Los vecinos de Sancti Spíritus se han quedado con la boca abierta esta semana al comprobar que en la heladería Coppelia, reinaugurada hace solo un año luego de una reparación capital que duró tres meses y costó 280 000 pesos, los obreros han tumbado una pared a mandarriazos.
Según el periódico Escambray, el problema estuvo en la construcción de la fuente, lo cual es responsabilidad absoluta del Fondo Cubano de Bienes Culturales, que corrió a cargo de las obras en 2017. Por tanto, ahora han tenido que asumir la nueva remodelación sin cobrar nada.
El arquitecto Vladimir Osés Torres, uno de los responsables del proyecto original, explicó que no se realizó la fundición del vaso de hormigón que garantizaba la absoluta calidad en el sistema de recirculación del agua, por lo que se perdía líquido. Ello obligó a demoler la obra y a comenzar los trabajos para luego colocar un nuevo encofrado.
Las nuevas obras demorarán tres semanas. En ese tiempo los clientes tendrán que resignarse a tomar helado en el nuevo horario estipulado por la administración de Coppelia, y mientras lo hacen tendrán que escuchar los molestos ruidos y golpes propios de una construcción.
No es la fuente el único problema. Algunas de las mesas, que desde la reapertura del centro tuvieron dificultades, tendrán que ser sustituidas.
Además, se prevé la colocación de 14 gárgolas para la evacuación del agua de lluvia, con lo cual debe quedar solucionado el problema del vertimiento por encima del pretil. Esta acción constructiva sí tendrá que pagarla la Empresa de Gastronomía en Sancti Spíritus, pues no se contrató el año pasado.
Pareciera que tumbar obras terminadas se hace una moda en Cuba. El 19 de diciembre pasado publicamos el caso de la antigua sede de la Dirección del Trabajo y la Seguridad Social de Las Tunas, que tras ser remodelada a un costo de 700.000 pesos en moneda nacional y “miles en divisa”, fue echada a bajo también a mandarriazos, pues a última hora se decidió cambiar su función.
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