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Hay muchos cubanos que han muerto sin nunca reír

El caso es que ustedes ya saben como soy, yo no me ando con pelos en la lengua así que le dije a algunos. Si lo que deseas es comentar el artículo de Otero Alcántara, lo único que te pido es que mantengas el buen tono y no uses ofensas. Lo que pasó después fue historia, escribieron horrores y vulgaridades en mi página y luego me bloquearon. Fue como el ladrón que llega a tu casa, entra al baño a hacer sus necesidades y luego se va sin tirar de la cadena.

Tumba en el cementerio de Colón, La Habana © CiberCuba
Tumba en el cementerio de Colón, La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Llegan en taxi a la necrópolis de Cristóbal Colón una pareja de jóvenes que dicen estar inspirados en el MSI, y sus “performances de arte”. Ella es cubana residente en Alemania, que ha ido a Cuba para ser parte del “momento histórico” que asegura se está viviendo. Tiene el cuerpo pintado de blanco y su rostro maquillado a lo película de terror, cortado desde la comisura de los labios hasta las orejas, al estilo de la “Dalia Negra”, logrando así una especie de efecto visual, de sonrisa bizarra permanente.

“Hay muchos cubanos que han muerto sin nunca reír”, asegura quitándose la bata de baño que lleva puesta y reposando su cuerpo desnudo en la lápida de una bóveda, cuya dueña, Esther Sandoval, yace en esa tumba desde el 1950.

Me pregunto porqué ese afán de hacer “arte” de todo en Cuba menos de lo que realmente importa. Nadie pinta los Castros de perros de rotonda, nadie profana el uniforme del policía, nadie hace un performance de una presidenta de los CDR corrupta u otro comunista corrupto. Ahora el arte no necesita tomar riesgos, se hace en el cementerio, donde los que yacen allí ya no pueden protestar.

¿Por qué en el cementerio? Pregunta un periodista independiente que los sigue. Estás molestando un performance, ¿eres idiota o qué?, responde la joven, tapándose sus tetas artificialmente enardecidas con silicona. Después de un rato dice el chico que filma la joven, luego de echarle tierra para cubrir su tanga. "Creo que el cementerio ... es un buen lugar para celebrar la vida", explicó entre palabras sin dejar de tomar fotos a la joven, que ya empezaba a sentir los efectos del frío.

"Hemos venido varias veces y siempre limpiamos las tumbas antes de irnos, y devolvemos las flores que tomamos prestadas, nosotros mostramos respeto. Luego si hay algún doliente, tratamos de tener contacto visual y de mostrar respeto. Eso sí, el respeto tiene que ser mutuo. Ellos tienen derecho a estar aquí de luto, pero nosotros también tenemos derecho de hacer arte aquí. El cementerio es para todos”, asegura la joven con una morbosa convicción.

Al periodista preguntarle si podía entender que hubiese gente que se enojase con su comportamiento, esta le respondió. “Si te enojas con alguien que pacíficamente está haciendo arte en un cementerio, es porque tienes problemas graves, tomas la vida demasiado en serio y haces de la muerte un acto solemne”.

Esta actitud lamentable es bastante común en los jóvenes cubanos. A menudo escuchamos que el egocentrismo es típico de este tiempo. Pero siempre han existido personas insoportablemente ensimismadas, lo que pasa es que ahora debido a las redes sociales, lamentablemente conocemos más de sus actividades. El cielo es el límite para lo que la gente es capaz de hacer por un poco de protagonismo.

Al periodista cuestionar si era ético hacer este tipo de “performance” en el cementerio, la joven respondió. “Estamos aquí para hacer justicia a los muertos de la dictadura” ¿Dime que has hecho tu? pregunta la joven inculpando. Pero la tumba donde estás acostada es de alguien que murió antes de la revolución, objeta el periodista. La joven deja de mirarlo como quien ignora su existencia y exhorta al fotógrafo a seguir tomando fotos. Es un problema estético, dice el fotógrafo, después de unos minutos de silencio, como tratando de romper el hielo. Las tumbas después de la revolución son todas muy feas.

Si ustedes lo que quieren es hacer justicia a las víctimas de la revolución ¿Por qué mancillar sus tumbas? ¿No sería mejor que fueran a Santiago de Cuba a acostarse en la piedra?, sugiere el periodista. No hables más con este no te das cuenta de que es un ciberclaria, dice la joven monótonamente como si no necesitara reflexionar al respecto.

Lo peor no es que por su propio placer, sean capaces de invadir ese pequeño espacio público, que queda para los muertos y sus dolientes. Lo realmente decepcionante es que ignoren cualquier tipo de objeción, incluso las legales de las autoridades. “Somos ciudadanos desobedientes y a quien no le guste que se joda”, asegura la joven. Todo es como si viviésemos de vuelta en la era hippie de los años 60 y 70. La única diferencia es que los hippies tenían sus ideas claras. Lo que más representa esta era, es la anarquía y la falta total de respeto y empatía. Algo de lo que te das cuenta cuando los enfrentas.

Hay gentes que se sienten tan satisfechas con las cosas que hacen y dicen, que incluso la estupidez más obvia, se convierte en virtud cuando alguien los enfrenta. Entonces enfatizan que son personas mejores y superiores. Aseguran que sus acciones son decentes y honorables, y si alguien tiene el valor de oponerse, es porque son criaturas ciberclarias, o mentes demasiado débiles que no saben cómo "celebrar la vida" o "Mostrar respeto mutuo".

Lo común es que es imposible acceder a esas personas ya que viven sumergidas en su mundo y rodeadas de otros que fortalecen más su ego y sus ideas. Así es como funciona el sectarismo, y el lavado de cerebro, totalmente cerrados al mundo exterior. Entonces si el día de mañana mueres y te entierran en Colón, siempre y cuando no desentierren tus huesos, para “hacerles justicia”, se acostarán desnudos sobre tu tumba a masturbarse y tomarse fotos. La única esperanza de todo es que para entonces afortunadamente ya estaremos muertos.

Ese tipo de sectarismo es característico en la conducta de muchos seguidores del Movimiento San Isidro. Luego de que publicara un artículo de Luis Manuel Otero Alcántara, empezaron a llover las propuestas de amistad, propuestas que todas venían de perfiles del MSI. Naturalmente no las acepte porque olfateé una rata muerta. A mis artículos cualquiera puede darles likes, pero comentarlos, solo amigos. Al no aceptar ninguna de estas gentes, empezaron los mensajes a llegar con la narrativa de que “quiero ser tu amigo porque me gustan tus artículos”.

El caso es que ustedes ya saben como soy, yo no me ando con pelos en la lengua así que le dije a algunos. Si lo que deseas es comentar el artículo de Otero Alcántara, lo único que te pido es que mantengas el buen tono y no uses ofensas. Lo que pasó después fue historia, escribieron horrores y vulgaridades en mi página y luego me bloquearon. Fue como el ladrón que llega a tu casa, entra al baño a hacer sus necesidades y luego se va sin tirar de la cadena.

Lo preocupante no es la actitud, lo preocupante es la forma de hacer las cosas. El amistarse de manera caprichosa con alguien con el único propósito de ofender. Como si Luis Manuel Otero Alcántara demandara de sus seguidores, fotos de humillaciones que han hecho a sus oponentes. Este tipo de sectarismo es nuevo para mí, y en caso de estar equivocado y todo se trate del egocentrismo de esta gente, entonces estamos jodidos. Ellos no escuchan a nadie que no tengan miles de seguidores y millones de likes. Viven en un mundo al que yo no pertenezco, pero es cuando aseguran que ese mundo es real, cuando yo envidio a los muertos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Sandalio el Bolao

Martin Oscarsson( Palma Soriano, 1974), conocido en las redes por Sandalio El Bolao. Sociólogo y analista político sueco de origen cubano. Licenciado en Alimentos en la Universidad de la Habana. Vive en Suecia desde enero de 1997, donde estudió Sociología, Ciencias Sociales


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