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Vigilancia epidemiológica en cafetal "Angerona" tras brote de histoplasmosis

El lugar permanece cerrado al público.

Ruinas del cafetal "Angerona", en Artemisa © Juventud Rebelde / Erick García
Ruinas del cafetal "Angerona", en Artemisa Foto © Juventud Rebelde / Erick García

Este artículo es de hace 1 año

Las autoridades sanitarias de Artemisa mantienen la vigilancia epidemiológica sobre las ruinas del cafetal "Angerona" tras el brote de histoplasmosis que se reportó la semana pasada.

A trabajadores y demás personas que accedan al lugar se les exige el uso de nasobuco; evitar remover el suelo con presencia de heces; no entrar al área de las cuevas donde habitan los murciélagos, y humedecer las paredes con agua e hipoclorito de sodio, explicó Raymundo Verde, jefe del Departamento de Higiene y Epidemiología, al periódico El Artemiseño.

Asimismo, mantienen vigente la medida de contener el paso de personas al sitio y la Empresa de Flora y Fauna, como responsable de la guarda y cuidado del bien patrimonial, deberá clausurar de forma permanente los espacios contaminados.

“No están autorizados eventos religiosos ni de otra índole en ese sitio, declarado Monumento Nacional desde 1981, por lo cual quienes lo hacen violan lo establecido”, agregó Reveca Figueredo Valdés, jefa del departamento de Patrimonio, en la Dirección Provincial de Cultura.

La pasada semana se informó de un brote de histoplasmosis en Artemisa tras la realización de una ceremonia religiosa, donde al menos 34 personas se contagiaron, y de ellas siete menores de edad.

Del total de enfermos, nueve pacientes estuvieron hospitalizados en San Cristóbal y Artemisa, según datos oficiales.

La histoplasmosis es una enfermedad infecciosa no contagiosa causada por la inhalación de esporas de un hongo llamado Histoplasma capsulatum, que crece en el suelo y en la madera en descomposición como hongo saprofito filamentoso; principalmente en lugares húmedos, ricos en nitrógeno con excrementos de aves y guano de murciélagos y a temperaturas entre -18 ºC y 37 ºC; pudiendo llegar a sobrevivir durante más de 10 años.

Normalmente se puede encontrar en espacios cerrados, tales como grutas, cuevas, minas, túneles, iglesias y construcciones abandonadas, pero también en espacios abiertos (por ejemplo, parques públicos) contaminados con excrementos de aves y murciélagos.

La turista canadiense Terri Murphy viajó a Cuba en 2019 y se infectó de histoplasmosis tras visitar la cueva de Saturno, en Matanzas.

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