La ciguatera, una intoxicación que afecta a los pescados en el Caribe, comienza a extenderse y a preocupar también en Europa. Esta intoxicación se produce al consumir peces de gran tamaño que son portadores de una toxina (ciguatoxina) que habita en los arrecifes de coral en aguas templadas.
Pese a que la ciguatera no tiene graves consecuencias para las personas, sí provoca problemas gastrointestinales y, en ocasiones, se pueden manifestar otros transtornos más llamativos como cambios en la sensación frío-calor, hormigueo en la lengua y alteraciones de la tensión arterial o cardiovasculares.
Además, la ciguatera tiene la peculiaridad de que no se detecta a simple vista ni tampoco desaparece al cocinar el pescado o al congelarlo -como sí ocurre con el anisakis- y solo puede detectarse con un análisis en el laboratorio.
Para evitar la enfermedad es recomendable evitar comer vísceras como hígado, cerebro y gónadas del pez o también la cabeza donde se concentra la mayor cantidad de toxinas.
Tras la detección de los primeros casos en Europa de ciguatera por consumo de pescado capturado en los mares europeos, se ha puesto en marcha un proyecto para detectar esta toxina en el mar Mediterráneo y el Atlántico.
Como causas que se barajan para explicar la presencia de ciguatera en los mares europeos se encuentran la globalización y el cambio climático.
El mayor tráfico de grandes barcos podría estar arrastrando las microalgas portadoras de la toxina marina hasta latitudes donde el agua es más fría. Las temperaturas del mar cada vez más elevadas favorecerían su posterior asentamiento.
No obstante, Ana Canals, asesora de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) aseguró al diario Abc: "No hay alerta, es un problema emergente que nos preocupa y debemos atajar. El pescado forma parte de una dieta saludable y debe seguir siéndolo. El riesgo para el consumidor es ínfimo. Son casos anecdóticos, no estamos ante un problema de salud pública".
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