El maltrato y la explotación de animales son prácticas no solo comunes, sino también perfectamente legales en Cuba, una organización benéfica dedicada a documentar la triste vida de los caballos en la Isla da fe de ello.
Bajo el nombre Cuba’s Horses, este sitio recopila fotos y videos enviados por distintos usuarios a lo largo del país que evidencian el lastimoso estado de depauperación al que pueden llegar cientos de estos equinos bajo una continuada y descontrolada explotación.
Heridas en carne viva, pezuñas destrozadas por la falta de herraduras, cicatrices como resultado de repetidos azotes y cuerpos esqueléticos son algunas de las características más visibles del sufrimiento de los caballos utilizados como fuerza de tracción, medios de transporte, o atractivos turístico-patrimoniales (como es el caso de los coches en el Casco Histórico).
Este tipo de actividades, en muchos casos totalmente innecesarias, no solo son ampliamente toleradas como parte de la cotidianidad, sino que fueron avaladas de forma oficial por el Gobierno al incluir el acápite “Tracción Animal” en los lineamientos que regulan la limitada actividad por cuenta propia en la nación caribeña.
En zonas rurales, donde puede ser entendible el uso de animales para el transporte dada la pésima infraestructura del sector, los caballos son obligados a cargar en un solo viaje a más de 10 personas sobre carretones.
Pero, qué justificación hay detrás de los coches “patrimoniales” en urbes como La Habana Vieja, donde si algo sobra son las vías de transporte. También existen los que son utilizados desde pequeños para dar vueltas a los niños alrededor de parques y plazas, o los que “ayudan” en mudanzas y con el cargamento de materiales de la construcción.
Vale aclarar que hasta el sol de hoy no existe en la Isla ningún marco jurídico que vele por el bienestar de los animales en general (domésticos, salvajes, o “para el trabajo”). Queda pendiente aún la aprobación de una Ley de Protección elaborada desde 2003 y propuesta hasta el cansancio ante la Asamblea Nacional de Cuba.
Obviemos entonces el derecho de los animales como organismos vivos, capaces de sentir emociones, cansancio y dolor físico. Obviemos que, al igual que los humanos, ninguno vino al mundo para servir al propósito de otra especie.
Dejando todo esto de lado, lo mínimo que podemos hacer es velar por que las actividades legales que ya se realizan en el país a costas de los animales (traslado de personas, arado de terrenos, espectáculos circenses, zoológicos, y un largo etc.) mantengan intacta la integridad de estos seres y causen el menor daño físico posible a los mismos.
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