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Cubano critica el lamentable tratamiento a pacientes con insuficiencia renal crónica en Hospital Calixto García

Los dializadores pueden reutilizarse hasta cinco veces pues pierden capacidad de filtración, y en el hospital se usan hasta que se rompen, lo que conlleva mala calidad de la diálisis, dijo el paciente.

Hospital Calixto García © Granma/ Anabel Díaz
Hospital Calixto García Foto © Granma/ Anabel Díaz

Este artículo es de hace 3 años

Un cubano se quejó de que el tratamiento que reciben los pacientes con insuficiencia renal crónica en grado terminal en el Hospital Calixto García, en La Habana, es tan lamentable que sus vidas están en peligro.

Armando Arencibia Valhuerdi, de 60 años y director de televisión, publicó en su muro de Facebook un “grito de socorro” para que quienes tengan algún nivel de decisión “piensen un poquito en nosotros, que estamos obligados a dializarnos tres veces por semana para poder vivir”.

Según relató, el servicio de nefrología del referido hospital están sucediendo cosas muy graves, como que la Heparina no alcanza, por lo que se ha reducido la dosis prescrita para los enfermos, lo cual representa un serio peligro de coagulación de la sangre.

“Los riñones artificiales están en un estado bastante malo, no hay piezas de repuesto y los técnicos tienen que hacer mil inventos para repararlos, lo cual provoca problemas como pérdida de sangre, coagulación de la sangre en la máquina y no funcionamiento de la bomba de heparina”, explicó.

“Los dializadores, (alma de este tratamiento médico), (…) deben reutilizarse un máximo de cinco veces, pues pierden capacidad de filtración, y en nuestro hospital se usan hasta que se rompen, lo que conlleva mala calidad de la diálisis”, añadió.

“Las ramas que se utilizan en este momento son de mala calidad y además se reúsan*, lo que conlleva que después del primer uso pierdan los filtros y no se pueda conectar al control de la presión arterial y en más de una ocasión han provocado pérdida de sangre de los pacientes”, detalló.

Arencibia continuó con el listado de carencias e irregularidades que padecen los enfermos, como la mala calidad del ácido – de producción nacional– que se emplea para la diálisis, que solo existe un esfigmomanómetro para las diez camas de la sala y está en mal estado y que las tres pesas del servicio de nefrología dan medidas diferentes.

Frecuentemente escasean medicamentos como el hierro y la eritropoyetina e insumos como las torundas de gasa, jeringuillas de determinado tamaño, paños estériles, guantes y esparadrapo.

El enfermo dejó para el final lo que en su opinión es el más grave de los problemas: la falta personal de enfermería.

“En las últimas semanas se han llevado algunos de nuestros enfermeros para la COVID, lo que ha traído como consecuencia que algunos contraigan el virus, que no alcancen los enfermeros en el servicio de hemodiálisis y que se vean precisados a disminuir el tiempo de hemodiálisis, lo que redundará en que, más temprano que tarde, todos los pacientes estemos subdializados, pues no por gusto se hacen cálculos del tiempo de diálisis que necesita cada paciente”, afirmó.

“Aunque la COVID hale muchos recursos, piensen que los pacientes con insuficiencia renal crónica en grado terminal estamos tanto o más cerca de la muerte que los pacientes de COVID y también tenemos deseos de vivir”, concluyó.

Esta semana el doctor cubano Alexander Pupo Casas, quien fue expulsado de su trabajo por sus críticas al gobierno en las redes sociales, aseguró que el viejo eslogan del régimen de que Cuba es una potencia médica es solo un mito mal fundado.

Pupo Casas denunció el caso de un anciano con un tumor raquídeo extramedular cervical ingresado en el hospital Lucía Íñiguez, de Holguín, con una atención sanitaria tan mala que corre el riesgo de una infección.

“Como podrán ver en las imágenes, el paciente presenta una bolsa colectora de orina de 'alta tecnología', donde se puede visualizar el grado de infección presente y por supuesto, el riesgo que corre este señor al ser dado de alta”, dijo, en alusión al pomo plástico de refresco empleado para recoger el orine.

“Me pregunto entonces, familia. ¿Realmente vale la pena seguir siendo cómplices de las infamias, las iatrogenias y los malos tratos de nuestro sistema de salud para con nosotros mismos? Hay cosas que no dependen del médico, pero como médicos es nuestro deber y obligación dar la mejor atención posible a nuestros pacientes y por tanto luchar por sus derechos”, agregó.

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