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Calles rotas causan malestar entre los vecinos de la Habana

Las reparaciones de las brigadas causan más molestias que beneficios en ocasiones

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Este artículo es de hace 7 años

Arreglar una tubería de agua o de gas, o una línea eléctrica soterrada ha sido durante años en Cuba, uno de los grandes enigmas de la burocracia cubana, ya que en el proceso suelen participar hasta tres y cuatro ministerios, pues ninguno de ellos cuenta con la fuerza y el equipamiento necesario para emprender las labores por sí solos.

Por ello es que suelen suceder fenómenos como en el que se nos muestra en este vídeo.

Reparar una tubería de agua rota o un salidero involucra no solo a los de Aguas y Alcantarillados no; involucra a fuerzas del Ministerio de la Construcción, en ocasiones previa consulta con Urbanismo. Si el sitio donde se efectuará la rotura está en la Habana Vieja, hay que contar con la autorización de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Luego al finalizar la reparación se revierte el proceso, y entre un eslabón y otro pasan los días con las calles así, rotas, esperando que venga una brigada de alguno de los organismos involucrados, para que termine lo que la otra comenzó.

Mientras, los vecinos viven entre el polvo y el peligro. No solo temerosos por salir a la calle, si no también temerosos de que llueva, por ejemplo, y se acumulen agua y desperdicios en las zanjas y huecos, y entonces surja un foco infeccioso, que involucraría la participación de otro organismo más: el de Salud Pùblica.

Más o menos es esa la odisea de "reparar" una tubería de agua, o de gas, principalmente en La Habana.

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