Definitivamente, José Dariel Abreu le ha puesto un soberano tapabocas a los pitonisos que -amparados en apresuradas lecturas sabermétricas- especularon con la posibilidad de que el gigante había visto pasar su etapa de esplendor en la mejor pelota de este mundo.
Más vale que se callen, parece decirles Pito en cada swing. Su campaña 2017 ha descrito un crescendo formidable, hasta el punto de que al escribir estas líneas batea .305 con .357 de porcentaje de embasado, .561 de slugging, un astronómico .918 de OPS, 31 cuadrangulares y 92 carreras empujadas.
De 30 años y 190 centímetros de altura, dentro de la Liga Americana el cienfueguero está colado en el Top Ten de la mayoría de los principales departamentos del juego. A saber, es líder en Total de Bases (314); segundo en Extrabases (75); tercero en Triples (6); cuarto en Hits (171), Slugging y OPS; quinto en Dead Balls (13) y Carreras Creadas (103.1); sexto en Average, Veces al Bate (560) y Dobles (38); séptimo en Impulsadas; y décimo en Jonrones.
Ha matado a los zurdos, casi literalmente: contra ellos promedia .382 (131-50) con seis dobles, dos triples, una decena de jonrones y slugging de .687.
Ha funcionado como una máquina sobre el primer envío (.469 de average).
Ha sido la mar de oportuno con hombres en posición anotadora (.342), y más aún cuando ha debido remolcar a compañeros en segunda o la antesala con dos outs en la pizarra (.365).
Bajo control de los Medias Blancas hasta 2019, la estadística del “79” dice que está bateando más en la carretera que en sus predios (.325 por .288), más como inicialista que como designado (.317 por .208), y más de noche que de día (.316 por .286). De momento, su segunda mitad de temporada exhibe ¡20! puntos ofensivos por encima de la otra.
Muy pronto, en este mismo espacio, seguiremos hablando del mejor pelotero cubano de hoy en las Ligas Mayores.
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