El hombre que más duro ha lanzado en todo el béisbol, Aroldis Chapman, arribó anoche ante los Rays a su rescate número 200. Poca cosa, si lo comparamos con las más de seis centenas que lograron Mariano Rivera y Trevor Hoffman; pero mucha, si atendemos a que su edad y condiciones podrían terminar ubicándolo en el Top Ten histórico del juego.
Con 29 años cumplidos, Chapman ha redondeado la cifra en ocho temporadas, aunque tan solo en seis de ellas ha fungido como taponero. Repartidos por franquicia, sus salvamentos han deparado celebraciones en Cincinnati (146), Nueva York (38 en dos períodos con la camiseta) y Chicago (16, algunos de ellos decisivos en el camino de los Cachorros a su histórica Serie Mundial del año precedente).
El imponente zurdo consiguió la hazaña con poco menos de una entrada lanzada por salida (420.2 innings en 429 apariciones) y una tonga de ponches recetados (suma 698, a razón de 14.95 por partido completo). De por vida su WHIP es de 1.02, la tasa de strike outs por boleto asciende a 3.63, permite 5.1 indiscutibles cada nueve episodios y exhibe efectividad de 2.25.
Eso, a pesar de que su campaña 2017 ha quedado por debajo de las expectativas. Muchos pensaron -yo entre ellos- que con la franela de los Yanquis el holguinero iba a conseguir de inmediato su primer curso de 40 o más salvados. Sin embargo, el cerrador más caro de todas las épocas (86 millones por un lustro) atravesó una racha donde se combinaron problemas con el ligamento de la corva, el comando de los lanzamientos y, por más que él se empeñara en negarlo, la autoconfianza.
La gente se resistía a creerlo. De un momento para otro, el lanzador más intimidante del béisbol había perdido su plaza de closer estelar, asaetado una y otra vez por bateadores que antes liquidaba sin problemas por la vía de los strikes. El promedio de limpias se le encaramó en 4.29, y los bates se resistían a abanicar el aire a despecho de repetidos envíos entre 101 y 103 millas por hora.
Por fortuna, parece haberse reencontrado con su mejor versión. Al menos eso se desprende de sus últimas cinco escaladas al montículo, en las cuales laboró 5.1 episodios de apenas par de hits y diez ponchetes. Y si bien ya no podrá llegar siquiera a los treinta rescates este año, le queda el consuelo de poder disputar un nuevo anillo y redimirse a lo grande en la postemporada.
Pero todo sea dicho. Sigo pensando que las potencialidades de Chapman nos deben la campaña que nunca ha conseguido. Esto es, digamos, un liderato de salvados, varios cursos de 45 o más puntos por ese concepto, un premio Hoffman o Rivera... Mientras no pueda consumar esos propósitos, tendremos que seguir admitiendo -aunque mucho nos pese- la superioridad de taponeros como Craig Kimbrel o Kenley Jansen, que casualmente tienen la misma edad del moreno cubano.
No obstante, Aroldis Chapman lleva un misil oculto entre los huesos de su brazo izquierdo, y ese misil debe estallar aún durante cerca de una década. Si la salud no le juega una trastada, cabe esperar que para entonces haya rebasado los 400 salvamentos y tenga ya un espacio en el selecto grupo de los diez mejores de la historia.
NOTA Chapman se ubica actualmente en el puesto 50 de todos los tiempos. Delante de él hay un total de ocho lanzadores en activo y solo seis zurdos.
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