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Las rutinas de belleza que se popularizan en redes sociales como TikTok están llegando a niñas y adolescentes cada vez más jóvenes, muchas de ellas expuestas a riesgos dermatológicos y a estándares estéticos poco realistas que pueden afectar su salud física y mental.
Estudios recientes alertan sobre el uso excesivo de productos faciales por parte de menores entre 7 y 18 años, quienes siguen tutoriales virales sin supervisión médica. Las jóvenes usan una media de seis productos diarios, algunos con ingredientes activos potencialmente irritantes que pueden causar alergias crónicas, sensibilidad al sol y dermatitis.
“El uso de cosméticos se está adelantando y las niñas te llegan a la consulta para la revisión de los 12 años con maquillaje y con los ojos pintados. Más que la piel, preocupa la razón por la que lo hacen, y la sensación de frustración de esas niñas porque no son ‘perfectas”, dijo Teresa Cenarro, vicepresidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap).
Aunque estas prácticas son más comunes en países donde estos productos están ampliamente disponibles, el fenómeno también alcanza a jóvenes cubanas dentro y fuera de la isla, a través del consumo de contenido en redes sociales y la creciente cultura del “skin care” importado o de reventa.
Los investigadores identificaron que en muchos casos las rutinas no incluyen protector solar, el único producto dermatológicamente imprescindible, mientras sí abundan ácidos exfoliantes, perfumes y activos repetidos en diferentes marcas, lo que eleva el riesgo de daño cutáneo.
Más allá de la piel, los expertos señalan que estas rutinas reproducen ideales de belleza poco saludables: asociar piel clara y luminosa con éxito, fomentar el consumo compulsivo desde la infancia y promover un ideal estético vinculado al bienestar, cuando en realidad puede ser perjudicial.
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Con precios que oscilan entre $168 y $500 mensuales, estas rutinas también refuerzan diferencias sociales y económicas, sobre todo en contextos donde el acceso a productos básicos es limitado, como ocurre en Cuba.
Los especialistas llaman a una mayor conciencia por parte de las familias y profesionales de la salud, ya que las plataformas digitales hacen casi imposible controlar lo que consumen niñas y adolescentes en línea.
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