Si algo es innegable en los tiempos que corren en Cuba son el talento y los deseos de hacer de las nuevas generaciones de profesionales cubanos.
Los diseñadores no están ajenos a esta tendencia ni al florecimiento de iniciativas, nuevos modelos de negocios y proyectos no vinculados al sector estatal, y están consiguiendo no solo abrirse paso tímidamente y pese a las carencias sino que están comenzando a visibilizarse dentro de otros sectores del trabajo por cuenta propia.
Aunque no existe consenso en cuanto a si puede hablarse de florecimiento o no del diseño cubano porque -en palabras de la fundadora de Clandestina 99% diseño cubano- se requeriría una industria que no hay, cada vez más son los cuentapropistas y emprendedores que ven la necesidad de un buen diseño para promocionar sus locales o negocios y cada vez se hacen más visibles la creatividad, el emprendimiento y el talento de los cubanos en esta rama.
Un síntoma de la valoración y buena acogida que conquista esta especialidad en la Isla, y en particular su capital, es la celebración del 14 al 20 de mayo pasados de la Primera Bienal de Diseño de La Habana -con sedes en Santiago de Cuba y Camagüey-, que bajo la máxima Diseño y Prosperidad tenía como propósitos no solo “promover la presencia y beneficios del diseño desde y hacia nuestra realidad, sino también mostrar la labor de aquellos profesionales con un trabajo que se distingue por su calidad, creatividad e innovación, así como de aquellas instituciones con una visión estratégica de diseño enfocada al desarrollo.”
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