Los atrasos en la elaboración de los estudios, el cumplimiento tardío de los trámites y la falta de preparación de las empresas cubanas, así como las restricciones de liquidez y la dualidad monetaria y el impacto del embargo de EE.UU., son algunas de las causas que el Gobierno de Cuba cita para explicar los “modestos avances” en el tema de la inversión extranjera.
Los miembros de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, reunidos en el último período ordinario de sesiones de su VIII Legislatura, recibieron información de Déborah Rivas Saavedra, directora general de Inversión Extranjera, del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex).
Según informó el diario Granma, en 2017 los negocios de la Isla muestran un monto de capital comprometido que supera los 2 000 millones de dólares.
El presidente Raúl Castro, en diciembre de 2016, reconoció “las dilaciones excesivas del proceso negociador” y la necesidad de “superar la mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión foránea”.
Un año después el Mincex, como organismo rector, ha trabajado en nuevas normas jurídicas, aún no suscritas, para simplificar los trámites que las empresas deben vencer para poder presentar sus proyectos con capital foráneo, así como para acortar los plazos de las negociaciones.
La funcionaria explicó que se trabaja para determinar el valor mínimo del suelo para este tipo de negocios, por sectores y zonas. “Ya se concluyó el estudio para la actividad turística y se labora en las áreas de energía y minas”, reveló.
Rivas anunció la existencia de 80 proyectos con posibilidades reales de concreción y de otros 15, cuyo volumen de inversión sobrepasa los 900 millones de dólares, que andan en fase avanzada de las negociaciones.
Pero también hay otros obstáculos, como la falta de apoyo efectivo de los patrocinadores —incluyendo los órganos del Poder Popular a todos los niveles— en la identificación de proyectos en sus territorios.
En su opinión, atraer los flujos de inversión es un proceso paulatino, en el cual queda mucho trabajo por hacer. De ahí la necesidad de incrementar la proactividad de las empresas, diversificar los vínculos con potenciales socios para no depender de un solo mercado, y profundizar en la capacitación de los empresarios y los grupos negociadores.
Según Granma, aunque explicó la existencia de una estrategia de superación, este tema fue puesto sobre la mesa una y otra vez por los diputados, quienes insistieron en que la preparación debe llegar hasta la base.
Otros señalaron que los empresarios continúan viendo la actividad inversionista como una orientación que debe llegar de arriba o del lado, en vez de ser gestionada por ellos mismos.
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