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Elecciones en Bolivia: Decisión de suspender conteo rápido de votos genera incertidumbre

Bolivia escoge hoy entre el izquierdista Luis Arce, protegido de Evo Morales, y el centroderechista Carlos Mesa.

Un colegio electoral boliviano © Twitter/MAS
Un colegio electoral boliviano Foto © Twitter/MAS

Este artículo es de hace 3 años

Bolivia celebra este domingo unas elecciones presidenciales diseñadas para cerrar la fractura política abierta tras la dimisión de Evo Morales, sin poder evitar la polarización. La primera incógnita es si habrá segunda vuelta entre los dos candidatos que, con diferencia, encabezan las encuestas: el izquierdista Luis Arce y el centroderechista Carlos Mesa.

Este domingo 7,3 millones de electores bolivianos deberán protagonizar uno de los comicios más complicados de la historia, buscando zanjar de una vez por todas las diferencias políticas y dotarse de un gobierno que recupere la estabilidad democrática y ofrezca una esperanza de salida a la crisis política, social y económicad del país andino.

Los sondeos auguran que Arce, exministro de Economía durante casi todo el mandato de Morales (2006-2019), se impondrá en la primera vuelta de hoy pero no será suficiente para evitar un balotaje el 29 de noviembre contra Mesa –expresidente entre el 2003 y el 2005–, que entonces se convertiría en favorito al unirse el voto de derecha.

La última encuesta, publicada el domingo pasado indica que Arce lograría el 42% de los sufragios, mientras que Mesa el 33%. Para ganar en primera vuelta, un candidato requiere la mitad más uno de los votos o alcanzar el 40% y sumar una diferencia de diez puntos con el segundo.

A 12 horas del inicio de la votación de las Elecciones Generales 2020, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) suspendió el Sistema de Difusión de Resultados Preliminares (Direpre). La decisión tomada en Sala Plena del ente electoral tuvo el aval de los observadores internacionales para evitar crear confusión en la ciudadanía.

El año pasado, el conteo rápido de votos se interrumpió y desencadenó las denuncias de un supuesto fraude. En aquella ocasión, el conteo se reanudó 22 horas después, con una estrecha victoria en primera vuelta para el expresidente Morales.

“El TSE ha efectuado, en el transcurso de las últimas semanas, las pruebas y simulacros para el Direpre. Y queremos informar al país que, los resultados de las pruebas no nos permiten tener la seguridad de la difusión completa de los datos que ofrezcan certidumbre al país. Es por eso que con seriedad técnica y motivados con la responsabilidad, el TSE ha decidido el retiro del Direpre de la jornada de votación”, informó la noche de este sábado, el presidente del TSE, Salvador Romero.

“Hemos explicado esta situación a las misiones de observación internacional, a la comunidad internacional. Ellos han expresado su comprensión con esta decisión que ha sido considerada y juzgada razonable y adecuada, dado el contexto de alta polarización y de profunda susceptibilidad y desconfianza que existe en la sociedad”, agregó Romero.

Con esta decisión, la población sólo podrá acceder a los datos oficiales que se publiquen en la página oficial del ente electoral.

Sin embargo, a partir de las 20.00 horas del domingo, los medios acreditados podrán difundir los resultados de conteo rápido que hayan podido realizar, tal como lo establecen las normativas electorales.

“Esto no se va a prohibir. Pero esos resultados deben se difundidos, indicando con claridad, que no corresponden a resultados oficiales, que son estimaciones estadísticas, porque los resultados oficiales los dará el TSE. Vamos a trabajar toda la noche del domingo y las horas del lunes necesarias, para poder ofrecer esos datos”, indicó Romero, sin precisar la hora ni el día en que se darán a conocer los cómputos oficiales.

Ha pasado casi un año desde que Bolivia acaparó titulares por el fraude electoral del 20 de octubre de 2019 y la caída del régimen de Evo Morales tras 14 años de mandato socialista.

Nadie quiere que se repitan los disturbios de octubre del 2019, cuando la economía del país quedó paralizada durante tres semanas. Finalmente, la Policía se amotinó y las Fuerzas Armadas se volcaron contra el Gobierno. Morales renunció, huyó a México y, finalmente, se refugió en Argentina, donde aún vive. La semana siguiente a su exilio se produjeron actos de violencia y represión que se saldaron con más de 30 muertos y cientos de heridos.

Jeanine Áñez, una senadora opositora que llega al cargo por sucesión constitucional, prometió que llamaría a un proceso electoral cuanto antes, pero la pandemia lo impidió. Las elecciones –en las que la propia Añez decidió participar– fueron postergadas dos veces. En agosto, el MAS (representa sobre todo a los sectores indígenas –rurales y urbanos– del país) organizó un bloqueo de carreteras en contra de la última dilación.

En septiembre, tras una muy criticada gestión de la crisis sanitaria, Áñez renunció a su candidatura para facilitar la concentración del voto anti-MAS. Esta estrategia tuvo un éxito parcial, ya que mejoró la posición de Mesa en las encuestas, pero no logró involucrar a Camacho, “el vencedor de Evo Morales”, quien también compite por la presidencia. Por el contrario, este novel político aprovechó la salida de Añez para proyectarse como el candidato del oriente, una zona tradicionalmente enfrentada a La Paz, la capital administrativa del país, de donde proviene Mesa.

Los bolivianos están ahora ante dos caminos: devolver el poder al MAS o consolidar un cambio en la política nacional, eligiendo a otra alternativa estable.

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