Pese al tope en el precio oficial de la mercancía, la realidad indica que quienes venden productos agropecuarios adulteran muchas veces los precios en relación con la demanda, aunque por ley esos precios estén topados.
Un reporte local del diario La Demajagua asegura que en diferentes lugares de la provincia Granma no se respeta el acuerdo del Consejo de Administración Provincial del Poder Popular de ese territorio, según el cual, a partir del 30 de diciembre de 2016, fueron regulados los precios para la comercialización de productos agropecuarios y bebidas, en mercados de oferta y demanda y carretilleros.
Ello ha traído como consecuencia que comúnmente los compradores se lleven desagradables sorpresas al momento de pagar porque la realidad no corresponde con lo anunciado.
El citado reporte asegura que pese al aumento de la vigilancia de autoridades e inspectores, y también de frecuentes multas, decomisos y retirada de licencias, no han podido frenar la creciente especulación.
No obstante, también se encargan de aclarar que no es un fenómeno inherente a todo el sector, pues algunos sí se ajustan al tope de precios que lo que busca es frenar la especulación a costa del bolsillo de los cubanos.
Los cuentapropistas cubanos han dicho en ocasiones anteriores que respetar estos precios es casi imposible porque es una ruleta rusa. Los altos impuestos y las limitantes de los productores hace que estos se encarezcan. Luego ellos pagan una licencia altísima también y por si fuera poco deben destinar dinero a los acostumbrados sobornos de los inspectores, que en la mayoría de los casos son corruptos que exigen paga extra para no poner multas.
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