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Díaz-Canel y su lloriqueo por las remesas

Quejarse por la reducción de las remesas; mientras se agrede diariamente a los cubanos con desabastecimiento crónico y precios inasumibles para la mayoría de los empobrecidos bolsillos, es un acto de cinismo político de un presidente que desaprovechó las opciones que tuvo para cambiar Cuba en favor de todos y en contra de nadie.


Este artículo es de hace 2 años

Las remesas en dólares norteamericanos han devenido en un arma de la revolución, como demostró el presidente Miguel Díaz-Canel, en un reciente lloriqueo televisado por el efecto de la reducción de envíos de dinero desde Miami y otras playas de la solidaria, plural y vilipendiada emigración cubana.

Quejarse por la reducción de las remesas, mientras se agrede diariamente a los cubanos con desabastecimiento crónico y precios inasumibles para la mayoría de los empobrecidos bolsillos, es un acto de cinismo político de un presidente que desaprovechó las opciones que tuvo para cambiar Cuba en favor de todos y en contra de nadie.

En el fragmento del vídeo publicado no aparece un reconocimiento al impacto que ha tenido la pandemia de coronavirus sobre el empleo y las rentas de cubanos emigrados; a los que tampoco agradeció su generosidad, que alivia la tensión en Cuba desde 1977, cuando se inició el deshielo con la entonces bautizada como Comunidad cubana en el exterior.

El mandatario pareció consternado, reconociendo el importante papel que desempeñan las remesas en la maltrecha economía cubana pero -como es habitual en el tardocastrismo- se quedó en el puro acto de la denuncia, sin proponer alternativas como una bajada de precios en tiendas dolarizadas por decreto o de las tarifas consulares.

Las remesas monetarias son importantes para muchos países de América Latina, pero la diferencia sustancial es que el afán totalitario de La Habana impide la capitalización de los envíos monetarios y la libre iniciativa empresarial de los receptores, ahora sujetos a transferencias bancarias y el uso de dinero plástico para sus compras; aunque ya el mercado informal encontró atajos para burlar la voracidad estatal.

El drama de Cuba no son las remesas, que siguen llegando por vías informales, ante la testarudez gubernamental de no desmilitarizar su manejo; sino la prolongación de la dictadura más antigua de Occidente, el empobrecimiento y desigualdad crecientes y la carencia de un modelo de país alternativo, basado en la libertad, la riqueza y la justicia social.

La hiperinflación y la subida del dólar norteamericano y el euro en el mercado irregular son frutos de costosos errores gubernamentales, como la inoportuna Tarea ordenamiento y la improvisación de un éxodo Mariel, vía Nicaragua, que disparó la demanda de moneda dura en Cuba.

En vez de andar lloriqueando por las remesas, Díaz-Canel debería emplear su tiempo en explicar al pueblo las bondades del ajuste neoliberal del Presupuesto 2022, silenciado por la maquinaria propagandística en otro ejercicio inútil de pretender empinar papalotes en almíbar, sin azúcar y a cuncuncuncún.

Cuando no es la sequía, es un ciclón; cuando no es el embargo, se trata de un grupito de cuadros intermedios que pretende construir el socialismo meroliqueando; cuando no es la CIA son sus lacayos, y así hasta la próxima excusa barata para no asumir la triste realidad que ahoga a un pueblo noble, virtuoso y emprendedor.

La propia dependencia crónica de las remesas, confirma que los cubanos son capaces de generar riqueza en democracia; mientras que el totalitarismo los convierte en seres dependientes de un estado fallido, que solo encuentran alivio en la generosidad de sus parientes y amigos.

El tardocastrismo sigue contrario a la lógica actual de un, dos, tres muchos Viet Nam y -destruido el turismo que nunca fue del agrado oficial, sino necesidad made in Gorbachov- ahora apuesta por un, dos, tres muchas remesas para seguir en el tumbe, especialidad castrista desde sus orígenes.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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