?", cuenta una vecina que se puso en contacto con este periódico para buscar ayuda a la situación de este habanero abandonado a su suerte por los servicios sociales de la Isla.

Él gastó todo el dinero que había ahorrado en la lucha contra el cáncer que se llevó a su mamá por delante. Ahora vive solo, en la vivienda que heredó y que desde hace cuatro años está en peligro de derrumbe.

Todos los días, enfila por la Calzada de 10 de Octubre en su vieja silla de ruedas y tiene que pedir de favor a alguien que lo empuje loma arriba. Así recorre más de dos kilómetros hasta su trabajo y hay días que gana algo, pero otros que regresa en blanco.

De toda la vida arrastra secuelas del accidente que lo dejó en silla de ruedas y cada tres meses tiene que recibir transfusiones de sangre porque la hemoglobina le baja muchísimo. "Le falta el aire y aún así no deja de trabajar. Él no quiere ser una carga para nadie. Aunque no lo diga, no tiene nada", añade su vecina.

"En 10 de Octubre todo el mundo lo conoce. Me da rabia ver cómo han hecho muchísimas casas aquí y al Gobierno no le importa cómo está viviendo Orlando. Como es un infeliz, no les importa. No se merece vivir como está viviendo", recalca.

CiberCuba preguntó a Orlando Martínez, qué piensa cuando escucha a los políticos cubanos decir que no van a dejar a nadie atrás. "No sé qué pensar. Yo ya no me creo nada", responde a esa pregunta.

A finales de 2016 el Gobierno cubano reconoció un déficit de viviendas en la Isla que rondaba los 880 mil inmuebles. Después de eso vinieron el huracán Irma, en 2017, y el tornado que arrasó La Habana en 2019 por lo que previsiblemente ese déficit ha ido a más.

El ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña, hizo en mayo pasado, en la Mesa Redonda, una radiografía de la vivienda en Cuba: hay 122 072 casas con piso de tierra y 9 611 cuarterías. Sin embargo, las previsiones de rehabilitación son poco ambiciosas. Apenas se repararán este año 413 inmuebles y las nuevas construcciones no alcanzarán la cifra de 60 mil en todo el país.

El Gobierno de Cuba asegura que el año pasado destinó 795 millones de pesos a personas con bajos ingresos y problemas de vivienda, según recoge el diario Granma. Es una parte ínfima de los 65 mil 775 millones de pesos del presupuesto general del Estado para ese ejercicio.

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