Rezaba mi abuela a cada rato el siguiente refrán: "Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde". Un refrán que parece venir de "perilla" a lo sucedido con las hermanitas más famosas del plató internacional: Las Kardashian.
"Adoro compartir las fotos de nuestro viaje a Cuba. La arquitectura es encantadora (...)" escribió en su blog Kim Kardashian recientemente.
La fascinación que la vieja Habana ha causado en todo el clan, ha levantado la atención en numerosos editores de numerosas revistas.
People.com, quizás una de las tres publicaciones sagradas de mundo del jetset internacional, se ha hecho eco de una foto compartida por Kim en Instagram.
En ella se aprecia a sus sobrinas North, and Penelope, bailando y divirtiéndose (todos) al ritmo - según Kim - de una contagiosa salsa.
"La familia tomó clases de salsa, y fue muy divetido" añadió Kim.
Pero un detalle salta a la vista en la nota de People, cuando dice que "las niñas, parecían sentirse como en casa"
Si tomamos en cuenta que esta familia vive numerosas horas al día grabándose hasta los detalles más intimos en la cocina de su casa, son pocos, o escasos, los momentos en que tienen paz cuando deciden salir de esas cuatro paredes.
El clan entero - hasta el dizque cantante Kanye West - vive constantemente bajo el flash de las cámaras de los paparazzis; viven constantemente eludiendo micrófonos donde quiera que llegan, para no hablar de la gente pidiéndole autógrafos o siguiéndolos con la mirada (no solo el trasero de Kim despierta el ojo curioso).
Y si bien los adultos podemos "sortear" los tragos dulce-amargos de la fama, un par de criaturas como North o Penelope no lo manejan tan facilmente.
De eso parece haberse dado cuenta ahora Kim Kardashian, quizás al comparar los días en que se paseó por toda la Habana sin que la gente la reconociése (ni a ella, ni al resto de la familia), sin ser molestada, respirando esos aires que la Habana suele darle a los turistas. De aquella crítica y lamento por no tener Internet, solo queda el recuerdo.
De regreso a casa, al bullicio, a medir hasta el aire que respiran, fuertes ráfagas de nostalgia le vienen a su mente. Respiró paz en la Habana, y ahora la extraña.
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