Una de las joyas arquitectónicas de La Habana se alza frente al Parque Central, a un costado del Capitolio Nacional, se trata del Gran Teatro de la Habana. En sus inicios se llamó Tacón y fue inaugurado en 1915 en el edificio que perteneció al Centro Gallego de la Habana.
Dos aspectos trascienden en esta institución, el arte de primera que allí se exhibe, con prestigiosos nombres a lo largo de su historia (Sara Bernhardth, Enrico Caruso, Alicia Alonso); y la impresionante fachada neobarroca del inmueble, con la firma del arquitecto belga Paul Belau, y adornada por otros escultores de talla internacional, la cual puede apreciarse por los cuatro costados del edificio, que ocupa toda una manzana entre las calles Consulado, San Rafael, San Martín y Prado.
Entre platea y balcones, la capacidad de su sala principal, nombrada Federico García Lorca, es de poco más de dos mil espectadores. Por lo menos otras dos salas de menor capacidad conforman el gran centro cultural, así como galerías de arte, y otros locales utilitarios para las diferentes compañías artísticas que allí tienen su espacio (Ballet Nacional de Cuba, Ópera Nacional, etc).
Pero no solo en su fachada hay evidencias de exquisitez, sus interiores muestran igualmente el lujo y la elegancia de la época, como sus escenarios han mostrado la mejor factura artística de todos los tiempos. Aquí tiene su sede principal cada dos años el prestigioso Festival Internacional de Ballet de la Habana, donde se dan cita las más relevantes figuras de este arte a nivel mundial.
El buen gusto se funde para elevar el espíritu en esta esquina de la Habana.
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