La alerta roja por contaminación obligó a las autoridades chinas a decretar medidas especiales para luchar contra este fenómeno y proteger a la población.
Así, las autoridades limitaron el número de carros en circulación, ordenaron la paralización de la producción de 700 empresas en Beijing y limitaron los vuelos comerciales debido a la escasa visibilidad.
También se cerraron las escuelas en muchas de las ciudades del Norte del país e, incluso, algunos padres se vieron obligados a llevar a sus hijos a los hospitales a causa de la contaminación.
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