Corría el octavo inning del partido Cuba-Japón de la segunda vuelta en el Clásico Mundial de Béisbol. Había empate a cinco en la pizarra, un out, y el antesalista Nobuhiro Matsuda roleteó por el infield. Parecía una jugada de rutina: Alexander Ayala fildeó fácil, tiró, pero William Saavedra mofó la pelota.
Desconcertado, Miguel Lahera perdió la autoridad en el montículo y permitió sencillo de Shogo Akiyama, fly de sacrificio de Seichi Uchikawa y jonronazo de Tetsuto Yamada. 8x5. El mal estaba hecho, y su semilla había que buscarla en el error del inicialista pinareño.
“Sentí que el mundo se me caía arriba”, me confiesa Saavedra. “Te digo que recé para que luego del error no pasara nada, pero desgraciadamente nos costó”.
Destacado por sus capacidades defensivas y el buen hábito de producir en situaciones límites, el slugger derecho no bateó lo necesario en el torneo (hasta el punto de irse en blanco en impulsadas), pero estima que su rendimiento tampoco fue un desastre.
“El primer día, contra Japón, le pegué bien varias veces. Di hit, Aoki me cogió un batazo que iba a ser extrabases… Pero luego contra China, que se pintaba como la mejor oportunidad para tener un buen juego a la ofensiva, me sacaron de quicio los dos primeros turnos. Le di duro en par de ocasiones y las conexiones salieron de frente; entonces me bloqueé”.
Le pregunto si no habrá sido víctima de la presión competitiva, y contesta que todos los peloteros la experimentan, unos más que otros.
“Pero no creo que fuera el caso”, agrega. “Yo me di solo tres ponches en 21 turnos contra un pitcheo muy por encima del que veo cotidianamente, así que no me parece que estuviera en un punto crítico. Lo que pasa es que molesta mucho lucir por debajo de las expectativas cuando uno tiene la responsabilidad del quinto turno, sobre todo si le toca tapar a Despaigne”.
De 35 años, Saavedra no cree justos los ataques recibidos por la ofensiva nacional, que a la postre promedió .282 después de enfrentar dos veces a Japón y sostener un duelo per cápita contra Australia, Holanda, China e Israel.
“Los fanáticos son ciegos y solo ven lo malo. Para mí, el equipo tuvo una actuación aceptable y bateó bien. Pero aquello no es la Serie Nacional. Yo le preguntaba a Despaigne antes de los juegos contra los japoneses qué tiraba cada pitcher, y él siempre me decía cinco o seis tipos de lanzamiento. Y era normal que la velocidad sostenida estuviera por 93-94 millas. Adaptarse a eso de ahora para ahorita es casi imposible, porque nosotros nos pasamos el año viendo a lanzadores ‘flojos’ y de poco repertorio. Para que los resultados del Cuba vuelvan a subir habrá que llevar a jugadores más acostumbrados a las ligas extranjeras”.
Siempre sereno para conversar, el “28” de Pinar del Río tiene palabras elogiosas para el Clásico (“un evento muy bien organizado desde todos los puntos de vista como son disciplina, apego a los horarios y condiciones de entrenamiento”), y no esconde el profundo respeto que le inspira el béisbol de las Grandes Ligas.
“Yo quisiera ser más joven para saber que puedo jugar esa pelota y pasar unos años en ella. Ese es el techo, el nivel máximo, el béisbol en que de verdad tienes que ponerte para las cosas porque te exige demasiado”.
“Tal vez puedas resarcirte del error en el próximo Clásico”, le sugiero finalmente, y del otro lado de la línea telefónica llega el olor de la nostalgia.
“Ha sido una experiencia muy bonita. Sé que en el próximo Clásico no voy a estar, porque tendría que caerse una estrella para que eso suceda, pero sí espero seguir jugando mi pelota por Pinar hasta que las condiciones me acompañen”.
SAAVEDRA EN EL CLÁSICO 2017
JJ VB C H 2B 3B HR CI SO BR OBP SLU AVE
6 21 3 6 1 0 0 0 3 0 .348 .333 .286
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