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Sacerdote Alberto Reyes: El pueblo cubano ya no cree en las promesas vacías de sus gobernantes

“Somos un pueblo sumergido en la miseria y la precariedad donde se hace cada vez más difícil cultivar los valores del espíritu. Y somos un pueblo que ya no cree en las promesas vacías que sus gobernantes insisten en repetir”, afirmó.

El sacerdote cubano Alberto Reyes © Captura de video YouTube / Wenceslao Cruz
El sacerdote cubano Alberto Reyes Foto © Captura de video YouTube / Wenceslao Cruz

El párroco de Esmeralda, el sacerdote cubano Alberto Reyes, consideró que el pueblo cubano ya no cree en las promesas vacías de sus gobernantes, a los que deja soltar su letanía mientras sobreviven en la isla o intentan escapar de ella.

“Somos un pueblo sumergido en la miseria y la precariedad donde se hace cada vez más difícil cultivar los valores del espíritu. Y somos un pueblo que ya no cree en las promesas vacías que sus gobernantes insisten en repetir”, dijo Reyes en conversación reciente con el periódico El Debate.

Conocido por sus reflexiones y lúcidas críticas de la realidad cubana, el sacerdote se posicionó una vez más del lado de los oprimidos, cuya única arma es la verdad y la palabra, que no matan ni destruyen, pero a las que el régimen cubano teme más que al Armagedón.

“Somos un pueblo cansado y desgastado, somos un pueblo al cual se le va la vida en la lucha por la supervivencia; somos un pueblo que ha aprendido a defenderse como puede y que sale a desfilar y aplaude con energía mientras prepara su emigración definitiva del país”, describió Reyes.

Su lamento sobre Cuba, expresado en innumerables publicaciones de redes sociales, escritos y entrevistas, busca mirar en la profunda oscuridad de un país que describe como el “gran teatro del sufrimiento” para denunciar los mecanismos sociales y resortes individuales que dan lugar al régimen de dominación impuesto por la violencia sobre una sociedad sin derechos ni libertades, y oprimida bajo el yugo del totalitarismo comunista.

“Ahora ya no hay marcha atrás, porque ahora hemos visto el verdadero rostro de aquellos que durante años nos hablaron día a día y machaconamente de lo mucho que nos amaban y querían nuestro bien. Ahora sabemos que todo era mentira, y que no les vacila ni la mano ni la voz a la hora de proclamar destrucción y muerte, y de incitar a la guerra de hermano contra hermano en una lucha cuyas heridas tal vez no sanen nunca”, afirmó el religioso.

Consternado por el grado de miseria humana y material en que transcurre la vida en Cuba, el párroco se refirió a una de las facetas más dolorosas de la crisis sistémica que atraviesa el país: la crisis migratoria cubana, llevada a niveles históricos en los últimos dos años, pero presente como fenómeno social desde el triunfo de la llamada “revolución”, que marca el inicio del éxodo que ha dejado un enorme vacío cívico en la destruida república.

“Desde el mismo año 59 somos una isla en fuga, donde cada vez más personas ven la emigración como la única solución posible, y asistimos impotentes a la ausencia progresiva de aquellos con los cuales hemos crecido. Sentimos que aquí no tiene cabida la esperanza. Cuando una y otra vez escuchamos que esto no hay quien lo cambie, se nos rompe en el alma la esperanza”, señaló.

Según el clérigo, “el miedo omnipresente y el temor a decir la verdad, son otros de los síntomas que, terminan por robar la esperanza a los cubanos”.

Entrevistado por El Debate, el clérigo afirmó que el gobierno cubano “ha demostrado con creces su incapacidad para construir una sociedad no sólo próspera, sino capaz de responder a las aspiraciones más elementales del ser humano”.

“Este país necesita un cambio, necesita una transición, necesita vivir y dejar de arrastrar la existencia, y en este momento, en mi opinión, solamente la Iglesia católica está en condiciones de liderar un diálogo y de proponer una transición”, razonó el párroco.

Ese momento está cada vez más cerca, afirmó el sacerdote, pues “la isla se ha convertido en un foco informativo internacional, por lo que las autoridades castristas están intentando impedir que salgan más imágenes al exterior de una ciudadanía harta, pobre y hambrienta que pide a gritos el fin del comunismo y la llegada de la libertad”.

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