Su nombre es Calisur y es la mayor camaronera de Cuba. Se encuentra ubicada en el pequeño municipio de Río Cauto, en la provincia de Granma, una zona rural de pobreza evidente y donde la mayoría de sus habitantes vive mayormente de los empleos que genera la camaronera: empleos estatales y del mercado negro.
Porque a pesar de que la televisión provincial de Granma recientemente publicó un reportaje triunfal sobre el récord de producción recién establecido por Calisur, los camarones son una rareza absoluta en las mesas cubanas. Incluso en las mesas de Río Cauto.
Según los informes oficiales, 2.150 toneladas de camarones “producidos” por Calisur, es la cifra que bate en este 2017 todas las producciones anteriores de dicha empresa.
“Los indicadores productivos están a la altura de cualquier país”, dice Mario Sariol Romero, director de Calisur. Según él, también establecieron un récord en cuanto al peso promedio de cada uno de estos crustáceos: 14,3 gramos.
El propio directivo admite (con orgullo) que el 93% de toda esa producción de camarones está destinada a la exportación, en su inmensa mayoría con destino a Europa.
El restante 7% se destina a hoteles en divisas dentro de Cuba. De ese porcentaje se nutre el mercado negro que abastece a paladares y algunas privilegiadas mesas cubanas.
A pesar de que los salarios para obreros de Calisur son notablemente altos en comparación con la media nacional (5.500 pesos más 279 CUC, dice el jefe de Industria, Ediel Martínez, que fue su salario en noviembre), esto no impide que el desvío de camarones sea una práctica habitual para compensar otras necesidades básicas.
Calisur fue inaugurada por Fidel Castro en 1986. Su producción la convirtió desde la década de los 90 en la principal camaronera del país, y en la principal exportadora.
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