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Expediente Ravsberg

No valen los intentos de culpar a Díaz-Canel del tapabocas a Ravsberg, pues el presidente no tiene un Consejo de Ministros propio y –de momento- vive en la maldita circunstancia de estar rodeado de militares y ancianos por todas partes,

Fernando Ravsberg © Facebook/ Fernando Ravsberg
Fernando Ravsberg Foto © Facebook/ Fernando Ravsberg

Este artículo es de hace 5 años

Fernando Ravsberg tiene todo el derecho del mundo a publicar un blog sobre Cuba y a ser corresponsal en La Habana para los medios que le paguen, pero peca de ingenuidad al quejarse del cerrojazo que le ha infligido el Buró Político del Partido Comunista porque entró en el juego con los canallas y debilitó su posición manseando frente al poder totalitario.

Ravsberg se creyó hábil asumiendo una postura crítica desde posiciones revolucionarias, calculando que así estaría a salvo, sobre todo, después de aquella vez que él preferirá no recordar en que Fidel Castro lo llamó “uruguayo tramitadito”, tras advertirle que “ya sabemos quién tú eres”.

En su alegato frente al cierre de su blog cita a Martí y el Che, al viejo estilo de los aparatchik cubanos, pese a que el Apóstol y Guevara no tienen nada que ver en su desdicha, pero los usa como elemento de legitimación revolucionaria frente al poder que acaba de apartarlo de un manotazo, como sabe hacer La Habana, cuando quiere.

El periodista represaliado se presenta como el primer inmigrante ilegal cubano. Detalle que confirma su cinismo, pues inmigrantes ilegales cubanos los hay patadas en infra barrios habaneros, donde malviven personas procedentes de otras provincias y que han sufrido hasta desalojos y la vuelta a sus lugares de origen, como también los hay en el extranjero, viviendo y trabajando a escondidas de las autoridades.

Sus numerosos deudos, incluido Silvio Rodríguez, salen ahora en defensa del periodista, pero intentando presentar la represalia como cosa de un grupo de “duros” alérgicos a cualquier crítica que empañe la obra divina en la que llevan empeñados los últimos 60 años. El poeta que no da puntada sin hilo, llega a decir que eso no habría pasado con Fidel ni con Raúl Castro, en otro ejercicio de desmemoria oportunista y simplonería histórica.

Fidel y Raúl no fueron ajenos a la “parametrización”, a la UMAP, al cierre de “Pensamiento Crítico”, a los ataques al grupo Orígenes desde Lunes de Revolución, al cierre de Lunes…, a los ataques de El Caimán Barbudo contra el grupo El Puente y su posterior desarticulación, al cierre de la revista Opina, al cierre de los Centros de Estudios adscritos al Partido Comunista de Cuba, al eufemísticamente llamado Quinquenio Gris, cuando hubo creadores que estuvieron 17 años sin publicar una letra.

Ravsberg, sus deudos y todos esos mansos oportunistas que han pactado con la dictadura a cambio de su Diplotienda particular, en el pecado llevan la penitencia porque hace muchos años Raúl Castro los catalogó de “carril dos”, y llamó a desenmascararlos y combatirlos, con igual contundencia que a los enemigos que usaban armas de fuego.

¿De qué se extrañan, entonces? Abandonen toda esperanza de salvarse porque el castrismo y su epílogo los desprecia, como desprecia a la mayoría de intelectuales, quizá desde aquella mañana remota en que García Márquez salió corriendo de Nueva York y no paró hasta México, dejando abandonada la corresponsalía de Prensa Latina el mismo día de la invasión de Playa Girón.

Abandonen toda esperanza de salvarse porque el castrismo y su epílogo los desprecia, como desprecia a la mayoría de intelectuales

La postura de Ravsberg, Rodríguez Domínguez y demás deudos es muy cobarde porque sigue la estela de la guerrita de los emails en que otro grupo de mansos intentaron culpar a Jorge “Papito” Serguera, a Luis Pavón y a Armando Quesada de las represalias sufridas en aquellos años luminosos y tristes, evitando responsabilizar a Raúl y a Fidel Castro por el daño causado por el miedo que sentían y sienten, que es humano, pero injusto en su proyección.

Tampoco valen los intentos de culpar a Díaz-Canel del tapabocas a Ravsberg, pues el presidente no tiene un Consejo de Ministros propio y –de momento- vive en la maldita circunstancia de estar rodeado de militares y ancianos por todas partes, con los que tiene que pactar día a día, sintiéndose vigilado.

Otras voces intentan culpar a Iroel Sánchez, porque publicó una lista de medios hostiles al tardocastrismo, pero ese señor no es más que otro soldado al servicio del totalitarismo, sin poder real y que vende sus servicios a cambio de las migajas que –sabiamente- suelta el tardocastrismo a sus voceros, especialmente a los más canallas.

Los únicos culpables del cierre de “Cartas desde Cuba” son el Buró Político del PCC, el gobierno cubano y el propio periodista que –en vez de regresar a Uruguay y trabajar allí como hace mucha gente- prefirió congraciarse con la élite castrista, con estupideces como una crónica sobre la muerte de Oswaldo Payá, en la que compró toda la mercancía del departamento del Ministerio de Relaciones Exteriores que ahora le ha dicho que se acabó lo que se daba.

El castrismo es un poder blancos y excluyente y de nada le ha valido a Ravsberg hacer familia cubana, como símbolo de amor a la revolución a la que él no contribuyó de manera alguna, por razones de edad; y pasar la mano por el lomo a los represores que –en su lógica comunista- no admiten la mínima disidencia, aunque el periodista se creyó parte de esa clase media habanera que pasta en los pesebres del poder, experto en combinar palo y palo porque las zanahorias son solo para los revolucionarios, aunque al paso que va la agricultura, igual no alcanzarán para todos los revolucionarios.

Ravsberg vete a Uruguay, pide ayuda y establécete con tu familia allí, donde podrás trabajar y ganarte la vida sin el agobio de escribir cada línea intentado descifrar el pensamiento íntimo de los represores encargados de analizar el contenido de tu información sobre Cuba, el resto son espejimos; aunque tu insistas en hacerte perdonar. No te van a perdonar.

Y para los que ahora cuchichean en tu oído, mirando a todos lados como si los estuvieran grabando, que te dirán que no ha sido la revolución, sino los hombres y que dejes claro que tu eres revolucionario, cuéntales que una vez Fidel Castro usó a los viejos comunistas, y ellos encantados, para cargarse a los combatientes de la resistencia clandestina urbana que no se doblegaron; que otra vez, los Castros engulleron a los comunistas y, de paso, al poderoso movimiento sindical cubano; con una purga que se conoció como la micro fracción.

Una pena, Ravsberg con lo bien que se vive en La Habana siendo pacotillero, escribiendo con ese lenguaje ortopédico y fantasioso que tanto gusta al Buró Político y tu mujer e hijos sintiéndose diferentes, ungidos por la suerte de que su marido y padre era un privilegiado sobre la miseria de la mayoría del pueblo cubano.

Según tu testimonio la gota que colmó tu vaso en el MINREX (pura tapadera del DOR en estos casos) fue que reclamaste una investigación sobre los nexos entre Cuba y la aerolínea Global Air, supongo que tendrás elementos que te hagan sospechar de algo turbio, aparte del dramatismo de los más de cien muertos. Publícalos.

También denuncias amenazas contra ti y tus hijos. ¿Las denunciaste en su momento ante la justicia revolucionaria? ¿O las sacas a relucir ahora cuando parece que te quitan la Libreta de la Diplotienda? Lo siento de veras, y aunque me lluevan palos, defenderé que tienes todo el derecho del mundo a hacer periodismo en La Habana y desde La Habana, pero claro, Ravsberg, eso tiene un precio y ya tienes la factura encima de la mesa.

Cuando te recomiendo que te vayas a Uruguay no lo sugiero como acto de cobardía o xenofobia politizada, sino como actitud prudente y protectora de tu familia, no vaya a ser que a los “duros” les de por sacar tu expediente y tengas que lanzarte a nado por la playita de 16 y hacer un Chamamé a Cuba, pero al revés, hasta el río La Plata. Llévate un GPS no vaya a ser que acabes en la Sierra Maestra.

¡Toda la suerte del mundo para ti y los tuyos! Aprovecha y escribe un libro sobre tu amargura cubana, que aún estás a tiempo de que te lo compren por buen precio, e intenta desconectarte de tu vida pasada lo más rápido posible. Cuba es como una droga para los rojos y rosados del mundo: engancha, pero mata.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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