Desde hace más de dos meses las noticias sobre los 'cubanos migrantes' de Costa Rica han acaparado las portadas de los medios de casi todo el orbe. El destino, las metas, los testimonios y las condiciones en que viven los cerca de ocho mil cubanos, que se han quedado en suelo costarricense, han sido seguidos de cercay la solución de la crisis ha motivado reuniones de países y decisiones extraordinarias para conseguir trasladarlos a suelo norteamericano.
Sin embargo, paralelamente al curso de los sucesos relacionados con estos miles de cubanos varados en suelo tico; discurre la suerte de otros ciudadanos, también cubanos, cuya estancia en el territorio no tendrá el mismo desenlace, ni su destino similar suerte.
En la actualidad unos 52 cubanos, junto a otros 53 extranjeros, permanecen en el Centro de Aprehensión de Extranjeros de la Policía de Migración costarricense por situación migratoria irregular.
Las precarias circunstancias en que están, que incluyen pésimas condiciones de higiene y para el aseo, falta de ventilación e iluminación, escasez de camas y otras, han sido denunciadas por funcionarios del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, adscrito a la Defensoría de los Habitantes.
Tras haber inspeccionado las condiciones del recinto donde el centenar de personas se encuentra retenido “las autoridades hicieron un llamado al Gobierno para promover un proyecto de construcción, compra o adquisición de un establecimiento que cumpla con las condiciones requeridas para la ubicación de los inmigrantes detenidos”, indicó DiariodeCuba con información de la agencia EFE.
A propósito de este recinto y los sujetos en él detenidos, ElPais también ha dedicado una nota que da voz al testimonio de uno de estos cubanos que serán, previsiblemente, deportados a un tercer país, después del Tribunal Constitucional de Costa Rica resolviera un recurso de un habeas corpus e impidiera la devolución a Cuba, al encontrar “un grado razonable de probabilidad de que se ponga en riesgo su integridad”.
Preferimos seguir presos que volver a Cuba; que nos peguen un tiro antes
“Preferimos seguir presos que volver a Cuba; que nos peguen un tiro antes”, declaró al referido medio Yoandrys, licenciado en educación física, con 31 años de edad y una hija de 3 en Cuba quien, pese a haber formado parte del grupo a los que Nicaragua les negó el paso, no pudo obtener el visado de tránsito “por descoordinación” y pasó a adquirir la situación de migrante irregular que provocó su detención.
Para este cubano, tanto él como los coterráneos que comparten su situación, están siendo víctimas de una estrategia para prevenir futuros flujos de cubanos desde Panamá, al punto de llegar a cuestionarse la inequitad en el trato que reciben ellos y los miles de compatriotas que serán ordenada y reguladamente trasladados a Estados Unidos:
¿Por qué a los otros 8.000 sí los ayudan a cumplir el sueño y a nosotros nos meten presos? ¿Es tan cierto que este Gobierno defiende los derechos humanos de los migrantes?
Su testimonio y las vicisitudes que pasan tanto los que serán trasladados como los que serán deportados o los que no alcanzarán nunca arribar a suelo centroamericano, son, sin embargo, ajustadas evidencias de las muchas aristas del fenómeno migratorio cubano, de las muchas historias que trascienden y las muchas que nunca nadie conoce, de los cómodos o riesgosos viajes que emprenden quienes deciden cortarse las raíces, despojarse de cuanto se posea y alejarse de cuanta aparente seguridad se tenga para emprender un rumbo hacia una vida con futuro, proyectos y esperanzas.
(Imagen de Álvaro Murillo, tomada de ElPais)
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