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Emilio Mola Vidal, el 'cerebro' cubano detrás del golpe franquista en España

El general nacido en Cuba tomó la dirección de la trama golpista y comenzó a redactar y difundir una serie de circulares que partían de formas violentas de represión en orden de alzarse con el poder.

General Emilio Mola Vidal © Wikimedia Commons
General Emilio Mola Vidal Foto © Wikimedia Commons

Este artículo es de hace 5 años

Aunque nació en Cuba, el nombre Emilio Mola Vidal resulta prácticamente ajeno a los cubanos. En España, no obstante, es recordado como el verdadero instigador del golpe de Estado que desencadenó una sangrienta guerra civil y que luego culminó en una dictadura militar de casi cuatro décadas.

Su historia comienza en Placetas (Villa Clara), entonces Capitanía General de Cuba. Allí nació, en julio de 1887, hijo de un capitán de la Guardia Civil española destinado en la Isla y de una cubana, Ramona Vidal, hermana del coronel mambí Leoncio Vidal.

Emilio Mola solo vivió en Cuba hasta después de cumplir 11 años. Tras el “desastre español” con la guerra hispano-cubana-norteamericana en 1898 la familia decidió regresar definitivamente a la otrora metrópoli.

Una vez en España, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, donde da comienzo a una extensa y sonada carrera militar que despegó primero durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-30) y luego en la Segunda República (1931-final de la Guerra Civil en 1939).

En la primera etapa fue nombrado director general de Seguridad, puesto desde el cual organizó una dura represión contra los movimientos estudiantiles y republicanos; mientras que en la Segunda República fue separado del ejército para luego recibir una amnistía y ser nombrado jefe de la Alta Comisaría de Marruecos.

Es en este momento cuando su figura pasa a la historia por ser el minucioso planificador del fallido golpe de Estado y por sus famosas ‘directrices secretas’ donde resumía los métodos de represión hacia simpatizantes del Frente Popular.

La conspiración que dirigió Mola comenzó a fraguarse tras el triunfo de la izquierda en las elecciones de febrero de 1936. Entonces se reunió discretamente con personalidades civiles y militares -entre ellas Francisco Franco- para derribar lo antes posible a un gobierno que, si bien había vencido legítimamente, consideraban que podía llevar al país a una revolución proletaria.

El general nacido en Cuba tomó la dirección de la trama golpista y comenzó a redactar y difundir una serie de circulares que partían de formas violentas de represión en orden de alzarse con el poder. “Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes, que el que no esté con nosotros, está contra nosotros, y que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros el movimiento triunfante será inexorable”, rezaba una de las circulares.

En esa directriz, Mola afirmaba que era necesario “crear una atmósfera de terror”, y eliminar “sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros”. “Todo el que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”, enfatizaba.

Según varias bibliografías, Mola no elaboró un único modelo de conspiración para todas las provincias españolas, sino que diseñó cuatro en función de la presencia o no de fuerzas militares en ellas y en función también del grado de compromiso con la rebelión de los generales, jefes y oficiales contactados.

Conocido en aquel momento como “El Director”, una vez iniciada la contienda bélica, Emilio Mola Vidal jugó un papel trascendental al mando de las operaciones militares del Ejército del Norte, especialmente en la zona del País Vasco.

Con el tiempo, no obstante, fue perdiendo protagonismo en el conflicto a medida que la figura de Franco se alzaba en el poder. En medio de los enfrentamientos con la resistencia vasca, decide volar a Valladolid para reunirse con el general en orden de reprimir la ofensiva republicana de Segovia, y su avión se estrella en Alcocero (Castilla y León).

Mola nunca llegó a presenciar el triunfo de sus tropas y, como rival de Franco en la jefatura de las fuerzas sublevadas, su muerte no tardó en suscitar especulaciones sobre un posible asesinato.

Según el diario español Libertad Digital, en la zona republicana se hizo circular el rumor de que a Mola lo había matado Franco, pues se entendía que el cubano iba a presidir el primer Gobierno que se formase después de la toma de Bilbao.

Sin embargo, asegura el texto, cuando Mola murió Franco ya tenía el poder absoluto. La Administración del nuevo Estado, salvo en algunas pocas provincias estaba controlada por partidarios franquistas.

Emilio Mola Vidal fue enterrado en 1937, muy lejos de su natal Placetas, en el cementerio de Pamplona. Posteriormente, en 1961, sus restos fueron trasladados al monumento a los Caídos construído en esa ciudad.

Monumento conmemorativo en Alcocero de Mola/ Wikimedia

En Alcocero se levantó un monolito conmemorativo en su honor y la población fue renombrada como Alcocero de Mola. Asimismo, Franco le concedió póstumamente la Gran Cruz Laureada de San Fernando y luego el título de duque de Mola con Grandeza de España.

También se levantaron un gran número de monumentos en su honor. Muchas calles, avenidas y lugares públicos fueron renombrados en memoria del antiguo general y no comenzaron a recuperar sus denominaciones anteriores hasta que el régimen constitucional de 1978 estuvo consolidado.

Según registros bibliográficos, la calle Príncipe de Vergara en Madrid cambió su nombre por el de General Mola, así como la estación de Metro situada debajo de esta vía. En Barcelona, la estación de metro Verdaguer también se llamó General Mola. Lo mismo ocurrió con el aeropuerto de Vitoria que, tras la Guerra Civil, pasó a denominarse "Aeropuerto General Mola".

En 2008, el militar fue uno de los treinta y cinco altos cargos del franquismo imputados de forma póstuma por la Audiencia Nacional por delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad cometidos durante la Guerra Civil española.

Finalmente, en 2016, el ayuntamiento de Pamplona decidió exhumar los restos mortales de Mola de la cripta del Monumento a los Caídos de la capital navarra.

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