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Los Cuban Sugar Kings: La historia inconclusa de un equipo cubano en Grandes Ligas

La franela roja que usarán los Marlins durante este fin de semana en el enfrentamiento a los Mets de Nueva York no solo será el nuevo uniforme City Connect  de la franquicia, sino que marcará el llamado Día de la Herencia Cubana, este sábado 22 de mayo.

Uniforme City Connect de los Marlins de Miami © Cortesía Marlins de Miami
Uniforme City Connect de los Marlins de Miami Foto © Cortesía Marlins de Miami

Este artículo es de hace 2 años

Los Marlins de Miami salieron este viernes a la grama del estadio loan Depot de La Pequeña Habana con un uniforme de estreno que abriga un singular homenaje a la historia del béisbol cubano y a un sueño de Grandes Ligas llamado Cuban Sugar Kings.

La franela roja que usarán los Marlins durante este fin de semana en el enfrentamiento a los Mets de Nueva York no solo será el nuevo uniforme City Connect de la franquicia, sino que marcará el llamado Día de la Herencia Cubana, este sábado 22 de mayo, con el reconocimiento merecido a una institución precursora en la promoción del talento cubano y latinoamericano en las Mayores.

Es un día para celebrar en Cuba y Miami por igual. Pero también en todos los países beisboleros de América Latina y el Caribe que hoy tienen presencia arrolladora en el mejor béisbol del mundo.

He hablado en estos días con varios jóvenes jugadores y seguidores del béisbol de Grandes Ligas que desconocen esta quimera cubana de Grandes Ligas y las razones del flamante uniforme del equipo de Miami, realizado en colaboración con la firma Nike.

Los Cuban Sugar Kings -también conocidos como Havana Sugar Kings- fue un equipo de las Ligas Menores de Béisbol que jugó con éxito en la Internacional League (Triple A) entre 1954 y 1960. La franquicia cubana estaba afiliada a los Cincinnati Reds y tenía como sede el Gran Estadio de La Habana, actual estadio Latinoamericano.

Integrantes de los Cuban Sugar Kings

Fue un proyecto grandioso para poner a Cuba con un equipo propio en el mapa de la pelota profesional en Estados Unidos y conformar un conjunto multinacional con jugadores latinoamericanos. Y como tantas y tantas cosas de nuestro pasado reciente, quedó trunco luego del descarrilamiento provocado tras la llegada de Fidel Castro al poder.

Detrás de esta historia de pasión, perseverancia y orgullo cubano está la faena de un visionario que, lamentablemente, no ha sido exaltado con todos sus méritos en la historia de nuestro béisbol: el empresario Roberto "Bobby" Maduro.

Roberto "Bobby" Maduro / Foto: Biblioteca del Salón de la Fama de Cooperstown.

Nacido en La Habana en 1916, en el seno de una familia de judíos sefarditas que emigró desde Curazao, atraída por el boom azucarero de principios de siglo en Cuba, Maduro jugó béisbol en sus años juveniles con el Vedado Tennis Club, se graduó de ingeniería en la Universidad de Cornell en Estados Unidos, administró fábricas de azúcar y devino un decidido emprendedor en los negocios y en el béisbol.

Fue copropietario del club Cienfuegos en la Liga Profesional Cubana y el artífice de la construcción en 1946 del Gran Estadio de La Habana, que se aproxima a sus 75 años El Coloso del Cerro se correspondía con la idea de modernizar el disfrute del béisbol en La Habana y duplicar las capacidades de asientos del antiguo estadio de La Tropical.

Su visión fue adelantada, incluso, para concebir la expansión del béisbol más allá de las fronteras continentales y llevarlo hasta escenarios europeos y asiáticos, como sucedió décadas después.

El lema que identificó entonces los planes acariciados por Maduro todavía se escucha en los predios deportivos como motivación para acercar el futuro: "Un paso más y llegamos".

El profesor Roberto González Echevarría, autor de ese monumento de la historia del béisbol cubano que se titula The Pride of Havana (1999), considera que el proyecto cubano de establecer la primera franquicia de Grandes Ligas fuera del territorio de Estados Unidos era perfectamente alcanzable.

"Los Cuban Sugar Kings (nunca los Havana Sugar Kings) fueron creados por dos razones. La primera y más importante fue el sueño de Bobby Maduro de convertir la capital cubana en sede de un equipo de Grandes Ligas", dijo González Echevarría a CiberCuba. "Esto habría sido posible por la boyante situación económica de la isla en los años 50, por lo que La Habana tenía una población capaz de obtener entradas y apoyar un equipo de Liga Mayor, aparte del magnífico estado de la industria turística que hacía imaginable la presencia de visitantes de Estados Unidos".

El historiador apunta que tres equipos de la Liga Internacional, en la que jugaban los Cuban Sugar Kings, llegaron a ser franquicias de Grandes Ligas: el Montreal, el Toronto y el Miami.

"La segunda razón fue reunir a los fanáticos de toda la isla, es decir sobre todo a los que eran habanistas o almendaristas, los 'eternos rivales' de la Liga Cubana... Por eso el uniforme de los Cubans tenía rojo y azul", opinó González Echevarría.

Los antecedentes del equipo se remontan a 1946, cuando nacieron los Havana Cubans de la mano del empresario George P. Foster. Ese equipo estuvo afiliado a los ya desaparecidos Senadores de Washington y participaba en la Liga Internacional de Florida (nivel C), en la que ganó dos campeonatos consecutivos en 1947 y 1948.

Pocos años después, en 1954, la franquicia fue adquirida por Maduro, cambiándole el nombre por el de Cuban Sugar Kings.

González Echevarría recuerda que Cubans como nombre de equipo en el béisbol se remonta al primer conjunto de las Ligas Independientes de Color, en los años 80 del siglo XIX, y después a los Cuban Stars y los New York Cubans de esas ligas, y a los propios Havana Cubans, su antecesor participante de la Liga Internacional de Florida, a finales de la década del 40 de la pasada centuria.

Los Cuban Sugar Kings ganaron la Liga Internacional en la temporada de 1959, coincidiendo con la epifanía revolucionaria que conmocionó al país. El mánager del conjunto fue Preston Gómez, leyenda cubana de Grandes Ligas.

La disputa de la serie final de campeonato fue contra los Millers de Minneapolis y cinco de los siete juegos se disputaron en La Habana, debido a una ola de frío en Minnesota. González Echevarría considera que esa serie provocó "un paroxismo del sentimiento nacional".

Pero el triunfo de los Reyes Cubanos del Azúcar en La Habana fue la última clarinada del sueño amasado por Maduro.

En 1960, Fidel Castro nacionalizó todas las propiedades estadounidenses en Cuba, lo cual afectó directamente a la franquicia. Los Cuban Sugar Kings llegaron a un acuerdo para trasladarse a Jersey City bajo el patronazgo de los Jersey City Jerseys.

Maduro se opuso rotundamente, y consideró que era un grave error y una decisión indignante de la Liga Internacional.

Pero el béisbol profesional llegaba a su fin en la Cuba socialista. La Liga Cubana de Béisbol selló su última temporada en 1961.

Enfrentando pérdidas colosales en sus negocios y bajo una creciente crisis financiera personal, Maduro resistió en Cuba hasta abril de 1961 y pudo abandonar el país dos días antes de la invasión de Bahía de Cochinos. Salió con $5 dólares en el bolsillo, poniendo fin a una utopía que se desmoronó a ritmo de la obcecación arrasadora de la era revolucionaria.

Maduro regresó a Cuba una sola vez, en 1978, acompañando a su viejo amigo, el abogado y banquero Bernardo Benes, como parte de un comité especial de exiliados cubanos, comisionado por el gobierno de Estados Unidos para mediar ante La Habana para la liberación de centenares de presos políticos.

"Tal vez el acontecimiento más conmovedor durante la visita de la comisión fue la visita de Bobby Maduro al Cementerio de Colón para llevar flores a la tumba de su difunto hijo [Felipe, fallecido de leucemia en 1954]", según rememoró Benes años después.

Bobby Maduro falleció en Miami en 1986, víctima de un tumor cerebral. Un año después de su muerte, el viejo estadio de Miami -hoy desaparecido- fue oficialmente renombrado como Bobby Maduro Stadium.

El homenaje que le deben su país natal y el béisbol cubano será necesariamente un episodio del futuro. En espera de ese momento, los Marlins de Miami han rescatado ahora un símbolo del legado de Maduro y del orgullo cubano que son parte indisoluble de la historia del béisbol contemporáneo.

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Wilfredo Cancio Isla

Periodista de CiberCuba. Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna (España). Redactor y directivo editorial en El Nuevo Herald, Telemundo, AFP, Diario Las Américas, AmericaTeVe, Cafe Fuerte y Radio TV Martí.


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