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La decandencia se lleva por delante la Tribuna Antiimperialista de La Habana

El lugar se ha convertido en un improvisado campo de fútbol donde niños y jóvenes pasan el rato.

Tribuna Antiimperialista José Martí de La Habana © Opciones.
Tribuna Antiimperialista José Martí de La Habana Foto © Opciones.

Este artículo es de hace 5 años

La Tribuna Antiimperialista José Martí de La Habana, uno de los tantos caprichos de Fidel Castro que implicó un elevado gasto de recursos materiales y horas de trabajo, es ahora un sitio abandonado.

El que durante más de una década fuera el centro de los actos políticos y culturales más importantes del país, donde enardecidos oradores predicaban sus panfletos antinorteamericanos, está desde hace un año lleno de escombros.

En 2017 las penetraciones del mar que causó el huracán Irma devastaron la instalación, situada justo al lado del malecón habanero.

“La gente venía y arrancaba las baldosas, las instalaciones eléctricas, los marcos de las puertas y otros materiales que después utilizaban en la construcción de sus casas”, reveló a Cubanet Gladys Rodríguez, una vecina del lugar.

La Tribuna comenzó a construirse el 15 de enero de 2000 a solicitud expresa de Fidel Castro. La obra se concluyó en 80 días de trabajo ininterrumpido, en los que laboraron 1.988 obreros, técnicos, arquitectos e ingenieros de varias provincias en jornadas intensas.

Está compuesta por diez torres verticales y cuatro arcos de acero, montados sobre dados de concreto de dos metros de alto, todo encima de un piso diseñado con los colores rojo, azul y blanco de la bandera cubana.

La prioridad que Fidel Castro le dio a la tarea implicó la utilización de recursos materiales y humanos que se habían asignado a otras obras sociales programadas, lo cual provocó disgusto en numerosas personas que sufrían problemas constructivos en sus casas.

“Sigue siendo frustrante recordar cómo se utilizaron materiales de la construcción de primera calidad en una obra con fines políticos, solo para llenar el ego de Fidel en detrimento de los miles de cubanos necesitados de una vivienda”, declaró Juan Ernesto Llópiz, residente en la calle Calzada, muy cerca de la instalación.

Seis años después, el exmandatario mandó a colocar detrás del escenario 138 mástiles en los que se izaron banderas cubanas.

“Aunque la reconstruyan una y otra vez, la Tribuna no tiene protección y siempre será arrasada por los eventos meteorológicos. Los recursos empleados en su restauración serán dinero tirado al mar”, se lamentó Llópiz.

Por ahora, solo se ha podido cercar el área del escenario para evitar la entrada de personas, lo cual no impide oler la peste a orina y a excrementos. La explanada se ha convertido en un improvisado campo de fútbol donde niños y jóvenes pasan el rato.

Para Mercedes Pérez, otra vecina del lugar, la Tribuna es “una obra intrascendente que a pesar de su alto costo de construcción ha caído muy rápido en el olvido y el abandono”.

“Una Tribuna Antiimperialista derrotada y destruida, mientras que a escasos metros, la embajada de Estados Unidos, con sus 65 años, luce firme, victoriosa y como nueva”, concluyó.

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