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Entrevista a atleta cubana Maritza Martén, campeona olímpica en lanzamiento del disco en Barcelona 92

En 1998 decido abandonar mi vida como atleta activa; fue dura la decisión pero no podía con la rigurosidad de la preparación, era mejor retirarme porque yo siempre he pensado que las competencias se ganan en el entrenamiento y si no podía hacerlo al 100%… ¡no podía competir al 100%!

Maritza Martén Foto © Facebook / Maritza Martén

Este artículo es de hace 3 años

Tarde luminosa, soleada, ardiente en la Ciudad Condal. El estadio Montjuic era un majestuoso escenario. En el círculo del lanzamiento del disco, las mejores exponentes de esa disciplina en el planeta se aprestaban a conseguir la gloria olímpica, entre ellas dos cubanas: Maritza Martén e Hilda Elisa Ramos.

Llega el final y… ¡Maritza Martén, campeona olímpica en Barcelona 92! Corrí por pasillos y gradas, llegué a la zona mixta adecuada para entrevistar a los atletas y prácticamente las dos llegamos juntas. A 18 años de aquel inolvidable momento vuelve a ser mi interlocutora Maritza Martén.

¡Qué sorpresa me has dado! Hacía un buen tiempo que no conversábamos, pero siempre es bueno recordar. Los atletas de mi tiempo no te olvidan. Sabes que no soy muy amiga de las entrevistas, pero a ti no hay modo de negártela ¿por dónde quieres empezar?

Por tu mayor éxito deportivo: el oro olímpico.

Ese 1992 fue un año exitoso para mí porque me encontraba en óptimas condiciones deportivas y en mi preparación pre olímpica, a solo días de los Juegos de Barcelona establecí mi mejor marca, incluso superé mi récord de 70 metros 50 centímetros, que había impuesto en La Habana.

¿Dónde protagonizaste esa nueva plusmarca?

Fue en el Campeonato Iberoamericano que tuvo por sede otra ciudad hispana, Sevilla. Allí alcancé los 70 metros 68 centímetros, que es mi registro personal. Además te cuento algo anecdótico: yo competí fuera de concurso porque solo podían participar dos integrantes por país y recuerda que nosotras éramos tres discóbolas: Hildelisa Ramos, Bárbara Hechavarría y yo. Así que no aparezco en el recuento de ese evento, pero lo doy por válido porque me sirvió de un increíble fogueo en fecha tan cercana a la magna cita cuatrienal.

Con esa actuación sentía que podía discutir una medalla sin importar el color pues con esos 70, 68 me ubicaba cuarta del ranking de la temporada, o sea, estaba en la pelea.

Y fue así que llegaron las tres a Barcelona 92

Fue así que en aquella bella tarde que jamás olvidaré salí al círculo de lanzamientos con la convicción de que podía escalar el podio. La favorita era la alemana Ilke Wyludda quien encabezaba el disco (f) con un escalofriante 74 metros y recordarás, fue eliminada. Una menos, ya sabes; no me alegré por ella pero era una rival menos…¡y qué rival!

Sí, eso suele pasar. No es la primera ni la última, hasta el rey Serguéi Bubka quedó fuera en la final de la pértiga en esa ocasión.

No obstante la eliminación de la germana, la competencia fue bien reñida. Yo abrí con un disparo de 65 metros 66 centímetros y me puse a la cabeza de la competencia, después vino la búlgara Tsvetanka Jristova y en su segundo intento se puso delante con 67. Yo fui en aumento hasta lograr en el quinto envío los 70 metros seis centímetros que sacaron a la balcánica de concentración.

Finalmente el podio lo ocuparon, por ese orden, Maritza Martén, la búlgara Jristova y la australiana Daniela Costian. Hildelisa Ramos quedó sexta con 63,80.

Yo nunca estuve segura hasta que en la gigantesca pantalla del estadio Montjuic apareció mi nombre, mi bandera, mi marca y mi medalla de oro. Tú me viste: era nervios nada más. Cuando vi eso salté, grité y me dije: “valió la pena tanto sacrificio en el gimnasio y este cuerpo musculoso que hasta los hombres me cogían miedo jajaja.”

¿Cómo te inicias en el deporte, siempre te gustó?

Nací el 17 de agosto de 1963 en La Habana, hija de Gloria y Agustín, camagüeyana y santiaguero, respectivamente. A los 10 años, una baloncestista de la cual no recuerdo su nombre visitó a una tía que era vecina de mi mamá y me pregunta mi edad, si me gustaba el deporte y, al responderle afirmativamente, conversa con mi mamá para que me llevara a su escuela deportiva en Miramar.

Lamentablemente los muchachos estaban para el campo (recuerda que en esos años 70 había que ir obligatoriamente a un período de trabajo en labores agrícolas) y nos sugieren ir al centro deportivo del municipio, al que pertenecía que era el de Arroyo Naranjo pues yo soy oriunda de Párraga.

No quiero hacerte larga la historia solo señalarte que esa jugadora fue trascendental en mi vida pues despertó mi curiosidad en el deporte que hasta ese momento estaba dormida y de ahí en adelante le decía a mi mamá que quería ser deportista, no importaba en cuál.

¿Y cómo empiezas a practicar el disco?

A la escuela llega una invitación deportiva para todos los niños del municipio Arroyo Naranjo; yo salté de alegría y dije: “yo quiero competir”. Hasta ese momento no había practicado ningún deporte, solo mataperreaba, como decimos los cubanos, tirar piedras y correr para que no le dieran las quejas a mi mamá.

Fue así que en la competencia que se efectuó en el CVD Ciro Frías me impongo en los 100 metros planos en mi categoría, lo que me valió ser captada como velocista nada menos que bajo la égida de la gran Miguelina Cobián.

Te parecía un sueño ¿no?

Sí, pero la alegría duró poco. Tenía tendencia a engordar y además realmente no era muy rápida. Se decide pasarme al área de lanzamientos donde entreno con Víctor Suárez.

Me gustaba la jabalina, pero mi entrenador tuvo un ojo clínico deportivo muy certero y me inclinó al lanzamiento del disco. Por primera vez supe que era un disco y con él empecé mis primeros pasos de aprendizaje.

Y como su mamá tampoco sabía los pormenores de lo que era un disco, la pequeña Maritza al llegar a su casa, cogió una tapa de la olla, fue al patio y la lanzó ante los atónitos ojos de su progenitora.

Jajá. ¿Te puedes imaginar que la tapa jamás apareció? Ella siempre hace esa anécdota. Con Víctor gané muchos Juegos Escolares, las pequeñas olimpíadas de los escolares en Cuba.

Esos Juegos Escolares te dieron suficiente aval para entrar al alto rendimiento.

Ingresé en la EIDE Mártires de Barbados en 1975 y dos años después pasé a la ESPA Cardín con mi entrenador Víctor. En ese 1977 establecí récord panamericano juvenil y es cuando me ascienden al equipo nacional, que en aquel tiempo radicaba en el Cerro Pelado, bajo las órdenes del prestigioso profesor Hermes Pauside Riverí, fallecido recientemente.

¿Cuántos años permaneciste en la selección nacional?

Estuve en el equipo nacional por 21 años: bajo la tutela de Riverí logré todos mis triunfos. Tuve la suerte de compartir aquellos años con prestigiosas compañeras de equipo como lo fueron Carmen Romero, muchos años recordista nacional y María Cristiana Betancourt. También estaban más jóvenes Hildelisa Ramos, que era entrenada por Cheo Salazar y mi compañera de staff, Bárbara Hechevarría. Fue una época de oro pues entre los varones se encontraba el discóbolo cubano más técnico de todos los tiempos, Luis Mariano Delis así como Juan Martínez Brito.

Increíble aquellos tiempos: Delís fue privado de un legítimo oro en Moscú, finalmente bronce; Hildelisa aún es la plusmarquista nacional con 70 metros 88 centímetros. Existía una sana rivalidad que los obligaba a superarse cada día.

Como puedes ver fui muy privilegiada al poder entrenar con estas figuras y nutrirme de sus anécdotas y experiencias; me siento muy orgullosa de haber sido parte de la escuela de Riverí que convirtió a muchos en atletas de nivel mundial. En lo personal para mí fue un educador y padre.

En la época en la que brilló Maritza Martén las competencias tradicionales que caracterizaron al campo y pista cubano, la Copa Cuba (campeonato nacional) y el Barrientos In Memoriam (internacional) eran un medidor para los integrantes de la preselección nacional. Ganar en dichos eventos era relevante.

Me impuse en 12 ocasiones la Copa Cuba y del Barrientos no recuerdo, pero fueron varias veces.

Y además de tu cetro dorado en Barcelona 92 ¿cuál fue tu trayectoria internacional?

Gané el oro en tres Juegos Panamericanos: 1983 Caracas, Venezuela (59, 62); 1987 Indianápolis, Estados Unidos y 1995 Mar del Plata, Argentina (61,22). A la cita de La Habana 91 no pude asistir por lesión. En la cita norteña establecí primado continental con 65 metros 58 centímetros que se mantuvo por más de 20 años hasta ser quebrado por una joven compatriota, Yaimé Pérez “la rusa”, quien me lo rompió en Lima, Perú 2019 con registro de 66 metros 58 centímetros.

En el propio año olímpico, 1992, termina la temporada con el oro en la Copa Mundial que tuvo por sede a La Habana. Con 69,30 relega a posiciones subsiguientes a la alemana Ilke Wyludda, la china Min Chunfeng y la bielorrusa Larisa Korotkevich. La Martén ganó ante su afición y superó a la estelar Wyludda para que no quedara duda alguna. Lamentablemente, Maritza no pudo defender su título en Atlanta 96.

Preparándome para la Olimpíada del centenario sufro una ruptura de un 30% del tendón de Aquiles y el profesor Álvarez Cambra y su equipo deciden no operar por la proximidad de los Juegos. Fue utilizada la alternativa de yeso por 45 días que luego se extendió a 90.

Hice cuanto pude ¿recuerdas que entrenaba en sillón de ruedas para mantener el tren superior? Varias veces me entrevistaste así pero no pude lograr de nuevo el sueño olímpico.

Esta lesión marcaría tu adiós del deporte activo.

Así es. En 1998 decido abandonar mi vida como atleta activa; fue dura la decisión pero no podía con la rigurosidad de la preparación, era mejor retirarme porque yo siempre he pensado que las competencias se ganan en el entrenamiento y si no podía hacerlo al 100%… ¡no podía competir al 100%!

Comencé a desentrenarme, poco a poco fui acostumbrando al cuerpo a menos ejercicios físicos. Seguía yendo al gimnasio, pero con menos frecuencia y menos carga de trabajo; aún ahora mantengo mis ejercicios.

Me incorporo a la vida laboral en mi barrio en Alamar y en el año 2002 me asignan una colaboración en Antigua y Barbuda, país caribeño donde vivo en la actualidad, para desarrollar el área de lanzamientos.

Me enamoré y me casé. En 2004 terminó mi trabajo y regreso a Cuba con mi misión terminada y tras cosechar muy buenos resultados a nivel del área caribeña y centro caribeña. Pero mi vida estaba en la vecina nación y regresé.

Me contó tu mamá que en una de las competencias de las islas del Caribe te nombraron y exaltaron.

Mi mamá como siempre, enalteciéndome, Pues sí, ocurrió en Antigua. Cuando los organizadores del mitin se enteraron de que era yo una campeona olímpica, la entrenadora de la jabalinista que había ganado, me pidieron que hiciera una demostración.

Anunciaron a todos quién era yo y que haría una demostración. Estaba más nerviosa que en Barcelona. Hacía muchos años que no lanzaba en público pero ¿quién se resistía? y como dice el dicho que lo que bien se aprende no se olvida hice dos lanzamientos, recibí muchos aplausos y un reconocimiento de los organizadores de la competencia.

Para mí fue una bonita experiencia que me emocionó porque por el altavoz mencionaban a Cuba como potencia deportiva y yo me enorgullecí.

¿Qué sucedió a tu regreso a Antigua?

Regresé al lado de mi esposo, pero no pude trabajar directamente en el deporte; estaban cubiertas todas las plazas y el presupuesto asignado no cubría mi salario. Decidí entonces aplicar como profesora de Educación Física, profesión que desempeño hace 12 años.

Me imagino que ser profesora de Educación Física te sería fácil.

Eso creía yo pero la verdad es que no. Para nada. Yo venía con mi mentalidad de Cuba que solo era hacer ejercicios físicos, pero aquí no. La educación es diferente.

Soy convocada por el Ministerio de Educación, específicamente por el director deportivo de las escuelas secundarias, Sean Samuel, quien estudió en Cuba. Me informa oficialmente la escuela donde iba a trabajar, me entrega unos libros de anatomía y …

"¿Qué son estos libros?", le pregunté, y me dice que eran libros de anatomía y fisiología del funcionamiento del cuerpo humano que formaban parte de mi asignatura ¿te imaginas mi rostro? Lo único que me dio por decirle es: "¿Qué qué?"

Así que es bien diferente la concepción del profesor de Educación Física en la comunidad de países del Caribe/Caricom. Fíjate que los exámenes finales vienen de Barbados. Se llaman CXC que en Español, más o menos significa Consejo de Exámenes del Caribe, los cuales se realizan con elevado rigor y alto contenido pedagógico.

Cada asignatura es realizada en un calendario sincronizado, lo que quiere decir que estos exámenes vienen sellados y se realizan el mismo día, a la misma hora, en todas las islas pertenecientes al Caricom. Se realizan en todas las asignaturas y según tu nivel tienes derecho o no a carreras universitarias.

Las clases de anatomía y fisiología forman parte de la teoría, pero por supuesto que existe la práctica y como en esta nación el deporte favorito es el cricket, tengo que impartirlo en clases. Te imaginas, yo acostumbrada a mi béisbol, tuve que tomar clases de esa disciplina, aprenderla, pues me tocaba evaluar a mis alumnos. Y no es solo el cricket, de los demás deportes tengo que saber lo básico, para lo cual me apoyo muchísimo en los entrenadores.

Por lo que cuentas te ha sido más difícil esta parte de tu vida que los fortísimos días de entrenamiento con el maestro Riverí.

Te confieso que no fue nada fácil para mí este nuevo reto que me puso la vida, tuve que estudiar muchísimo para dar el máximo porque como sabes, Antigua es una isla inglesa y el idioma oficial es el inglés.

Hablando en puro cubano, tuve que ponerme las pilas para poder impartir clases a los niños en estas materias y que me entendieran. Mi esposo desempeñó un papel fundamental en esta nueva etapa de mi vida; a él agradezco todo. Yo ensayaba con él y si no entendía tenía que empezar nuevamente. Nos daban las 2 y 3 de la madrugada preparando clases y ensayando.

Lo perdí el pasado año y lo extraño todos los días. A él le debo también el haberme familiarizado con la cultura de aquí, sus costumbres, sus platos locales, su música. Es una pena que mi mamá no haya querido quedarse conmigo, mi hija y mi nieto. A sus 88 años no pudo cambiar sus hábitos. Bueno, tú la conoces, sabes como es.

¿Eres feliz, te sientes realizada?

Vivo en el extranjero pero sigo muy de cerca a mi atletismo. Me enorgullezco de las jóvenes discóbolas que son entrenadas por Hildelisa y Raúl Calderón, quien fue mi compañero de equipo, discípulo de Riverí.

Raúl se nutrió de la sapiencia del maestro por lo que no me extraña de los éxitos de sus alumnas, Yarelys Barrios y Denia Caballero, medallistas olímpicas y mundiales, y ni qué decir de Hildelisa y su excelente trabajo con Yaime Pérez. Yo confío en que las dos jóvenes suban al podio olímpico en Tokío; calidad tienen de sobra.

Todos los años visito el estadio Panamericano, coincido con la preparación del seleccionado nacional, comparto con Yipsi Moreno, campeona olímpica y tri mundial y ahora comisionada nacional y no dejo escapar la ocasión para ver a Juantorena, el Soto, la Colón, con quienes rememoro bellos momentos pasados.

Aquí, en Barbuda, vivo con mi hija y mi nieto, estoy realizada, feliz, graduando niños y jóvenes que quieren abrirse un camino en la vida, al igual que hice yo.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos

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