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Raúl Castro se va sin cumplir la promesa del “vaso de leche” para todos los cubanos

Tan peligrosa fue la promesa, que no tardaron los censores en editar esa parte del discurso en la retransmisión televisiva, y Granma en eliminar esas palabras de la transcripción que sería luego publicada.


Este artículo es de hace 5 años

El 26 julio de 2007, cuando todavía sostenía la presidencia interina de la Isla, Raúl Castro pronunció un discurso en Camagüey que "alimentó" una promesa que once años después no ha cumplido, la de un vaso de leche para todos los cubanos.

"¡Y hay que producir más leche! Es decir, que el objetivo principal es producir más leche para asegurar la que necesitan en primer lugar nuestros niños –estamos hablando de alimento fundamentalmente de niños, y de enfermos, con eso no se puede jugar tampoco– incluso sin renunciar a la perspectiva de que otras personas puedan recibirlo en el futuro", aseguró.

"Hay que borrarse de la mente eso de hasta los siete años. Llevamos 50 años diciendo que hasta los siete años. Hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomarse un vaso de leche y hay tierra para producirlo".

Tan peligrosa fue la promesa, que no tardaron los censores en editar esa parte del discurso en la retransmisión televisiva, y Granma en eliminar esas palabras de la transcripción del discurso que luego sería publicada, y que acabó quedando reducida a lo mínimo:

“Es decir, que el objetivo principal es producir más leche para asegurar la que necesitan en primer lugar nuestros niños —estamos hablando de alimento fundamentalmente de niños, y de enfermos, con eso no se puede jugar tampoco—, incluso sin renunciar a la perspectiva de que otras personas puedan recibirlo en el futuro.”

Sin embargo, la realidad indica que más de una década después, Cuba cubre la producción lechera de apenas el 50% de la demanda nacional, motivo por el cual el país necesita importar la mitad de la leche que consume.

¿Por qué once años después los cubanos siguen sin poder tomarse un vaso de leche cuando quieren? Para muchos la respuesta anida en un paquete de reformas demasiado limitadas y de muy lenta aplicación, que no afectaron el modelo político pero que sí sacrificaron la rentalidad y el progreso económico de la Isla.

En septiembre de 2017, Pedro Campos se preguntaba en un artículo publicado en Diario de Cuba hablaba de los pasos concretos que el mandatario debió dar.

"Básicamente, eliminar los controles y prohibiciones absurdas que mantiene sobre la masa ganadera privada, liberar la venta de leche, sus derivados y de carne de res; permitir y dar garantías legales al desarrollo de las empresas privadas y cooperativas productoras, recolectoras y distribuidoras de leche y sus derivados; eliminar el monopolio estatal del mercado de productos lácteos; repartir la tierra ociosa en propiedad y no en usufructo, con garantías legales de que no sería intervenida de nuevo por el Estado y apoyar con créditos reales ese movimiento”.

El articulista sumaba la posiblidad de favorecer la “inversión directa de cubanos emigrados en el sector y considerar algún arreglo, aceptable para ambas partes, con los ganaderos que sufrieron intervenciones estatales cuando la Primera y Segunda Leyes de Reforma Agraria".

Sin embargo, sabido es que el final de la historia no ha sido ese, sino la realidad del vaso de leche escurridizo, evasivo, caro si se opta por pagarlo en moneda dura.

La leche sigue siendo oro blanco en Cuba, un país que sobrevive gracias a la caridad internacional de países como Suiza y Uruguay, que con sistemáticas donaciones o convenios consigue ajustar las cifras mínimas de importación, pero siempre muy alejado de esa euforia raulista que ha pasado ya, a la HISTORIA.

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