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Tardocastrismo fue a por lana migratoria a Washington y salió trasquilado

Cuba sigue sin saber a donde van los desaparecidos, cubanos ahogados en el Estrecho de la Florida y otros caminos de extravío, que ya solo viven en las lágrimas de sus madres, heridas de sombras.

Balseras cubanas © Cubanet
Balseras cubanas Foto © Cubanet

Este artículo es de hace 1 año

El tardocastrismo -incoherente hasta la pared de enfrente- acaba de ir a Washington a por lana migratoria y salió trasquilado, como demuestra el bajo perfil conferido por Granma y otros medios estatales a la reciente ronda de negociación bilateral, y la arremetida contra la Ley de Ajuste Cubano, evidenciando el afán infantil de La Habana para que un mundo que viaja a velocidad 5G, asuma su paso de buey cansado.

La única responsable de la emigración cubana es la dictadura más antigua de Occidente y, hasta el bobo de la yuca sabe que la vigilancia de vidas ajenas y la decisión de quienes se van, quienes son desterrados y quienes quedan como rehenes de futuras negociaciones con estados extranjeros, son patrimonio histórico del castrismo, Maykel Osorbo, Luis Manuel Alcántara y Félix Navarro y su hija, y Anamelys Ramos, entre otros muchos.

La casta verde oliva y enguayaberada cada vez esgrime peores argumentos y sigue sin explicar cómo una revolución de inspiración martiana, fidelista y redentora de humildes, se desangra en una riada perpetua de emigrantes; mientras Cuba sigue sin saber a donde van los desaparecidos, cubanos ahogados en el Estrecho de la Florida y otros caminos de extravío, que ya solo viven en las lágrimas de sus madres, heridas de sombras.

El periódico del partido comunista publicó la noticia sobre el encuentro, abajo y a la derecha de su portada, con un título reivindicativo: Cuba seguirá reclamando... y luego publicó temas que la factoría ideológica tenía preparados, atacando a supuestos interesados en fabricar una crisis migratoria con Estados Unidos, alentando salidas irregulares de cubanos.

El viaje a Washington de Carlos Fernández de Cossío salió malo, malísimo para los intereses de La Habana que -en su decadencia- filtró un vídeo reciente del vicecanciller contando los planes de desestabilización contra Estados Unidos; el gobierno cubano está atiborrado de mentecatos, persuadidos que su "resistencia creativa" los sacará del atolladero.

A estas alturas, la Inteligencia tardocastrista -si hizo la tarea- debe tener datos de la cumbre migratoria de Panamá y las noticias deben ser negativas para los intereses de La Habana, que aguarda con sumo interés al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador quien, en su calidad de alguacil de Estados Unidos, confirmará a La Habana, las amargas verdades.

Que Estados Unidos es culpable de la emigración cubana ya no cuela ni en la siempre atildada y oportunista Europa, experta en usar al castrismo como contrapeso en su balanza geopolítica con Washington, como hacen la mayoría de las naciones latinoamericanas desde la normalización de relaciones, en 1974; y solo va quedando la izquierda sectaria, repetidora de antena de los muñequitos ideológicos de La Habana.

La llamada Ley de Ajuste Cubano (LAC) es justa porque se concibió para proteger a víctimas del comunismo y ha facilitado la vida en democracia de casi dos millones de cubanos, emisores de remesas que evitan el desmoronamiento de la dictadura, pese a que fueron desplazados por el castrismo, responsable de las avalanchas de Camarioca, Mariel, Balseros y la actual, cuando 78,752 inmigrantes de la isla han entrado a Estados Unidos, desde el pasado octubre hasta el reciente marzo.

En su fallida reinvención histórica, el tardocastrismo pretende desconocer que la Crisis de los balseros, posibilitó los acuerdos migratorios de 1994 y 1995, cuando el entonces presidente Bill Clinton promovió iniciativas en el Congreso para eliminar la Ley de Ajuste Cubano, como reconoció Robert Bach quien se desempeñaba como Comisionado Asociado Ejecutivo del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS, por sus siglas en inglés) para Política y Planificación.

La Casa Blanca definió como prioritaria la eliminación de la LAC, para lo que instó iniciativas parlamentarias, defendidas por el representante demócrata por Oregon, Michael Kopetski, que la calificó de anacronismo de la Guerra Fría, y el senador republicano por Utah Orrin Hatch, que propuso su sustitución por una salvaguarda de uso casuístico para cubanos protegidos por Parole.

La falta de consenso bipartidista, enrarecido por la proximidad de elecciones de medio término, y la oposición liderada por los senadores por Florida, el demócrata Bob Graham, y el republicano Connie Mack, encallaron ambas inciativas; pero el debate legislativo fue aprovechado por los senadores conservadores Edward Spencer Abraham, Jesse Helms y el candidato presidencial Bob Dole, para introducir una cláusula demoledora para la dictadura castrista, supeditando la derogación de la LAC a que Cuba tuviera un gobierno elegido democráticamente.

La Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante (IIRIRA, por sus siglas en inglés), aprobada en septiembre de 1996, incorporó la citada cláusula de condicionalidad, reforzando el marco legal de protección para los emigrantes cubanos; favorecida por la decepción del presidente Bill Clinton, que vio como Fidel Castro aniquiló sus esfuerzos de acercamiento, ordenando el asesinato de cuatro jóvenes pilotos de Hermanos al Rescate, crimen que propició el desmantelamiento de la Red Avispa, monitoreada por el FBI desde 1993, y el descubrimiento y condena de Ana Belén Montes, traidora a Estados Unidos.

La realidad siempre es más tozuda que las ensoñaciones tardocastristas que, en su manipulación continua, obvian el fusilamiento de tres jóvenes cubanos en 2003, tras la advertencia de George W. Bush de que una ola migratoria sería calificada y respondida como acto de guerra inamistoso, Castro cerró Cuba a cal y canto, temiendo que un misil Crucero lo sorprendiera tirando canastas en Punto Cero.

Lamentablemente, una minoría de la emigración cubana tiende a retroalimentar el discurso mentiroso de La Habana, que amplifica convenientemente sus soflamas radicales, machacando a víctimas que no tuvieron la suerte de llegar antes que ellos a tierra de libertad y pretenden que sus hermanos, rechazados en fronteras, hagan el dirty job del derribo de la dictadura.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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